Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

jueves, 6 de marzo de 2008

"El morbo lo traia loco..."

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Esa última frase del viejito llevaba más fondo del que me dio como primera impresión. No fui lo suficientemente inteligente para captarlo en el momento… Así que dejé que las cosas siguieran su curso, que jugueteara con los pelos de mi pubis, que me besara en la boca, que me apretara las nalgas, etc. Yo percibía que le gustaba estar conmigo, así que cada caricia podría ser un motivo para que más se prendara conmigo, con los beneficios profesionales que eso conllevaría para mí.
Quizá el plus principal de estar con V.G.T.2 en su casa, era la facilidad de poder bañarme sin prisas y sin el temor de ser sorprendida por quien no debía. Así que después de que le permití tocarme lo que quiso, le pedí permiso de usar el baño para asearme. Me lo concedió con gusto, me llevé la ropa y empecé a bañarme. Desde que me levanté de la cama, recordé que la posibilidad de que quisiera meterse al baño conmigo, así durante el pequeño trayecto de la cama de la recámara al baño me hice a la idea de que en cualquier momento me lo pediría. Entré al baño, coloqué mi ropa donde pude y abrí la regadera... Estaba sola, esta vez no me pidió verme. Me dije que qué bueno, aunque todo el tiempo pensaba que en cualquier momento podría entrar. Mientras me enjabonaba, me pareció escuchar su voz o alguna voz; me dije que quizá estuviera cantando o era de los que hablan solos, ya que no vi ninguna mascota en la casa, o quizá podrían ser voces desde la calle. El caer del agua contra el suelo me impedía escuchar con claridad, incluso podría no ser una voz, sino los sonidos que se encerraban en el pequeño cuartito de baño.
Cuando salí, pensé en despedirme inmediatamente, después de todo, ya le había dado “su pago”. Sin embargo, después de alabar mi imagen y mi perfume, me pidió que me sentara “un ratito” en el sofá. Quizá me ofreció algo de beber, no lo recuerdo y tampoco recuerdo si, en caso de haber sido así, lo haya aceptado. Lo que recuerdo es que estando sentados me preguntó si lo que acababa de ocurrir en su casa yo lo consideraría “un trío”. Fue una pregunta que me impactó levemente porque no la esperaba, ni había considerado lo que había pasado como tal. Así que me quedé pensando un momento para después responderle que no, que un trío hubiera sido si ambos se conocieran y me lo hubieran pedido. Agregué que en caso de que así hubiese sido, lo hubiese considerado como servicio “especial” y el cargo hubiese sido mayor. Ahora fue él quien se quedó callado por un par de segundos, tomándose la barbilla y mirando hacia el suelo hasta que reaccionó y me preguntó si yo hubiese aceptado en caso de que ambos hombres se conocieran y me lo pidieran. Le respondí que ya habíamos hablado al respecto y que le había respondido afirmativamente. “¿Apoco de verdad ya lo has hecho?” Me preguntó. Le respondí asintiendo con la cabeza y exhalando por la boca, no dándole mucha importancia, hasta que le repetí lo mismo que le había dicho la otra vez, “Pero de a uno por uno, ¿Eh? Yo no hago DP” Antes de que continuara me interrumpió y me preguntó que significaba eso. Le respondí que quería decir “Doble Penetración” y, que no la hacía simplemente porque yo no hacía anal. Agregué que sí podría hacer, si me pagaban bien, doble penetración, bucal-vaginal pero que siempre lo especificaba porque al decir que sí hacía DP lo primero que les venía a la mente a los hombres era la penetración vaginal-anal. “Pero... Entonces... ¿Sí podrías estar con dos al mismo tiempo siempre y cuando no te la metan ambos?, ¿Verdad?” Me preguntó con un dejo de morbo que se podía oler en el ambiente. Con aire de indiferencia y sin aparentar mucha importancia, le contesté que sí sólo que en la penetración era uno solo. Me repreguntó como era que podría tener un pene en la vagina y otro en la boca. Le dije que cuando el que estaba en la vagina estuviese a punto de terminar, podría chupársela al otro para prepararlo. Con estas últimas palabras, se le arquearon las cejas y le brillaron los ojos, al momento que preguntó “¿Ah sí?” con la sonrisa más maliciosa que le había visto hasta ese entonces...



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