“Sabia mas de mi que yo de el...”

Me dirigí al baño y Pitro me siguió, la regadera estaba rodeada de canceles, entró conmigo y se limitó a observar como me bañaba, le pregunté si iríamos a la alberca deseando que dijera que se daba por servido pero no fue así, insistió en que fuéramos. Tenía shampoo y acondicionador y a sabiendas que el cloro de la alberca maltrataría mi cabello le pregunté si podía bañarme de antes de irme, respondió que si y que me invitaba a cenar, supuse que iríamos fuera, le respondí que tenía que ser discreta, que no me podía dejar ver con los clientes en público pero me dijo que cenaríamos en su casa, le comente que tenía tarea y no podía llegar tarde a casa, insistió en que cenaríamos rápido y al llegar dedicarme a la tarea, que lo único que me pedía era que me sentara desnuda a la mesa, su idea retumbó en mi cabeza pero lo vi como un reto interesante y hasta excitante. Perla no me advirtió que se podía presentar una situación así, sólo dijo que era pagador y decente, de los que no abusan ni se aprovechan.

Cenar desnuda me garantizaría tenerlo como cliente regular, era de esos servicios que a los hombres les encantan como fantasía, además implicaba alargar mi tiempo de trabajo y como me había pagado sólo una hora era lógico que titubeara y no respondiera de inmediato. Mientras conversábamos yo estaba de espalda, volteé a verlo y vi que se masturbaba, abrió el cancel y regresó con un condón, se fue acercando mientras decía que cenáramos sin ir a la alberca, vi que ya la tenia muy parada y con el condón puesto, estiró la mano y cerró la regadera, puso su mano en mi espalda y la otra en medio de mis nalgas hasta mi vulva que frotó para ver cuanta espuma tenia y no le pareció suficiente así que tomó el jabón que frotó hasta que la sentí muy espumosa, me pidió que me parara sobre una baldosa separando los muslos para clavarme la verga, el jabón hizo que fuera con facilidad causándome dolor y haciéndome gritar, tomó con fuerza mis caderas y comenzó a moverse de forma eléctrica con más energía que la primera vez, el jabón ayudaba a que resbalara para entrar y salir pero mis senos temblaban salpicándome la cara, la nariz y hasta los ojos, no tardó en eyacular, sus últimos movimientos fueron verticales metiendo hacia arriba y sacando hacia abajo, la sacó y le quité el condón viendo que la cantidad de semen era igual a la anterior.

Me dijo que se bañaría primero, que yo me bañara con calma mientras preparaba la cena, que lo esperara desnuda en la recámara, ya seca y peinada lo espere, al poco tiempo llegó ya vestido y me invito al comedor donde la mesa estaba servida, le pregunté si él había cocinado y respondió que tenía servidumbre, abrí los ojos y se sonrió diciéndome que no me preocupara, que había dejado instrucciones de que no entraran a la casa hasta que les avisara, voltee a todas partes para saber si alguien estuviera observando y le pregunte si no había alguna rendija de donde nos vieran y respondió que ahí la única rendija que había era la mía, no pude evitar reírme por su ocurrencia.

Es excitante estar desnuda en la mesa aunque incómodo, los senos caen sobre la mesa, chocan contra los platos, incluso pueden caer dentro del plato, intente verme como experta en asuntos de etiqueta. Siguió la platica y me dijo que había decidido no ir a la alberca porque lo calentó “verme el culito enjabonado”, solté una carcajada como si me hubiera contado el mejor chiste, ahondo en el tema diciendo que se hacían burbujitas en mis nalgas, fue cuando note que me estaba ganando al cliente, que le inspiraba confianza por lo experimentada que me veía, me dijo que sabia que yo daba servicios grupales, se me atoró el bocado, tome agua y traté de disimular, asentí con la cabeza y supe que Perla y él habían conversado respecto a mí hablándole de mis maravillas laborales, me pidió que le explicara lo de los grupales, le dije que mientras estaba con un hombre, los demás esperaban su turno, hizo una mueca y movió la cabeza aceptando, me preguntó porqué yo sí los daba y otras no, que no era fácil encontrar chicas que lo dieran, encogí los hombros y le respondí que otras no aguantaban y yo sí, que mientras fuera un servicio “normal” lo hacia, me pidió que fuera clara, le dije que podía atender a varios hombres siempre y cuando no se tratara de cosas “anormales” con dolor, “ah” exclamo no te preocupes esas cosas no ocurrirían aquí y que quizá en el futuro podría requerirme para eso u otro igual como el de ese momento porque estaba disfrutando la cena teniéndome desnuda después de los “dos palos” que nos habíamos aventado.

Lo que había iniciado como un servicio soso y rutinario se convirtió en una cena y conversación muy interesante…

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