"Tres de Cuatro"...
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V3 quedó recostado encima de mí como si hubiera quedad sin vida. El pene, ya flácido, comenzó a deslizarse lentamente fuera de mí, provocándome esa sensación ligeramente fea. Intentó quedarse ahí por un momento pero sus amigos comenzaron a gritarle que se quitara. Los obedeció al fin, e inmediatamente, V.G.T.2, si mal no recuerdo tomó su lugar. A ciencia cierta no recuerdo si fue V.G.T.2 o 1 pero, como ambos eran diferentes sí recuerdo lo que cada uno hizo.
Comenzó a frotar mí clítoris con un dedo, describiendo movimientos circulares. Le pregunté qué caso tenía si ya estaba empapada. Me respondió algo pero me incorporé hasta quedar sentada. Rodeé su cuello con mis brazos, regalándole una sonrisa y lo atraje hacia abajo. No pudo oponer resistencia. Nos recostamos de lado y, como yo estaba segura de que él no tenía intenciones de hacerme oral, por razones que considero obvias, yo misma me fui bajando hasta que mi cara quedó a la altura de su pene. Comencé a chupársela suavecito. Literalmente se la chupaba, es decir, se la estiraba con la boca y, poco a poco fue creciendo en tamaño. Todavía no se le paraba por completo, cuando volví a sentir manos en mis nalgas y en mi entrepierna, para dar paso a dedos en ambos orificios íntimos. Ya me habían dedeado mucho ese día, además de los coitos, y si bien, jamás se pierde la sensación, el cuerpo se acostumbra a tener “objetos extraños” adentro, lo cual me hizo que ya pudiera manejar mejor la sensación y la situación. Una vez que sentí que ya estaba lo suficientemente parada, moví mis brazos hacia abajo, hasta que encontré las muñecas de quienes me estuviesen dedeando, señal de petición de que me sacaran los dedos. Me obedecieron de inmediato, aunque de manera gentil, sin lastimarme.
Me coloqué de nuevo bocarriba para que V.G.T.2 me penetrara. Lo logró también con bastante facilidad, lo cual alabó y acreditó a mi viscosidad, que cada vez era más abundante pero menos densa gracias al entrar y salir de dedos y vergas. Lo sé, simplemente por la facilidad al resbalar del miembro al entrar.
V.G.T.2, no se recostó encima de mí, quedó hincado, dejándome el pecho libre para que sus amigos me atendieran los pezones, especialmente. Desde luego que, con sus lenguas, también me atendían el resto de los senos, las axilas y esporádicamente, ambos lados del cuello.
De nuevo, aproveché esa situación para extender mis brazos y buscar las vergas de mis maduros amigos. En especial la de V.G.T.1, que era quien seguía. Pero a V3 no podría hacerlo menos, así que para evitar cualquier clase de problemas, también se la agarré. Noté algo muy interesante. Es difícil de describir. Sólo puedo decir que era muy notoria la diferencia al tacto, entre el pende de V3, quien recién había eyaculado y la de V.G.T.1 que estaba “sin usar”. La de V3 estaba como muerta, como un acordeón compactado que, incluso, era difícil de sujetar, además de estar muy resbaladiza por mi propio fluido vaginal. La de V.G.T.1, se sentía como un pedazo de carne con nervio. Lista a ser estimulada oralmente para lograr la erección, diría, amenazante...
Conforme V.G.T.2 me daba empujoncitos y todo mi cuerpo se meneaba, yo le jalaba la verga a V.G.T.1. AL llegar a la base, se la apretaba más fuerte. Luego se la soltaba para poder recorrérsela toda con mi mano. No olvido que en uno de esos empujones, V.G.T.1 exclamó en voz alta, mirando a su amigo que me penetraba: “¡Que chingona es! ¿Verdad?”. A lo cual V.G.T.2 le respondió: “¡Y que buena está!”
Continuaron por un tiempo con sus alabanzas, combinándolas con lenguaje sucio, al cual ya estaba muy acostumbrada y que no me hacia mella, si acaso, me movía a la risa, e incluso, a la carcajada, ocasionalmente.
En un momento dado, V.G.T.2 les pidió a sus amigos que se alejaran un poco. Se recostó encima de mí y, comenzó a acelerar ligeramente sus movimientos y pegó su boca a la mía como si tuviéramos imán. De esa manera, alcanzó la eyaculación, con un grito un poco menos estridente que el de su predecesor.
Estaba sacando adelante el trabajo...
Comenzó a frotar mí clítoris con un dedo, describiendo movimientos circulares. Le pregunté qué caso tenía si ya estaba empapada. Me respondió algo pero me incorporé hasta quedar sentada. Rodeé su cuello con mis brazos, regalándole una sonrisa y lo atraje hacia abajo. No pudo oponer resistencia. Nos recostamos de lado y, como yo estaba segura de que él no tenía intenciones de hacerme oral, por razones que considero obvias, yo misma me fui bajando hasta que mi cara quedó a la altura de su pene. Comencé a chupársela suavecito. Literalmente se la chupaba, es decir, se la estiraba con la boca y, poco a poco fue creciendo en tamaño. Todavía no se le paraba por completo, cuando volví a sentir manos en mis nalgas y en mi entrepierna, para dar paso a dedos en ambos orificios íntimos. Ya me habían dedeado mucho ese día, además de los coitos, y si bien, jamás se pierde la sensación, el cuerpo se acostumbra a tener “objetos extraños” adentro, lo cual me hizo que ya pudiera manejar mejor la sensación y la situación. Una vez que sentí que ya estaba lo suficientemente parada, moví mis brazos hacia abajo, hasta que encontré las muñecas de quienes me estuviesen dedeando, señal de petición de que me sacaran los dedos. Me obedecieron de inmediato, aunque de manera gentil, sin lastimarme.
Me coloqué de nuevo bocarriba para que V.G.T.2 me penetrara. Lo logró también con bastante facilidad, lo cual alabó y acreditó a mi viscosidad, que cada vez era más abundante pero menos densa gracias al entrar y salir de dedos y vergas. Lo sé, simplemente por la facilidad al resbalar del miembro al entrar.
V.G.T.2, no se recostó encima de mí, quedó hincado, dejándome el pecho libre para que sus amigos me atendieran los pezones, especialmente. Desde luego que, con sus lenguas, también me atendían el resto de los senos, las axilas y esporádicamente, ambos lados del cuello.
De nuevo, aproveché esa situación para extender mis brazos y buscar las vergas de mis maduros amigos. En especial la de V.G.T.1, que era quien seguía. Pero a V3 no podría hacerlo menos, así que para evitar cualquier clase de problemas, también se la agarré. Noté algo muy interesante. Es difícil de describir. Sólo puedo decir que era muy notoria la diferencia al tacto, entre el pende de V3, quien recién había eyaculado y la de V.G.T.1 que estaba “sin usar”. La de V3 estaba como muerta, como un acordeón compactado que, incluso, era difícil de sujetar, además de estar muy resbaladiza por mi propio fluido vaginal. La de V.G.T.1, se sentía como un pedazo de carne con nervio. Lista a ser estimulada oralmente para lograr la erección, diría, amenazante...
Conforme V.G.T.2 me daba empujoncitos y todo mi cuerpo se meneaba, yo le jalaba la verga a V.G.T.1. AL llegar a la base, se la apretaba más fuerte. Luego se la soltaba para poder recorrérsela toda con mi mano. No olvido que en uno de esos empujones, V.G.T.1 exclamó en voz alta, mirando a su amigo que me penetraba: “¡Que chingona es! ¿Verdad?”. A lo cual V.G.T.2 le respondió: “¡Y que buena está!”
Continuaron por un tiempo con sus alabanzas, combinándolas con lenguaje sucio, al cual ya estaba muy acostumbrada y que no me hacia mella, si acaso, me movía a la risa, e incluso, a la carcajada, ocasionalmente.
En un momento dado, V.G.T.2 les pidió a sus amigos que se alejaran un poco. Se recostó encima de mí y, comenzó a acelerar ligeramente sus movimientos y pegó su boca a la mía como si tuviéramos imán. De esa manera, alcanzó la eyaculación, con un grito un poco menos estridente que el de su predecesor.
Estaba sacando adelante el trabajo...