“Decimos no, cuando queremos decir sí...”

Esa mañana después de bañarme pensé que si me olían a talco seria agradable, pero preguntarían quien me había enseñado, era lógico que Perla hubiera estado con ellos con su monte de venus muy “talqueado”, no sabía si estaban enterados de las actividades “profesionales” de ella, lo más probable es que lo supieran y de ser así me relacionarían con su oficio y yo no quería que se enteraran, no se trataba de un peinado o un labial, era algo muy íntimo entre dos chicas que apenas se conocen. Antes de vestirme fui a la cocina por mantequilla, había decidido no usar talco, decidí oler solo a jabón y aplicarme la mantequilla temprano para que se absorbiera, después me aplicaría más. Cuando iba en el taxi apretaba las piernas y sentía un “splash” a lo largo de mis labios, pensé que había exagerado pero en poco tiempo me di cuenta que usé la cantidad justa.

La confianza entre ellos y yo era mucha, cuando me recibieron cada uno me abrazo y beso en la boca, ya me estaba acostumbrando era algo que no obtenía “trabajando”, ir con la señora y atender clientes con Perla era trabajo, pero visitar a mis amigos para una pira y otras cosas era vida social. Cuando terminaron los saludos comenzaron a desvestirse ahí mismo en la sala, jamás sabía lo que planeaban hacer, al verlos sin zapatos y sin camisa los imite para quedarnos desnudos, los cuatro me abrazaron y besaron uno por uno, no recuerdo el orden pero sí recuerdo un pene pegando en mi pubis en mi entre pierna y el pene de uno de los otros dos escondiéndose entre mis nalgas. La manera de cambiar de hombre era cuando uno de ellos me tomaba del brazo, a la altura del bíceps y me volteaba frente a él mientras otro me abrazaba por detrás, sujetándome de las caderas o por los senos. Lo llamare "ruleta" ya que di varias vueltas y como siempre supuse que no era la única a la que se lo hacían por la sincronía con la que lo efectuaban, la cordialidad entre ellos, cero celos, sólo sentía ser del hombre en turno.

Si acaso GusG y ÁngelU eran posesivos, PonchI más afable aunque cuando le tocaba tenerme yo sentía que sus hormonas funcionaban. Cuando terminaron de “dar vuelta a la ruleta” ÁngelU y PonchI se apoderaron de mis senos poniendo sus bocas en mis pezones para mamarlos como bebés en busca de extraer leche, sentía besos y mordiditas en mis nalgas, GusG como siempre aprovechaba lo que le tocara, súbitamente sentí su dedo en mi ano que aprovechando su posición comenzó a frotarme y hasta a rasparme con la yema del dedo, los que atendían mis senos bajaron para masajear mi vulva, comencé a gemir con fuerza y me excité tanto que se doblaron mis rodillas, con la fuerza de sus manos en mi entrepierna que empujaban hacia arriba para que no cayera hincada y puse mis brazos en los hombros de PonchI y ÁngelU, aun así seguían doblada mientras me frotaban con furor, escuché a GusG exclamar con morbo que estaba bien mojada y los demás respondieron afirmativamente con sonidos desde su garganta porque que no soltaban mis pezones y fue cuando sentí un dedo entrando en mi ano y otro en mi vagina, no sé a quienes pertenecían supongo que el primero era de GusG y ahí fue cuando pensé que no había exagerado al aplicarme doble dosis de mantequilla, sus dedos seguían en mis entrañas y GusG les ordenó “vamos a levantarla” y contó del uno al tres, no puedo describir lo que sentí, fue dolor con placer morboso y perverso.

GusG era el único que tenía la boca libre, así que fue él quien contó del uno al tres… Y me levantaron. No puedo describir lo que sentí. Fue una combinación de dolor terrible con placer morboso y casi perverso. Ni ÁngelU ni PonchI dejaron de mamarme con fuerza, así que cuando estuve en la parte más alta, me jalaron las tetas hacia abajo como cuando alguien se cuelga de algo y por su peso se estira hacia abajo.

Quizá por miedo, pena o pudor estando en lo más alto GusG me preguntó si me dolía y respondí gritando y casi llorando que si y que si me gustaba le respondí que no. Hoy en retrospectiva creo que me hubiera gustado que me bajaran y me levantaran algunas veces más, ellos lo notaron porque los hombres de experiencia saben que las mujeres decimos no, cuando queremos decir sí. Aún así jamás hicieron algo que yo no aceptara, en ese momento me bajaron y siguieron mamándome las tetas, mordisqueándome las nalgas y frotándome el ano y la vulva.

Y eso había sido el preámbulo de lo que seguía, era sólo el principio del verdadero placer...


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