Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

miércoles, 12 de diciembre de 2007

"Cuentas pendientes..."

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Todavía no sentía la punta de su miembro en mi orificio vaginal cuando Don Abarroto me sujetó firmemente de los hombros y con más fuerza aún me tapó la boca para que entrara más el paño. Entonces le dijo a su amigo, “Ahora si puedes cogértela bien”. Sentí temor y presentí lo peor. No se había dirigido a mí sino a su amigo demostrando algún grado de complicidad, tanto en el tono de voz como con sus palabras explícitamente.
El amigo me la empujó de un golpe y comenzó a cogerme con fuerza. Después de unos segundos, Don Abarroto se acercó a mi oído y trató de tranquilizarme usando tanto palabras como tono de voz que quería transmitirme ternura. Me decía cosas como “No hagas ruido, mamacita” o, “Aguanta chiquita”, etc.
El otro hombre seguía arremetiendo con fuerza, recuerdo que se la sentí gruesa y a pesar de la lubricación anterior, además de la actual, me estaba lastimando, sin mencionar la sensación por sí misma de que te la empujen sin piedad para luego sacártela y volvértela a empujar.
Como el viejo dueño de la tienda, me sujetaba los hombros y me tapaba la boca con energía, no pude hacer otra cosa más que exhalar por la nariz. Esta acción, por supuesto, producía algún ruido al cual el viejo comerciante quería evitar, así que se me acercaba más y me seguía instando amablemente a reprimirlo.
A cada empujón del amigo, le seguía un ruido mío, ya fuera nasal o gutural, o ambos, a lo cual el viejo tratando de apaciguarme emitía el típico sonido “Shhh” seguido de palabras como, “tranquila muñeca, no hagas ruido preciosa”, etc.
Súbitamente, Don Abarroto nos pidió que diéramos un par de pasos atrás, ya que mi cabeza estaba casi frente a la parte posterior de los anaqueles. Entonces el comerciante se paró frente a mí y volvió a bajarse la ropa. Inclinándose adelante me dijo que soltara el pedazo de tela y que a su vez se la mamara. Agregó que cada vez que su amigo arremetiera contra mí, se la chupara con fuerza. No era momento para discusiones, así que acepté. A cada empujón del amigo correspondía una chupada muy fuerte de mi parte al miembro del viejo tendero. Como acababa de venirse, no se le paró pero si se le estiró bastante de nuevo.
Recuerdo que, eventualmente, el amigo le dijo a Don Abarroto, “Quiero echárselos en el culo”. No escuché que éste le respondiese nada y como el único panorama que podía ver en ese momento era su bajo vientre, no supe si le respondió con alguna seña o algo así.
El otro tipo me la sacó de un golpe, mientras que El tendero me sujetaba de los hombros para que yo no me pudiera incorporar. En segundos, comencé a sentir un escurrimiento caliente y húmedo rodando por en medio de mis nalgas.
Don Abarroto me soltó y pude enderezarme en el momento que me dijo que no me preocupara y que me pagarían por el servicio extra. Sin responderle nada, me subí la ropa y les dije que necesitaba hablar con ellos, especial con el viejo de la tienda. Eso último no había sido un servicio “normal”. Cuando dos hombres intervienen de forma erótica, se le considera un trío y, por los tríos se cobra más. Es decir, todavía cuando Don Abarroto me sujeto de los hombros y me tapó la boca, no se podría considerar trío pero al momento de meterme la verga por la boca, ya había un elemento erótico con alguien que no se suponía que interviniera, sin mencionar que la eyaculación externa no está dentro de lo pactado y, o se habla de antemano, o se le pregunta a la mujer si lo permite, o simplemente se cobra más caro.
Habían quedado cuentas pendientes…



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