Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 24 de noviembre de 2007

Un detalle mas...

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viernes, 23 de noviembre de 2007

"Para mi seguia siendo negocio-negocio..."

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Mi amiga continuó un tiempo más con su moción de adelante hacia atrás. Si mal no recuerdo, me provocó dos orgasmos de esa manera. Fue algo indescriptible por ser diferente, muy diferente al orgasmo que te provocan con la boca, o con los dedos o, incluso con el pene mismo. El orgasmo que te provoca otra vulva, los labios de otra mujer y sus pelitos entrando en tus propios labios es incomparable. Los gritos que me arrancó cada 0rgasmo excitaron aún más a Don Sienes, al grado que detuvo a Ross, mientras yo estaba casi desfallecida y le dijo que quería que le mamáramos la verga.
Mi amiga me soltó de las piernas, las cuales cayeron como si se trataran de una muñeca de trapo. Deseaba que Ross siguiera con el trabajo sola por unos minutos para poder recuperar fuerza, sin embargo, ella me jaló de una mano y me dijo con voz algo desesperada que me levantara. Después de algunos intentos, pudo lograr que me incorporara, quedé sentada a la orilla de la cama. Para ese momento, el hombre ya estaba acostado boca arriba y su pene, según recuerdo, ya estaba erecto o semi erecto.
La multimencionada y alocada chica le colocó el condón mientras yo seguía sentada con mi mente en una especie de limbo, entonces me tomó de abajo del brazo con su pulgar en mi bíceps, me jaló, me dijo “ven”, con voz de mando, como cuando un jefe espera que realices un trabajo pendiente que te corresponde y del cual no puedes escapar y ni siquiera debes intentarlo, y me jaló hasta que mi cabeza quedó al lado de la verga del hombre. Resultó que le había puesto el condón únicamente en la punta del miembro quedando todo el tallo libre para que se lo pudiésemos lamer.
Así ocurrió. Me sentía laxa, débil y sin muchas ganas, aún así no pude quedarme atrás y al ver que mi amiga se lo lamía con tanta fruición, comencé a darle unas débiles lengüeteadas por mi lado. Desde que Ross comenzó, el pene se paró con mucha dureza. Pude verle la vena (O lo que sea) de la parte de abajo del pene, pulsando, gruesa, imponente. Mi amiga logró que llegara a ese estado con un par de lamidas. Así que a pesar de mi poca predisposición, al sentir la dureza y calor (Casi quemaba mi lengua) de aquel palo de carne tiesa, mi naturaleza hizo que lo aceptara e, incluso lo deseara y comencé a salivar. Como dije empecé a lamérsela y de hecho, sentí varias veces la punta de la lengua de Ross toqueteando la mía pero en unos instantes me nació darle besitos y chupaditas poquito arriba de la base. Como parte del show, eventualmente dejábamos de chupársela para darnos un beso en la boca. Hubiese preferido seguir mamando la verga por ser lo que me naturaleza me pedía pero comprendía que Don Sienes estaba pagando no solamente por sexo sino por un show de dos mujeres.
Luego me avivé y me prendí de la punta del miembro y comencé a mamárselo. De esa manera, ya no besaría a Ross y además, le dejaba a ella el trabajo final antes de de la penetración, tal y como fuera a suceder. Le bajé el condón hasta la base de la verga y seguí chupando. Mi estrategia surtió efecto cuando después de unos instantes, Ross me quitó con urgencia pidiéndome que le diera la oportunidad a ella de mamarle la verga a Don Sienes. Para ella sí era una verdadera mezcla de placer-negocio…


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jueves, 22 de noviembre de 2007

Babe vs. Porky

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Hay que entender que estar haciendo el sesenta y nueve con otra mujer, no es algo que me fuera muy familiar. Ni ahora, ni entonces. Cuando estás en esa circunstancia y eres tú la que está abajo, todo lo que tu vista abarca son dos enormes bolas de carne. Así las ves aunque no sean muy grandes y en medio de ambas, una línea cubierta de pelos y pliegues y entre todo esto, un orificio conformado por más pliegues y pelos y un poco más allá, otro orificio con características similares un poco asemejando un ojal.
Como dije anteriormente, muy en el fondo me temía que Ross desplegara todas sus habilidades sáficas en contra mía. Empezamos una auténtica batalla de poder al masturbarnos mutuamente. Yo, con mi dedo en su ano y ella con el suyo en mi vagina. Tratábamos de cogernos literalmente a la otra. Como debí suponer de antemano, Mi amiga me superaba en todo lo relacionado al lesbianismo y ganó. En pocos minutos alcancé el orgasmo gritando tanto como pude. Aflojé todo el cuerpo y recuerdo que mi dedo se atoró dentro de su recto. Su ano lo sentí como un anillo muy ajustado que estrangulaba la circulación de mi dedo. Puse las plantas de los pies en la superficie de la cama y comencé a subir y a bajar mis caderas, tanto por la sensación experimentada como para tratar de sacudirme a mi amiga de encima y de adentro de mí.
Quedé tan indefensa y relajada que después de sacarme el dedo, ella me levantó las piernas y comenzó a darme nalgadas. Al ver esto, Don Sienes se le unió. Me pareció inexplicable pero en lugar de molestarme, el dolor me excitó más; Y claro, a cada nalgada le seguía una exclamación de mi parte. No cesaron de nalguearme hasta que el cliente dijo en voz alta: “¡Ahora panocha con panocha!” No supe ni como reaccionar ni que pensar, de por sí ya estaba a merced de ambos. En ese momento no reflexioné que si el cliente pedía con certeza “eso” es que sabía que Ross podía hacerlo, por ende, ella ya lo había hecho delante de él.
Ross se puso de pie sobre la cama y me tomó de los tobillos. Me levantó las piernas lo más que pudo hasta doblarlas un poco hacia atrás y que yo despegara las caderas de la superficie de la cama. En ese momento pasó una de sus piernas por en medio de la mía y dobla las rodillas hasta que sus genitales se asentaron en los míos. ¡Me estaba haciendo lo mismo que le había hecho a La Rusa! Prácticamente se sentó sobre mi entrepierna, colocando quirúrgicamente su vulva sobre la mía, asiéndose con sus dos manos de una de mis piernas y comenzó a mover las caderas de atrás para adelante. No puedo siquiera intentar describir la sensación obtenida con esa posición… El que toquen los labios de la vulva de otra mujer a los tuyos no se parece a nada. Ese cosquilleo cuando de repente se le metía un labio entre los míos y la sensación aumentaba cuando se me metía algún pelito de ella. Ahora sé que de haber andado rasurada Ross, la sensación hubiera sido menor. Todo eso hizo retorcerme de placer. Su cuerpo debió de asemejar un badajo y mis muslos, una campana. Luego cambió su movimiento para darse sentoncitos en mi vulva. Podía escuchar la succión de ambas vulvas pegajosas cuando quedaban pegadas por un instante al levantarse ella. No podía detenerla, no podía desviar su enfoque, así que opté por dejarla hacer como si se tratara de un hombre. Cuando Ross regresó al movimiento original de atrás-adelante, se escuchó cada vez el “splash” característico. Fue cuando ella gritó, “¡Porky vs. Babe!” y soltó una carcajada con una mezcla de risa auténtica y excitación. Don Sienes agregó algo así como que eran un par de cerditos hermosos, no recuerdo con exactitud.
Sentí algo caliente caer desde la parte baja de mi espalda. Un hilillo de líquido vaginal, supongo que una mezcla del de ambas, había recorrido toda la línea de mis nalgas y ya se encontraba ligeramente arriba de la cintura. Las intenciones de Ross eran las de calentar mucho al cliente para terminar rápido. Era obvio que lo estaba logrando pero ¿No estaría exagerando y cuando ella quisiera el cliente no le daría lo suficiente?



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miércoles, 21 de noviembre de 2007

""La batalla lesbica-oral estaba en todo su esplendor..."

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Ross se recostó a mi lado y de nuevo empezó a besarme, casi al mismo tiempo que extendía su brazo hacia mi entrepierna para continuar con su dedeo. Don Sienes se le unió en su lucha contra mí y tomándome de las rodillas, abrió por completo mis piernas. Nuestro cliente no aprovechó la situación más que para ver de cerca como actuaban los magistrales dedos de mi amiga en mis genitales.
Me pareció un poco extraño que el cliente se limitara a asirme de las rodillas y a verme de cerca, al mismo tiempo me sentí aliviada que así fuera porque dos contra mí hubiera sido algo que no hubiera podido manejar. Ross comenzó a masajear mi clítoris con movimientos circulares y sólo dejaba de besarme la boca para, de vez en cuando chuparme el seno que tenía más cerca. No recuerdo con exactitud ni en qué momento ni las palabras exactas pero mi amiga algo le dijo al cliente de que le presentaba a ‘Porky’, a lo cual el hombre respondió con el clásico “mucho gusto” y luego le dijo que Porky tenía hambre a lo que Don Sienes respondió que al rato le daría “de comer”. Yo ya no tenía capacidad de reacción. Todo lo escuché como entre penumbras dentro de mi excitación y lo recuerdo vagamente como si hubiese sido un sueño.
Muy en el fondo de mí, el último hálito de lucidez que me quedaba, temía que Ross desplegara todos sus conocimientos lésbicos en ese momento, tal como lo había hecho frente a mí contra La Rusa tiempo atrás. Mis temores tenían fundamento: Al poco rato, Ross se trepó encima de mí para efectuar el sesenta y nueve poniéndome toda la cola en la cara. Prácticamente se sentó en mi rostro. Empecé a sentir la sensación desesperante proveniente de mi entrepierna que me hizo mover inconscientemente las caderas de un lado a otro. Por mi parte, recordé que tenía que excitarla a ella lo más que me fuese posible para que acabara con nuestro cliente, así que le abría las nalgas hasta que le doliera y pude constatar lo que ya sabía. Era una chica muy limpia, de las que pasan gran parte del tiempo buscando una oportunidad para asearse, sin embargo, como ya había dicho, no dejaba de ser mujer y tener el olor característico. Sé que eso duele, sin embargo ese dolor no la amedrentaba ni la hacía amainar. Al momento de abrirle las nalgas y poder ver esa continua raya de pelitos, cuya piel era más oscura que el resto, me dio el tufo a pescado. “Ni modo”, me dije, “hay que echarle para adelante” y empecé a lamerle la vulva lo mejor que pude.
Recordé algo que algunos hombres me habían hecho en situaciones como en la que se encontraba Ross. Ya que tenía la parte baja de sus nalgas presionando mis pómulos y alrededor de la nariz, comencé a mordérselas con cierta suavidad al principio y después con mayor energía. Por fin pude hacer que cesara de mamarme al provocar un gritito en ella que ahora que lo recuerdo me causa risa. Como era de esperarse, estas mordidas la encendieron aún más y contraatacó mordiéndome las nalgas o lo que podía dado que yo me encontraba abajo.
A su contraataque no me quedaba más remedio que “re contraatacar” de mi parte. Después de todo, yo me encontraba abajo y cuando la mujer está arriba en un sesenta y nueve te deja el culo libre para que le hagas lo que quieras, así que aproveché la situación y le metí un dedo en el ano, no sin antes haberlo paseado por toda su vulva para que me lo lubricara y no la lastimara demasiado. La hice exclamar un pujido que le salió del fondo de la garganta, una especie de “urghfff”, que la hizo dejar de lamerme por un segundo.
Sabía que mi loquísima amiga no se rendiría tan fácil, así que trató de hacer lo propio, sin embargo, fruncí mi ano y lo escondí lo mejor que pude cerrando las nalgas con fuerza. A Ross no le quedó más remedio que buscar una alternativa de consuelo. Y la encontró. Al no poder meterme el dedo en el ano, regresó a mi área perineal, hurgó por todas partes y dio con el orificio vaginal. Acto seguido me penetró con su dedo. Ahora fui yo la que dejó de morderle el culo para externar una exclamación de dolor-placer. La batalla lésbica-oral estaba en todo su esplendor.


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martes, 20 de noviembre de 2007

"A merced de las fieras..."

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No sé si la memoria me esté jugando una mala pasada pero tengo en mi mente que mientras el hombre dedeaba a Ross y ésta doblaba sus rodillas, me estaba dando con más fuerza el típico olor a pescado que emanaba de la entrepierna de mi amiga. Mientras esto ocurría, trataba de guardar la calma sabiendo que todavía faltaba mucho por pasar. Ella gemía y pujaba al tiempo que le decía palabras de halago a Don Sienes, tales como “Que rico, papi…” Él respondía diciéndole cosas como que rico culito o traes la panochita bien caliente, me quema aunque ya andes muy mojadita, etc.
Eventualmente dejó de dedearla y vi que venía hacia mí. Antes de que otra cosa pasara, abrí un poquito las piernas y doblé las rodillas para facilitarle el acceso y prevenir que me fuera a lastimar. De todos modos lo iba a hacer, así que qué mejor que pasara con placer y sin dolor.
Dado que Ross tiene los senos bastante más pequeños que yo, noté que el cliente no los atendió en ese momento, sin embargo, conmigo lo primero que hizo fue empezar a besármelos. Me lamió cada seno por completo y bajó sus manos, tanto a mis genitales como a mi ano. Recordó con facilidad el camino y no tardó en encontrarlo. En ese momento comencé a sudar y cerré los ojos, por lo tanto no sé que habrá hecho Ross en ese lapso. Sólo recuerdo que con los ojos cerrados sentía su boca succionándome con fuera un pezón, estirándome el pecho y sentía sus dedos en mi vulva y en mi ano.
No pasó mucho tiempo antes de que sintiera hilitos de sudor caer desde debajo de mis senos y de mis brazos. Entonces el hombre cejó de dedearme la vulva y comenzó a masarme el monte de Venus, enmarañándome los pelos, tal como si se limpiara los dedos con ellos. Como él hacía movimientos circulares en mi ano, sentí que mis piernas se debilitaron por lo que tuve que pasar un brazo por encima de sus hombros. Esto hizo que mis ingles se abrieran más, lo que fue una invitación involuntaria para que explorara más a fondo mi vulva con sus dedos, aunque no me metió ninguno.
Mis ojos seguían cerrados, sólo se abrían cuando mi cabeza se movía hacia atrás y entreveía la unión del techo con la pared del cuarto del motel, cuando sin darme cuenta ni cómo, sentí que el seno que me había quedado libre fue ocupado por otra boca. Entreabrí mis ojos y tras las rendijas que formaban mis pestañas vi dos cabezas debajo de mi quijada, prendidas a mis senos, la de la izquierda tenía el cabello más largo y castaño, Ross se le había unido a Don Sienes y me estaba mamando la otra teta.
Por menos de un segundo, sentí que el cliente había liberado, tanto mi vulva, como mi ano. Fue tiempo suficiente para que aspirara profundamente. Todavía no exhalaba el aire cuando Ross ocupó mi vulva con su mano. Esta vez no se limitó a dedearme sino que comenzó a tallármela con rapidez produciendo la mayor fricción que pudo. “¡Espera!” Espetó Don Sienes, “llévatela a la cama” Ross muy obediente, me agarró de las nalgas, metiendo un dedo entre ellas y con toda su fuerza, que en realidad no era mucha, me empujó varias veces hasta la orilla de la cama, me tomó de los hombros, me volteó frente a ella y, de nuevo con toda su fuerza, me empujó para que yo cayera boca arriba sobre la superficie con las piernas semi abiertas. Había quedado a merced de una fiera sexual, o quizá de dos…



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lunes, 19 de noviembre de 2007

"Algunas claves que ahí nacieron..."

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Ross continuaba besándome en la boca con bastante fuerza para ser mujer, es decir los besos de mujer son mucho más suaves y tímidos que los de un hombre. El hombre pareciera que te quiere explorar toda la boca o succionarte el alma por la boca o algo así, mientras que la mujer es más pasiva. Sin embargo, como dije, Ross me estaba besando con pasión cuando, súbitamente, separó sus labios de los míos y profirió una exclamación parecida a un “ay” que más bien fue una exhalación, seguida por un movimiento brusco de su cabeza hacia atrás. Resultó que Don Sienes también le estaba picando el ano y a ella sí, le introdujo parte del dedo. Una vez que nuestras bocas se separaron, aunque nuestros pezones se toqueteaban, el cliente, sin quitar la yema de su dedo de mi ano, me besó el hombro derecho. Luego besó el izquierdo de Ross. Estuvo intercambiando de hombros por un momento hasta que sentí que la presión de la yema en mi esfínter desaparecía. Sacó sus dedos de en medio de mis nalgas para luego ir con todo contra Ross. Se interpuso entre ambas dándome la espalda, así que me moví un poco para que ambos me quedaran de perfil. Entonces Don Sienes, cubriendo prácticamente toda la vulva de Ross con su mano dijo, “No, no, vamos a hacer una cosa, que éste sea ‘Babe’…” y luego desapareciendo un dedo entre las nalgas de Ross continuó, “…Y que éste sea ‘Flautista’ (Otro de los tres cochinitos)” Refiriéndose al ano de mi amiga.
Ya había quedado establecido, Yo tenía a ‘Porky’ adelante y a ‘Práctico’, atrás, mientras que Ross tenía respectivamente a ‘Babe’ y a ‘Flautista’. De hecho, durante bastante tiempo los usamos como clave. Cuando Ross y yo mencionábamos a ‘Babe’, nos referíamos exclusivamente a sus genitales, por ejemplo, si hablábamos por teléfono y me comentaba que había tenido una sesión muy enérgica de sexo con un hombre, me decía que “‘Babe’ andaba rozado pero contento”, o si quería ir a hacer pipí decía cosas como “‘Babe’ quiere llorar” o si un hombre la había hecho que se mojara mucho me decía que “Ese hombre hizo llorar mucho a ‘Babe’”, o si en el momento que me lo decía estaba húmeda por alguna razón decía “’Babe’ está llorando mucho”, o si iba a tener sexo, “Le voy a dar de comer a ‘Babe’” etc. Por mi parte decía lo mismo, solamente sustituía a ‘Babe’ por ‘Porky’. En menor medida, también llegamos a mencionar a ‘Práctico’ y a ‘Flautista’. Eran buenas claves, ya que las podíamos usar por teléfono desde nuestras respectivas casas o en lugares públicos como restaurantes o cines, etc.
Estas claves las usamos por algún tiempo, incluso, cuando ella me proponía un trío o simplemente quería sexo conmigo sin más motivo que el placer, me decía cosas como “Hay alguien que quiere que ‘Porky’ y ‘Babe’ se saluden” o “‘Babe’ quiere saludar a ‘Porky’” o simplemente, “Vamos a hacer que ‘Porky’ y ‘Babe’ se den besitos”.
Continuando con el tema, el hombre comenzó a dedear a Ross, tanto su vulva como su ano. Ella comenzó a jadear, a jalar aire como si estuviera haciendo un ejercicio muy pesado y a gemir, con los ojos completamente cerrados. En ese momento recordé lo que había pensado antes, “Pobre pendejo, la está calentando mucho, parece que no sabe en las que se está metiendo”…


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domingo, 18 de noviembre de 2007

Mas del duo dinamico.

Había dicho que por un tiempo no pondría más imágenes de Ross y yo pero, dado que en este momento, ella forma parte importante dentro de la cronología y que mis ocupaciones todavía me tienen atada, al grado que he tenido que sacrificar horas de sueño por las mismas, ahora muestro una de ambas en varias versiones, la cual es antigua, sí pero, no tanto como otras que he mostrado en el pasado.
Las imágenes, como es costumbre en este blog, permanecerán hasta la noche del Domingo y pido atención en lo siguiente, el horario es -06:00 G.M.T.
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Daguerrotipo Coloreado.

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Blanco y Negro Alto Contraste.

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Platino.

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Sepia.

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Glamour.


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Actualización:


Ya las quité.


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