Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 1 de marzo de 2008

Diferente...

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Bueno, ahora muestro un detalle algo diferente a los que le han precedido. Mañana mostraré la imagen.


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viernes, 29 de febrero de 2008

"Chavito pero infundía respeto..."

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Entreabrí la puerta de la entrada y asomé la cara. “Chavito” ya estaba esperándome en la esquina. Me le quedé viendo sin hacer ninguna seña, deseando que eso fuera suficiente para que entendiera que ya podía acercarse. Afortunadamente así fue. Ya estando más cerca, entonces sí le hice la señal con el dedo para que llegara hasta la fachada de la casa. Una vez que estuvo justo afuera, volví a hacerle la misma seña para que entrara. V.G.T.2 se me desapareció, supongo que se fue a recluir a una recámara. Cerré la puerta del frente y conduje a “chavito” casi de la mano hasta el patio…Ambos en absoluto silencio.
Una vez que nos encontramos ahí, con un ligero movimiento de la mano, señalé al colchoncito y le dije, “Aquí va a ser”. El muchacho asintió con la cabeza y encogió los hombros dando a entender que para él no representaba ningún problema. Me le quedé viendo un par de segundos y al no reaccionar, le extendí la mano. Apenado y nervioso se apresuró a buscarse en las bolsas de los pantalones, hasta que encontró y contó el dinero para después de disculparse por su despiste, me lo dio en la mano. Entonces me preguntó con voz temerosa, temblorosa, si debería quitarse la ropa. Asentí con la cabeza y comencé a quitármela yo también. Mientras lo hacía, le pregunté si el ya lo había hecho, es decir, el tener relaciones, sin preguntar si lo había hecho con una prostituta o con quien fuera, simplemente el haber estado con una mujer. “Sí…” Me respondió con una voz baja e insegura y sin estar convencido de lo que me decía y, sobretodo, sin convencer a quien lo hubiera oído. No quise preguntar más, quizá no me mentía pero me latía que de haberlo hecho, sería con una chica tan inexperta como él. Me dije que para llevar las cosas a buen término, yo debería de tomar el “papel del hombre”, es decir, ser yo la que dijera que hacer y que seguía.
Cuando lo vi de pie me pareció muy, muy flaco; bueno como muchos chicos de su edad. Las clavículas muy saltadas y las costillas muy a la vista y su miembro… de esos que cuando están dormidos cuelgan, no de los que se arrugan. A simple vista me pareció bastante largo y de los que causan dolor si el hombre no lo sabe usar bien o… si lo usan a propósito para tal efecto… Tragué saliva, respiré hondo y me dije que había que seguir adelante.
Por lo general, en estas circunstancias, son los hombres lo que te hacen plática, quieren saber más de ti y tú les respondes lo que sea y les repreguntas a ellos como para ir rompiendo el hielo. Con “chavito” era diferente dada su falta de experiencias en esas cosas. Así que me dije que tenía que preguntarle cualquier cosa y se me ocurrió aprovechar el momento para preguntarle por su edad. Me dijo tener dieciséis a punto de cumplir diecisiete en mes y medio. Lo dicho, de los clientes era hasta el momento el más joven para mí. Mientras hablábamos lo miraba y volteaba hacia el colchón pensando en que estrategia tomar con “chavito”. Se me ocurrió hacerlo rápido. Parársela pronto y que hiciera lo suyo rápido, sin muchos juegos preliminares. A su edad y por su falta de experiencia sería poco exigente, aunque le haría un buen trabajo para abrir la posibilidad de que volviese después.
Pensé en hacerle oral estando yo hincada en el colchoncito y el de pie, así que le di la espalda y me empiné un poquito para tomar el condón de mi bolsa. Sentí su mirada en mi trasero y luego me dijo, “¿Puedo?”, “¿Qué?” le respondí. Inmediatamente después sentí sus manos en mis nalgas y con voz algo festiva y pícara le respondí, “¡Ah, claro!” y le solté la sonrisa más pícara que pude. Después me volteé, se acercó a mí y sin decirme nada comenzó a besarme un seno y luego el otro. Me dije que estaba jovencito pero no tan pendejo y después de todo había pagado como adulto y “eso” estaba dentro del servicio normal. Aproveché para jalarle el pene mientras me chupaba los senos. Se le empezó a endurecer muy rápido. Para cuando dejó de mamármelas y me hinqué en el colchón, ya la traía dura como si fuera tallada en madera. Larga, bastante, aunque ya había conocido otras más largas y después llegué a conocer descomunales pero, de todos modos infundía mucho respeto.
Al hincarme, sentí que el colchoncito era delgado y sería algo incómodo para mí al tener la relación. Me fui haciendo a la idea, mientras le colocaba el condón y se la empezaba a chupar. La tenía tan dura y caliente que casi me ardía la boca. Los hombros me ardían por el sol al igual que las rodillas por lo caliente del colchón. En unos minutos bajo el astro rey se había calentado. Así que me apresuré en el felatorismo para evitar que el colchón se calentara más. Con su supuesta falta de experiencia, si le pedía que fuera de perrito, quizá no sabría de que se trataba y tardaría más en explicarle, así que tenía que ser en misionero y sin tardanza.




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jueves, 28 de febrero de 2008

"Tarifa especial..."

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Caminé de regreso a la esquina donde le había dicho a chavito que me esperara. Para ser honesta, diré que más que recordar su cara, mientras caminaba le veía un signo de pesos en la cara. Al llegar vi que no estaba. De inicio no supe que hacer. Volteé para todos lados, crucé los brazos, di unos golpecitos al suelo hasta que decidí esperarlo cinco minutos exactos. Si no volvía, yo iría a casa de V.G.T.2 a informárselo.
Estaba pensando en todo lo anterior, cuando volteé sobre mi hombro y vi su casi esquelética figura acercarse a mí. Pensaba reclamarle el haberse ido de “su puesto” y haberme hecho esperar, sin embargo, me quitó la intención cuando estiro su mano, la cual traía escondida tras la espalda, y me ofreció una paleta helada. Había ido a una tienda cercana y había comprado un par de paletas.
Después de agradecerle el gesto, le pregunté si todavía quería el servicio a lo que me contestó enfática y alegremente con un “¡Claro!” Entonces le dije que me siguiera, que me dejara avanzar una media cuadra y caminara atrás de mí y que donde viera que yo me metía, llegara y tocara para no entrar juntos. Intentó preguntar por el lugar donde lo haríamos. Corté de tajo el tema al decirle que si quería hacerlo conmigo sin pagar hotel, que no preguntara más y se limitara a hacer lo que le había dicho. Me le quedé viendo con cara de determinación y de que no bromeaba. Vi un ligero susto en su cara como toda reacción para después terminar con un lacónico y poco audible: “Está bien”.
El trayecto hacia la casa de V.G.T.2 transcurrió sin contratiempos. En cada esquina volteaba hacia atrás para ver si “chavito” no se había perdido por ahí, o por si no se había arrepentido. La paleta me cayó muy bien por su frescura debido a que hacía calor. A unos metros de llegar a casa de V.G.T. 2, se me ocurrió la idea de no cerrar por completo la puerta para que cuando arribara “Chavito” no tuviese que tocar. Así se lo dije al viejito una vez que me encontré en el interior de su vivienda. Estuvo de acuerdo y agregó que en cuanto llegara, sin más preámbulos, me lo llevara directamente al patio.
Cerré la puerta de la entrada casi totalmente, lo suficiente para que pareciera estarlo por completo. V.G.T.2 se me pegó mucho, me abrazó y comenzó a besarme. No me opuse por varios motivos. Primero, gracias a él iba a poder realizar un trabajo con su consiguiente ganancia económica para mí y, en segundo lugar, no se veía nada desde afuera. Así que el hombre, pasó su mano por debajo de mi calzón y me dedeó un poco. Al notar mi humedad me dijo que no tendría problemas con “chavito”. Luego me tomó de los hombros e hizo que me hincara, se sacó el miembro y me dijo, “unas mamaditas”. Lo obedecí con cierto resquemor pero de todos modos se las di. Se la chupé unas cuantas veces, no fue para parársela y él tampoco lo buscaba. Lo entendí mejor cuando me puse de pie y estando cara a cara me dijo, “Por si te besa…” mostrando una sonrisa pícara y maliciosa que me recordó levemente a Ross.
Ese acto lo vi como el pago que tendría que hacer “chavito” por usar la casa de V.G.T2 y así ahorrarse lo del hotel. Era como una “tarifa especial extra”. Tal vez no lo notaría pero llevaría en mi boca el sabor a verga de V.G.T.2. Después de todo, “chavito” bien pudo haber esperado a juntar todo el dinero o a conseguir un lugar por su cuenta…



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miércoles, 27 de febrero de 2008

"La entrevista..."

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Si mal no recuerdo, la idea original era ir directamente a la casa de V.G.T.2. Esto lo tengo algo nebuloso, no muy claro. Creo que mientras me dirigía ahí, pensé en que sería más apropiado hablarle por teléfono pero ahí se presentaba otro problema al no querer llamarlo desde mi celular. Claro que podría ir a la tienda de Don Abarroto y no es que me molestara tanto pagar “el precio” de sus servicios (probablemente ya habría ido a su tienda una vez en ese día), sino que “al pagarle” me quitaría tiempo. Recuerdo que busqué un teléfono público y lo encontré algunas cuadras después.
Recibió mi llamada con mucha sorpresa. No la esperaba, en cambio, yo sí esperaba que se sorprendiera. Como siempre, fue muy amable y cuando le pregunté si me podía recibir porque necesitaba hablar con él, la alegría en su voz aumentó aún más. Lógicamente me preguntó el motivo, a lo que le respondí que ya que estaba por ahí cerca, prefería decírselo en persona. Aceptó de buena manera.
Llegué a su casa y, como ya era costumbre, me recibió con un abrazo y me besó largamente. Después de que me pude separar de él unos centímetros me invitó a tomar asiento, a lo que le repliqué que tenía prisa y que quería hablar con él. Me contestó que si tanto me interesaba conversar con él, lo mejor sería que me sentara para hablar cómodamente. No quise contradecirlo y tomé asiento. Me senté frente a él.
Me quedé callada por un momento, mirando al suelo y a cualquier parte en esa sala. Luego comencé a hablar, balbuceando, tartamudeando, porque no sabía como enfrentar la situación y decirle que simplemente me prestara su patio. Seguí hablando hasta que V.G.T.2 me interrumpió diciendo que no me entendía y que me calmara. Respiré hondo y vi que no tenía valor para pedirle directamente lo que necesitaba, así que le dije que me disculpara y me levanté del sofá. Se acercó a mí, me tomó de la mano y me pidió que me volviera a sentar. Se quería sentar junto a mí pero le dije que mejor se fuera a donde estaba, que ya de por sí me era muy difícil tocar el tema por el que me encontraba ahí. Entonces me dijo, “A ver… deja te ayudo y hablo yo por ti… Necesitas dinero…” No supe si preguntó o afirmó esto último. Le respondí “sí pero… Me interrumpió: “Y quieres que te preste y te da pena pedírmelo…” No me lo dijo en tono de reproche sino como un amigo que te trata de facilitar algo difícil.
Mi presencia sí se debía al dinero pero no como V.G.T2 suponía. El diálogo de confusiones se alargo un poco más hasta que por fin le dije que en mi trabajo no quería dejar ir un cliente, así como así, que con ello me pagaba los estudios, etc. como disculpándome por pedirle lo que le pedía. Se quedó un tanto serio, quizá rascándose la barbilla, me preguntó si el chico me esperaba afuera, le respondí y agregué que a cambio de su favor yo estaba dispuesta a darle “otro favor”. Recuerdo muy claro cuando me dijo, “A pesar de tu trabajo y lo que haces, como el venir a mi casa a pedirme esto, se ve que eres muy buena muchacha”. Al terminar esta frase sus ojos miraban al suelo y a la pared mientras asentía lentamente con la cabeza, pensativo, reflexivo… Entonces añadió: “Sí te voy a ayudar con la condición que hagas lo que te voy a pedir”. Le pregunté “¿Qué?”, a lo que respondió que cuando chavito terminara yo me quedara exactamente como el me había dejado, que ni me moviera ni me aseara nada. No me pareció demasiado pedir, así que acepté. Agregó que él mismo le mostraría el camino de salida a chavito.
También me preguntó por su edad, su aspecto y, cuanto tardaría en regresar con el chamaquito. Le respondí todo y a su última pregunta le dije que entre quince y veinte minutos porque lo había dejado a varias cuadras de ahí.
Me pidió que lo acompañara al patio y en el fondo, había un cuarto con triques, en el cual había un colchoncito delgado, doblado y V.G.T.2 me pidió que lo sacara al patio y lo extendiera en el suelo. Una vez que lo colocamos prácticamente bajo el sol, me dijo algo medio hiriente, algo así como “Este va a ser tu nido de pecado” o “Tu herramienta de trabajo”, no recuerdo qué pero si noté cierto dejo de coraje “por serle infiel”.
Aún así, me apoyó al darme el consejo de que al dirigirnos a su casa, "chavito" me siguiera algunos pasos atrás para que la gente no nos viera juntos y pudiese sospechar. Le agradecí el consejo y cuando estaba a punto de salir de la casa, me dijo, “Espera”, me tomó del codo, me volteó y de nuevo me plantó un beso, sólo que esta vez, el de despedida, fue acompañado de un pellizco de nalgas y de pubis. La entrevista con V.G.T2 había sido más difícil de lo que pude describir…



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martes, 26 de febrero de 2008

"Sin muchas opciones..."

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Iba caminando de regreso a la placita y pensaba en “chavito” como en otro cliente potencial. No me atrajo prácticamente nada cuando lo traté, aunque no era completamente feo, sencillamente lo veía como una especie de “billete ambulante” el cual tenía que trabajar para ganármelo.
Pensé en todas las opciones. Realmente eran pocas o casi nulas. Pensé en Don Farma, que me diera oportunidad en el cuarto del fondo de la farmacia. Después de meditarlo un segundo o menos, concluí que no aceptaría. Igual me pasó con Melgas y DonRa. Ellos de todos modos me tomaban, no necesitaban hacerme un favor para tenerme. No me permitirían dar un servicio en un cuarto del hotel sin pagar.
Al llegar de nuevo a la placita y sentarme en la banca, pensé en los viejitos, en especial en V.G.T.2. Si bien su casa estaba ideal, el sólo hecho de proponerle algo así podría poner en peligro la relación de cliente conmigo. Los hombres son muy celosos cuando se trata de mujeres. Tuve que dejar la idea por un pequeño lapso.
Pasaron algunos días, pasó lo de los viejitos que recientemente comenté, me encontraba sentada en la banca con unas chicas cuando, a la distancia vi una silueta que me parecía medianamente conocida. Conforme se fue acercando más lo reconocí, era “chavito”. Pensé rápido y decidí levantarme y alejarme de ahí antes de que llegara a la banca. Me disculpé con las muchachas y cuando me había alejado unos metros de ellas, volteé hacía el chico y vi que me miraba. Le hice un discreto ademán con la mano que tapaba mi cuerpo para que no lo vieran las muchachas, dándole a entender que me siguiera, esperando que lo captara y no se me acercara demasiado hasta que me detuviera. Afortunadamente fue lo bastante listo para entender mi mensaje y me siguió a una distancia prudente y a paso más lento que el mío. Me alejé unas dos cuadras de la plaza hasta llegar a una esquina donde lo esperé. Cuando me dio alcancé y después de los saludos de rigor, me dijo que ya había completado mi paga por un servicio completo pero que aún le faltaba lo del hotel y que estaba “muy interesado” (No recuerdo que palabras exactas usó) en que yo le diera un servicio. Agregó que le gustaría que ese servicio se diera ese mismo día y que, aunque quizá la siguiente semana alguien le prestaría una casa ahí cerca debido a que los papás de alguien se ausentarían, insistía en que, de ser posible, el servicio se lo diera ya.
Hicimos una pausa, la cual me sirvió para pensar. Repasé de nuevo las opciones que ya había contemplado y luego me surgieron más. Pensé en “Don Abarroto”, aunque me desanimé cuando me dije que yo ya le daba todo a cambio de sus servicios. Me acordé de “Solín”, se veía accesible y de haber tenido más confianza con él, quizá me hubiera animado a pedírselo. Entonces pensé en V.G.T1, al cual descarté casi inmediatamente, hasta que se me ocurrió V.G.T2. Se me iluminó la mente al pensar que podría matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, me ganaría el dinero de “chavito” y por la otra, podría decirle V.G.T.2 que me permitiera usar una de sus recámaras o incluso, aunque fuera el baño o el patio, donde fuera no me importaba, y que a cambio, le daría un servicio gratis. Lo que Ross me había estado insistiendo tanto el otro día.
Una vez que me decidí por esta última opción, le dije a “chavito” que me esperara en esa esquina y que si en realidad estaba interesado en mis servicios, que no se moviera hasta que yo regresara. También le advertí que, ya que no pagaría hotel, no podría garantizarle ningún tipo de comodidad.
Me alejé de ahí dejándolo solo sin tener una idea clara de cómo le tocaría el tema a V.G.T.2 y sobretodo como lo contactaría. Era como caminar sin rumbo fijo…


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lunes, 25 de febrero de 2008

"Chavito."

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Por esos días, Incluso quizá antes de que ocurriera la situación con los viejitos, me encontraba sentada en la banca del parque. Era una de esas veces que te vas llegando y a lo lejos ves que las únicas dos chicas que había disponibles se suben en un auto con dos tipos y se van al hotel y te toca quedarte solita como haciendo guardia. Cuando estás así, volteas a todas partes, luego miras al suelo, vuelves a mirar a la calle por donde vienen los autos y haces todo ese tipo de cosas esperando que pase el tiempo o que llegue un carro, o que cuando menos llegue alguna chica para conversar y preguntarle como le fue y con quien estuvo. Ves a la gente pasar, ancianitas, personas de todas las edades y evitas mirarlos a la cara pero cuando eso ocurre y alguien te saluda con un “buenos días” o, “buenas tardes”, tratas de ser lo más discreta posible, contestándoles el saludo con una voz casi imperceptible o con un ligerísimo movimiento de cabeza, siempre acompañados de una leve sonrisa. De tal forma que sí alguien viene caminando desde el lado opuesto de la plaza, no te llama la atención, quizá hasta que pasa frente a ti.
Así ocurrió esa ocasión. A lo lejos vi que la figura de un hombre venía en el camino hasta que tendría que pasar frente a mi vista sólo que ese hombre se detuvo frente a mí. En realidad era un muchacho muy joven que empezó a preguntarme si yo era de las chicas de la plaza. Cuando respondí su pregunta con otra cuestionándole el porque me preguntaba eso, me contestó que andaba buscando alguna. Después de que la conversación se hiciera más abierta al ver yo que simplemente era un chico buscando mujer, pasamos al tema del dinero. Le mencioné la cantidad que se cobraba. Desafortunadamente para el muchacho, su capital rondaba en aproximadamente la mitad del total que se cobraría con todo y hotel. No era poco para un chico de preparatoria (Quise llamarlo “Bebé1” pero he decidido reservar el apodo para otro que recuerdo mejor y que mencionaré en el futuro) pero de todas maneras no se acercaba al mínimo.
No sabría decir el porqué pero sentí un poco de ternura por él, quizá, pensaba yo, todavía no ha probado mujer o andará muy urgido. Ese sentimiento suave se acrecentó cuando se abrió por completo conmigo y me dijo que me había mentido parcialmente, que me había visto ahí varias veces y que tenía días pensando como acercarse a mí y no sabía cómo, que lo había pensado mucho. Cuando le pregunté el motivo por el que dudó tanto en hacerlo, simplemente se sonrojó y no respondió nada. Me dio un poco de tristeza pero tuve que decirle que no podía hacer excepciones y que yo misma tenía que respetar el precio.
Mientras hablábamos, yo estaba pensando en que con un veinte porciento más de lo que traía, alcanzaría para cubrir mi cuota, sólo que no tendríamos donde hacerlo. De cualquier forma le recalqué varias veces que yo cobraba cierta cantidad y que aparte habría que pagar por el hotel. Me dije que si era listo, quizá podría buscar la manera de encontrar un lugar donde le pudiera dar el servicio, quien sabe, quizá era del barrio y podría tener un lugar, una casa en los alrededores, quizá la suya, cuando no estuvieran sus papás, etc.
Tuve que despedir al muchacho cuando se acercó un auto. Alcanzó a preguntarme si pensaba seguir yendo a la plaza. Le respondí afirmativamente y a manera de despedida me dio a entender que volvería con más dinero.
El día transcurrió como siempre, ajetreado, con mucho movimiento… rutinario. No pude pensar mucho al respecto. Hasta que en algún momento, después de un servicio en el hotel y que venía de regreso para la plaza, caminando las cuadras que separan ambos lugares, comencé a pensar en como salvar ese obstáculo, es decir, cobrar lo mío íntegramente y que el muchacho no tuviera que pagar el hotel. En realidad era mucho dinero para alguien de su edad que, o todavía no trabajaba o en caso de hacerlo, ganaría poco para darse el tipo de gustos que los mayores sí podían darse.
He pensado en como llamarlo. Me es difícil debido a que en el futuro llegué a tener clientes más jóvenes aunque para ese momento, en caso de hacerse, sería el más joven. Lo llamaré “chavito”.



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domingo, 24 de febrero de 2008

"Con Ross..."

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Esta semana ha sido de lo más atareada para mí. Así que no pude subir imagen nueva y ya que volví a tocar el tema Ross, decidí mostrarla a ella. Por cierto, entre tanto trabajo, viajes inesperados y ajetreos, cometí un ligero error y el detalle de ayer corresponde a una imagen muy similar, casi idéntica a la que muestro hoy en varias versiones, aunque no es la misma. Corresponden al mismo día. ¡Ah! Por cierto, como siempre lo hago, cabe aclarar que la imagen no es nueva, tiene algunos añitos.
Las imágenes permanecerán hasta la noche del Domingo -06:00 G.M.T.



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Daguerrotipo.

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Color Antiguo.

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Cámara de Cajón.

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Gelatina de Plata.

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Vívido.


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Actualización:



Ya las quité.

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