Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 19 de julio de 2008

Casi no llego...

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Bueno, como dice el título, casi no llego para tomarme la imagen, pero ya quedó y para mañana la mostraré en unas pocas versiones (Debido precisamente a la premura de tiempo). Pero eso sí, con mucho cariño para los lectores del blog. Sin mucha pose, ni mucho chiste, diría yo pero, aquí está el detalle de lo que mañana mostraré. Más reciente, casi imposible...


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martes, 15 de julio de 2008

"Creeme que si..."

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Mis palabras, no únicamente lo hacían reír sino que hacían que su yema buscara mi ano con más vehemencia, abriendo sus pliegues y estacionándolo ahí por buen tiempo. Evidentemente, las ansías de adquirir cultura de mi parte disminuían dramáticamente con todo esto. En esa ocasión, mi instinto me obligó a agacharme, estirar mi cuello y plantarle un beso en su paquete genital por encima de sus pantalones. Recuerdo que en una ocasión, yo ya estando completamente desnuda, y él, totalmente vestido, sin que me lo pidiera, me hinqué en el suelo y me coloqué entre sus piernas, y le lamí el pantalón hasta dejarle una mancha oscura de humedad. En esa ocasión, cuando levanté mi vista, se cruzó con la suya, y nos sonreímos. No sabría explicar que tipo de complicidad implicaba, el que le lamiera el pantalón, hasta dejárselo húmedo y el cruzar nuestras miradas. Esta vez, como ya mencioné, fue sólo un beso en donde le sentí el bulto, algo voluminoso pero, de tamaño cómodo, normal y bastante práctico.
Afortunadamente, al poco tiempo, con el pretexto de que hacía calor, se quitó la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Seguimos abrazados y mientras le besaba el pecho, tímidamente, llevé mi mano a su miembro, hasta que se lo sentí y lo tomé suavemente. No quise parársela, sólo se la quería sentir. Sentirla en mi mano. No pude resistir más la tentación, y fui bajando mi cabeza hasta la altura de su pene. Él lo sabía, así que no me opuso resistencia. Una vez que descendí hasta ahí, le di unos ligeros besitos y algunas leves lengüeteadas, nada más. Todavía no quería parársela por completo. Pero mi movimiento, le facilitó el acceso, y logró meter una falange completa en mi mano. Con mi consabido y esperado “¡Ay!”, que le hizo soltar una breve carcajada amable.
La tentación era grande, así que después de unas cuantas lengüeteadas y besitos, y sin que me lo pidiera, me enderecé, me desencajé su dedo de mi ano, con otro consabido “¡Ay!” de mi parte, me hinqué en el suelo y me la metí en la boca. Se la chupé muy suavecito, de nuevo no como queriéndola parar sino más que nada, para disfrutarla yo. Puse mis codos en la parte más alta de sus muslos, lo que le facilitó para, de nuevo, acariciarme las axilas. Conforme se la chupaba, sentía sus dedos recorrerme la piel de mis axilas… Muy suavemente… Con las fijas intenciones de excitarme más…
Para evitar que se le parara de más, por momentos dejaba de mamársela y le lamía los testículos. Cuando yo hacía esto, él dejaba la parte baja de mis brazos y me apretaba los hombros. Acto seguido, pensé en ya no chupársela más y me limité a lamérsela. PonchI no era de los que la traen parada todo el tiempo, ni de los que se les para con cualquier insignificancia. Así que tranquilamente podríamos ir a la recámara, para hacerlo con más comodidad. Sin embargo, cuando me levanté y le di la espalda para ir a la habitación, me tomó de las caderas, y me hizo que me empinara. Entonces me dijo que quería revisarme, “A ver si era cierto que andaba limpia, que me la acababa de lavar para él…”. Le respondí que fuéramos mejor al cuarto, que ahí podría revisarme más cómodamente “lo que quisiera”.
Nos fuimos abrazados a la recámara y, al traspasar su umbral, le tomé el pené y lo jalé hasta la cama, como si se tratara de un elefantito. Me recosté bocarriba, y abrí las piernas de par en par dándole a entender que ya podría revisar lo que quisiera.
Como cuando estás bocarriba lo único que ves es el techo y el foco, y tus propios pechos te bloquean la visón, tengo que adivinar que se hincó entre mis piernas, sentí sus manos en mis muslos abriéndolas, olió mis genitales, o los miró muy de cerca cuando menos y luego me dijo en tono de broma que era una mentirosa cuando le dije por teléfono que la traía limpia. A lo cual contesté, “Créeme que cuando llegué aquí sí andaba limpia…”




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lunes, 14 de julio de 2008

“A veces, era difícil concentrarse. A veces, lo hacía reír…”

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Mis dudas se disiparon cuando me tomó de la punta de la barbilla, volteó mi cara hacia arriba y me plantó otro beso. Digo que dejé atrás la incertidumbre y supe que era el momento de dejarme llevar por PonchI. Quizá más tarde lo cuestionaría.
Siguió besándome con una suavidad como de terciopelo, mientras que su mano, ya estando de frente, me acariciaba el seno desnudo, y con la otra me rodeaba los hombros para que nuestras caras chocaran suavemente.
No recuerdo, quizá en ese momento estaba tan alelada, que no reflexioné en ello pero, obviamente que era por todos esos detalles que mi amiga estaba tan, tan “interesada” en él. Al poco tiempo, me pidió que me desnudara. Con cierto asombro le pregunté si nada más yo, a lo que me respondió afirmativamente, agregando que si lo deseaba, me dejara los zapatos puestos. Lo obedecí y antes de sentarme junto a él en el sofá, me pidió que le diera en la mano mi calzón. Titubeé un poco pero recordé nuestra conversación telefónica de unos minutos atrás y, sonriendo, se lo pasé en la mano. Lo abrió y lo vio, con especial interés, como era de esperarse, en la entrepierna. Después se lo llevó a la cara y poniendo esa parte de la prenda en su nariz, aspiró fuertemente. Entonces con cierta picardía me dijo, “Sí, se nota que andas limpia… pero… no tanto…”. Le respondí, “Bueno, tu sabes, el calor… y todo el…trayecto… en taxi…”. “Y son azulitos como me habías dicho…” Me dijo. Asentí con la cabeza y el hizo lo mismo y, con un ademán me pidió que me volviera a sentar junto a él. Así lo hice. Me rodeó con un brazo, me tomó del codo y me estiró para que yo también lo abrazara. Mi brazo quedó algo tenso, a pesar de que me incliné hacia adelante para aliviar la tensión. Comenzó a acariciarme la parte baja del mismo. Desde el codo hasta casi la axila, sobándome cariñosamente el tríceps. Después bajó su mano hasta llegar a mi seno y le dio algunos apretoncitos, al igual que unos pellizquitos al pezón. Me sujetó con fuerza del codo, y colocó la yema de su dedo en mi axila, pasándola suave y juguetonamente de arriba abajo. Las ligeras cosquillas que me provocó hicieron que por instinto tratara de retraer el brazo pero, como me lo tenía bien sujeto del codo, no tuve más remedio que aguantar. Esas cosquillas hicieron que me empezara a excitar. Y todo esto mientras seguíamos escuchando su música y hablábamos de temas interesantes. Así que no quiero ni imaginarme como se pondría Ross en circunstancias similares. Cuando una inmensa mayoría de gente es vulgar y de gustos igualmente vulgares, el conocer a alguien así es rotundamente cautivador.
De ser un dedo el que acariciaba mi axila, se convirtió en toda la mano, que ahí se detenía después de apretarme suavemente el seno, sólo para regresar a la punta de mi pezón. La sensación fue tal que tuve que oprimir mi cara contra su pecho. Me producía escalofríos. Como estuvimos así muchas veces, antes y después de la que narro, no sé con seguridad si fue esa misma ocasión cuando le humedecí la camisa, a la vez que se la manché de rímel y lápiz labial. Para hacer más clara la imagen que describo, diré que sí. Ja- ja. Me apené por haberle manchado la camisa, a lo que me respondió que al contrario, que nunca la lavaría y atesoraría las manchitas que ahí había dejado yo. Como siempre todo un caballero…
Siguiendo con la historia, decía que era tal la sensación, que me hizo doblar las rodillas, recoger las piernas y enconcharme. Lo cual le facilitó el ponerme una mano en el trasero. Abandonó mi seno y mi axila y empezó a acariciarme las nalgas y a meter un dedo entre ellas.
Él seguía hablándome de cosas muy interesantes y cultivadoras mientras me hacía todo eso, hasta que alguna vez le dije: “Me interesa mucho lo que dices y me gusta también, mucho, aprender de ti pero, es muy difícil concentrarse teniendo una mano en el culo y un dedo afuerita del fundillo…” Mis palabras lo hicieron reír… A veces lo lograba…



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domingo, 13 de julio de 2008

Muy Recientes de Nuevo.

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Ahora coloco esta imagen en varias versiones. Como dice el título, es muy reciente. De esta misma semana. De hecho, cuando digo que son recientes, por lo general, son de la semana en cuestión, y me las tomo exprofeso para el blog. De alguna manera me doy mi tiempecito para tal efecto, y no faltar a la costumbre.
Las imágenes, como es costumbre, durarán hasta la noche del Domingo -05:00 G.M.T.




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Daguerrotipo.






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Color Antiguo.





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Blanco y Negro Alto Contraste.





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Vívido.






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Actualización:

Ya las quité.




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