Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

lunes, 3 de diciembre de 2007

"Las expertas nalgas de Ross..."

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Unos segundos después de la broma de mi amiga, en que simuló que una parte de mi anatomía, además de mi boca, podía hablar, me pidió que de nuevo me pusiera en cuatro. Me dije, “¿Ahora que chingados va a hacer?” Realmente ya no quería saber nada, estaba satisfecha, extasiada, exhausta y hasta harta, mientras que Ross parecía todavía tener cuerda para algo más.
Sin presencia de ánimo alguno, la obedecí, de nuevo con la idea de sacar el trabajo lo más rápido posible y sin incidentes. Supuse que volver a tomar la posición de cuatro patas sería para que el hombre volviese a penetrarme. Sin embargo, como quedé casi en el centro de la cama, mi amiga me pidió que me fuera gateando hasta llegar casi hasta la cabecera. Como autómata perturbada y fastidiada, la obedecí, ya sin siquiera tener el ánimo de preguntarme para que me lo pedía. Únicamente vi que Ross se movió de su lugar, ya que como yo tenía la cabeza hacia la pared no pude ver más. Sentí movimientos en la cama, hundimientos normales a la altura de mis rodillas, entonces comencé a experimentar una sensación indescriptible… Resultó que Ross se colocó en cuatro también, atrás de mí y colocó sus nalgas pegadas a las mías, oprimiéndolas. Sentí la suavidad de su carne y de su piel sobre la mía y el cómo mis nalgas se comprimían debido a la presión que las suyas ejercían. Entonces comenzó a moverlas de un lado al otro, como péndulo y, la sensación de excitación regresó a mí. No podía creer cómo se sentía lo que me estaba haciendo. No puedo recordarlo con exactitud, pero en retrospectiva, puedo decir que estoy casi segura que comencé a gemir de nuevo. Luego esos movimientos laterales se convirtieron en verticales y ahí comencé a experimentar algo que todavía me pone la carne de gallina. De la suavidad de la piel de sus nalgas, pasé a sentir algo más áspero, más rasposo: Era la parte interna de sus nalgas con todo su contenido que frotaba su homólogo en mí. Sin que me lo pidiera, pu-se los antebrazos en la cama y mi cara en medio de ellos para empinarme más y que mi trasero se elevara. De esta manera pude empezar a sentir la vulva de Ross friccionando a la mía y como el movimiento seguía siendo vertical, eventualmente se la sentía en mi ano y luego sentía su ano en mi vulva.
Puedo describir a grandes rasgos lo que hicimos mas no puedo describir la sensación, quizá pueda expresar la emoción al decir que se me enchina la piel tan sólo de recordarlo ahora. También recuerdo con claridad la sensación de humedad que me cubrió toda esa área, desde casi el monte de Venus hasta el ano y sus alrededores. No pu-de haberme mojado sola, así que por lógica tuvo que haber sido la vulva de mi amiga la que me embarró el ano y su circunvecindad.
¿Cómo explicar que logré dos orgasmos muy diferentes a aquellos que te provocan cuando te trabajan el clítoris con el dedo o con la lengua? O incluso aquellos que te provoca un hombre con su miembro arremetiendo contra tus entrañas sin piedad. No sabría explicarlo. Quizá fue la sorpresa de recibir lo inesperado, no lo sé pero las nalgas de Ross me estaban sometiendo…



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