Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

martes, 11 de marzo de 2008

“Cuentas claras...”

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Aclaró su garganta mientras desaparecía la leve sonrisa de su cara y aceptó que “chavito” decía la verdad. Quise realmente encolerizarme pero antes de que pasara extendió sus manos como para pedirme oportunidad de que le explicara. Encendí un cigarro con mucho coraje en los ojos cuando el viejito empezó a hablar:
“Tú me has dicho que aceptarías reuniones grupales con mis amigos siendo tú la única mujer. Ya se lo he comentado a varios y están muy interesados en conocerte. Cuando tú me dijiste lo de “chavito”, se me prendió el foco y le hablé a uno que vive cerca. Por eso te pregunté cuanto tardarías en regresar con el muchachito. Además – Y ojo con lo que te voy a decir- no sabía que clase de tipo sería tu cliente. No sabía si se podría poner agresivo contigo y hasta conmigo. Un viejo como yo no puede con el ímpetu de uno como él pero entre dos como sea lo dominamos.”
Fue un buen choro, un gran “speech”, tremendo discurso. Me hizo callar mientras que él hablaba, aunque todavía había algo que no me acababa de convencer, que no encajaba, que no me terminaba de gustar. Le reproché que eso me lo pudo decir de antemano, que nos hubiésemos podido poner de acuerdo o llegar a algo y, que además de todo, lo que había pasado se llamaba “Voyerismo” y que era un servicio especial y que se cobraría algo extra. Me respondió que si el dinero era el problema, si le permitía llevar amigos sin que “chavito” supiera, o aunque lo supiera, no importaría, me podrían pagar extra y que no sólo eso, sino que al irse el joven, podría darles servicios a sus amigos. Le pregunté que a cuantos amigos invitaría la siguiente vez que llevara a “chavito”. “Tú sabrás... Tú dirás cuanto dinero quieres ganar”, me respondió. Le contesté que tenía la impresión de que lo mejor sería un nuevo amigo a la vez y que si después querían algo más grupal (lo que yo conozco como pira), estaría dispuesta. “Bueno, por lo pronto, mi amigo, el que te vio con tu cliente, ya está dispuesto, sí le gustaste”. Me limité a asentir con la cabeza.
La conversación se alargó porque en ese día se establecieron muchas de las bases del como sería la relación. Conforme hablaba el viejito, recordaba a Ross y sus proféticas palabras. En un momento volvió a hacerme la misma pregunta, “¿Entonces sí estás dispuesta a todo?”. A lo cual le respondí que ya le había dicho que a todo excepto hacer el anal. Miró al suelo e hizo un sonido de reproche, mientras movía la cabeza de manera negativa. Antes de que le preguntara algo se me adelantó y me dijo que entonces él había nacido en el año equivocado. Cuando le pregunté me dijo que en sus tiempos, las mujeres eran muy cerradas, que ni “las putas” (Esta palabra no la usaba delante de mí salvo cuando usaba lenguaje sucio en la intimidad) abrían tanto su mente y sólo aceptaban coger “normalito”.
En un momento llegó a decirme que cuantas posibilidades le veía a que “chavito” estuviera dispuesto a cogerme a la vista de ellos, que ellos pagarían por el muchacho, que él ya había hablado con sus amigos y les había dicho como se sentía hacerlo conmigo después de haber terminado un servicio con otro y que todos habían concordado en que sí era mejor hacerlo conmigo de esa forma. Le respondí que no con “chavito”, que además de ser demasiado joven e inexperto, su mente no estaba lista para algo tan “avanzado” y que conseguirme un hombre para tal efecto. Miró al piso pensativo, y me dijo, “Es que si tu supieras lo excitante que es ver que te cojan antes de uno”. Se hizo una pausa y luego añadió, “Es mejor para uno de mi edad hacerlo como ya te dije y aparte es excitante verte, así que te apuesto que si se hace algo grupal contigo, todos van a querer ser el último.”
El tiempo siguió su marcha. Entre tantas cosas dichas había olvidado decirle que quizá al día siguiente llevaría a chavito pero sólo para un sesenta y nueve. Se emocionó al saberlo y me dijo que si sería posible llevarlo a cabo en el patio. Le respondí afirmativamente porque ya había quedado con el muchacho de que yo iría arriba. Soltó una carcajada y luego me dijo, “Pero pones tu culito viendo a la ventana, ¿Sí?” Me limité a asentir con la cabeza. Mencionó que llegara a determinada hora, “Con o sin ‘chavito’...” Que su amigo y él estarían ahí y que llamara justo antes de llegar. Dijo que si llegaba sola, su amigo estaría en la sala, me lo presentaría, etc. Pero en caso de llegar con “chavito”, lógicamente el amigo se escondería. Me pareció bien.
El día siguiente parecía prometedor...



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