Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

miércoles, 18 de junio de 2008

"Tres de Cuatro"...

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V3 quedó recostado encima de mí como si hubiera quedad sin vida. El pene, ya flácido, comenzó a deslizarse lentamente fuera de mí, provocándome esa sensación ligeramente fea. Intentó quedarse ahí por un momento pero sus amigos comenzaron a gritarle que se quitara. Los obedeció al fin, e inmediatamente, V.G.T.2, si mal no recuerdo tomó su lugar. A ciencia cierta no recuerdo si fue V.G.T.2 o 1 pero, como ambos eran diferentes sí recuerdo lo que cada uno hizo.
Comenzó a frotar mí clítoris con un dedo, describiendo movimientos circulares. Le pregunté qué caso tenía si ya estaba empapada. Me respondió algo pero me incorporé hasta quedar sentada. Rodeé su cuello con mis brazos, regalándole una sonrisa y lo atraje hacia abajo. No pudo oponer resistencia. Nos recostamos de lado y, como yo estaba segura de que él no tenía intenciones de hacerme oral, por razones que considero obvias, yo misma me fui bajando hasta que mi cara quedó a la altura de su pene. Comencé a chupársela suavecito. Literalmente se la chupaba, es decir, se la estiraba con la boca y, poco a poco fue creciendo en tamaño. Todavía no se le paraba por completo, cuando volví a sentir manos en mis nalgas y en mi entrepierna, para dar paso a dedos en ambos orificios íntimos. Ya me habían dedeado mucho ese día, además de los coitos, y si bien, jamás se pierde la sensación, el cuerpo se acostumbra a tener “objetos extraños” adentro, lo cual me hizo que ya pudiera manejar mejor la sensación y la situación. Una vez que sentí que ya estaba lo suficientemente parada, moví mis brazos hacia abajo, hasta que encontré las muñecas de quienes me estuviesen dedeando, señal de petición de que me sacaran los dedos. Me obedecieron de inmediato, aunque de manera gentil, sin lastimarme.
Me coloqué de nuevo bocarriba para que V.G.T.2 me penetrara. Lo logró también con bastante facilidad, lo cual alabó y acreditó a mi viscosidad, que cada vez era más abundante pero menos densa gracias al entrar y salir de dedos y vergas. Lo sé, simplemente por la facilidad al resbalar del miembro al entrar.
V.G.T.2, no se recostó encima de mí, quedó hincado, dejándome el pecho libre para que sus amigos me atendieran los pezones, especialmente. Desde luego que, con sus lenguas, también me atendían el resto de los senos, las axilas y esporádicamente, ambos lados del cuello.
De nuevo, aproveché esa situación para extender mis brazos y buscar las vergas de mis maduros amigos. En especial la de V.G.T.1, que era quien seguía. Pero a V3 no podría hacerlo menos, así que para evitar cualquier clase de problemas, también se la agarré. Noté algo muy interesante. Es difícil de describir. Sólo puedo decir que era muy notoria la diferencia al tacto, entre el pende de V3, quien recién había eyaculado y la de V.G.T.1 que estaba “sin usar”. La de V3 estaba como muerta, como un acordeón compactado que, incluso, era difícil de sujetar, además de estar muy resbaladiza por mi propio fluido vaginal. La de V.G.T.1, se sentía como un pedazo de carne con nervio. Lista a ser estimulada oralmente para lograr la erección, diría, amenazante...
Conforme V.G.T.2 me daba empujoncitos y todo mi cuerpo se meneaba, yo le jalaba la verga a V.G.T.1. AL llegar a la base, se la apretaba más fuerte. Luego se la soltaba para poder recorrérsela toda con mi mano. No olvido que en uno de esos empujones, V.G.T.1 exclamó en voz alta, mirando a su amigo que me penetraba: “¡Que chingona es! ¿Verdad?”. A lo cual V.G.T.2 le respondió: “¡Y que buena está!”
Continuaron por un tiempo con sus alabanzas, combinándolas con lenguaje sucio, al cual ya estaba muy acostumbrada y que no me hacia mella, si acaso, me movía a la risa, e incluso, a la carcajada, ocasionalmente.
En un momento dado, V.G.T.2 les pidió a sus amigos que se alejaran un poco. Se recostó encima de mí y, comenzó a acelerar ligeramente sus movimientos y pegó su boca a la mía como si tuviéramos imán. De esa manera, alcanzó la eyaculación, con un grito un poco menos estridente que el de su predecesor.
Estaba sacando adelante el trabajo...


lunes, 16 de junio de 2008

“La mitad de la pira”

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Cuando por fin, V3 dejó de hacerme oral, se colocó sobre su costado, dándome a entender que me bajara para mamársela. Así lo hice, me recosté sobre mi lado colocando mi cara a la altura de su pene, y se la comencé a chupar. Al mismo tiempo, empecé a sentir manos entre mis nalgas y en la vulva. Ya no se trataba de caricias, esta vez eran literalmente tallones lo que me daban. Me estaban tallando entre las nalgas y en la vulva.
Es una sensación muy fuerte, tener esas manos fregándote la línea central de tu entrepierna y todo lo que puedes ver es el bajo vientre de un hombre con su pubis peludo, por lo mismo, no pude hacerle oral de la forma suave como acostumbraba con ellos. Entre más me tallaban allá abajo los otros dos viejitos, más fuerte se la chupaba a V3, forzando a que en muy poco tiempo me pidiera que parara mi accionar.
Se la dejé de chupar e inmediatamente me coloqué para recibirlo en posición de misionero. Acto seguido, el viejito se puso entre mis piernas, de nuevo, diciendo picardías respecto a la situación de mis genitales en ese momento como: “¡Mhmhmh con tanta mayonesa me puedo hacer un sándwich de jamón con aguacate!”. Los otros dos viejitos lo secundaron, haciendo más palpable su aceptación por el exceso de viscosidad, que no simple humedad, en mi área genital. En ese momento tuve la capacidad y la frialdad para pensar que esa viscosidad no se debía solamente a las mamadas de V3, ni al sexo con “ElOl”, (quien por cierto, ya no se encontraba en la recámara), sino que venía de estar con “Don Abarroto” y con “Tontón”, respectivamente, acumulando “ambas experiencias” en mi entrepierna, precisamente para darles gusto a los viejitos. Me dije que de entonces en adelante, así sería, y así fue, cuando menos casi siempre. Acomodaba las cosas para ver cuando menos a “Don Abarroto” al último para de ahí pasarme con los viejitos.
Sentí la punta de la verga de V3 merodeando por mi orificio vaginal, así que me acomodé mejor y levanté y abrí más las piernas. Cuando me penetró, dijo algo como, “¿Ven? Así es más fácil, le entra como cuchillo en mantequilla”. Haciendo alusión a lo resbaladizo debido al exceso de lubricación contenido en mí. Todos estuvimos de acuerdo con sus palabras, hasta yo. Esto reforzó mi idea arriba expuesta. Además, si manchaba la sábana, yo no la lavaría, y si manchaba el colchón, de cualquier forma no era mío, y sí, con tanta lubricación, la penetración se convertía en un día de campo.
El viejito en turno, me penetró por completo, y echó todo su cuerpo sobre el mío. De nuevo agradeciendo por tanta lubricación y profiriendo lenguaje sucio para conmigo y picardías en general. Sentí que me sujetaban los talones, debiendo ser los otros dos viejitos pero, esta vez, ya no hubo manoseo. Con el tiempo comprendí que en situaciones como la que describo, los hombres que no están participando directamente, hacen sus tocamientos “hasta donde pueden”, es decir, se cuidan mucho de no tocarse entre sí, y como V3 se encontraba encima de mí, aunque mis piernas estaban muy levantadas y podrían acariciarme los muslos y las nalgas, si lo intentaban, podrían tocar “algo” del cuerpo de su amigo que no les gustaría tocar... En ese aspecto, son mucho más quisquillosos que las mujeres.
Sus movimientos, como siempre, y como los de todos ellos, fueron suavecitos. A veces, ni siquiera sacaba la mitad de la verga, en otras, la sacaba casi toda para luego meterla despacito. En este momento tengo la idea de que un sonido de humedad se escuchaba con cada empujoncito. Mentiría si dijera estar segura de que así fuera.
Mientras me besaba en la boca, prácticamente sin despegar sus labios, me balbuceó: “Ya me voy a venir”. Así fue. Lo hizo sin acelerar mucho su ritmo. De hecho, su aceleración fue casi imperceptible. Hasta que un grito sonoro, nos indicó a los demás que estaba eyaculando.
Su gritó me retumbó en ambos tímpanos. La mitad de la pira se había consumado...



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