Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

miércoles, 9 de enero de 2008

“Y ustedes ¿Ya escogieron?...”

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A los pocos instantes, nos abrió un señor, que como me había advertido V.G.T.1, era de su misma edad, acaso ligeramente más robusto. Nos miró de arriba abajo mientras que sus ojos se abrían y no podía contener una sonrisa maliciosa. Todo esto en fracciones de segundo porque inmediatamente nos dio la bienvenida de una manera muy cordial y de la misma forma nos pidió que entráramos a su domicilio. Su casa era similar a la de su amigo, pequeña, antigua llena de objetos del pasado, muchas fotos en las paredes… Se notaba que ambos vivían bien sin llegar a poder tener extravagancias decadentes pero si el de darse “cierto gustos” con alguna frecuencia.
Adentro del domicilio ya se encontraba V.G.T1, quien a su vez, también nos recibió de manera festiva, casi a manera de celebración. Después de invitarnos a tomar asiento en la salita, V.G.T1, se levantó discretamente y de la misma manera me llamó por mi nombre de trabajo. Me levanté y fui a su encuentro a un lado del comedor, que en sí, era la misma pieza solamente que se encontraba en el extremo opuesto. Sin decirme nada, me tomó de la mano y me dio un fajo de billetes, entonces se acercó a mi oído y en voz bastante bajita me dijo que fuera al baño, es decir, para que contara libremente el dinero. Con un volumen similar le pregunté “¿Siempre quien con quien?”, a lo que me contestó de forma casi inaudible que al ratito nos pondríamos de acuerdo y que por lo pronto fuera al baño y contara el dinero.
Así lo hice. Me había dado el dinero de ambas. Cuando regresé, desde el comedor miré a Ross y de la manera más sutil que pude, hice un movimiento afirmativo con la cabeza dándole a entender que ya nos habían pagado. Esto hizo que Ross se relajara más aún, si es que eso fuera posible, cruzando las piernas y aumentando la longitud horizontal y arqueada de su sonrisa. Aún así, cuando me senté en el sofá casi frente a ella, quiso asegurarse y con una señal de sus dedos índice y pulgar encorvándolos hasta formar un semicírculo, (Que aquí significa dinero), sin hablar, movió la boca diciendo “¿Ya?”. Esta vez mi señal afirmativa fue cerrando los ojos lenta y discretamente. Con esto ella supo que ya nos habían pagado.
Los dos viejitos trataron (y lo lograron) de ser amables con nosotras. Nos ofrecieron una cerveza y aunque estábamos sin comer puesto que veníamos directamente de trabajar, la aceptamos. Es decir, yo la acepté cuando vi que Ross hizo lo propio sin dudar. Les dije que no había comido y uno de ellos me respondió que aprovechara la vida que él a mi edad… etc. Y que por lo mismo, ellos no podían darse el lujo de tomar demasiado, entre semana y a primeras horas de la tarde, no era momento para beber cerveza.
“Bueno, muchachas y ustedes ¿Ya escogieron con quien quieren estar?” Nos preguntaron los viejitos. Les respondimos con un “NO” alargado y sonriente, agregando que ellos deberían de ser quienes escogieran. Después de un par de minutos de amable discusión y de risas nerviosas de nosotras, los viejitos encontraron la solución de una manera muy prudente…


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