Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 22 de diciembre de 2007

Sabado de pre-Navidad.

Por estar en una época especial, hoy cambiaré un poquito el formato de la tradición, es decir, lo haré igual que el año pasado en estos días. Por lo mismo, hoy no habrá ni detalle, ni negativo. Mañana Domingo se continuará con la tradición Navideña.

viernes, 21 de diciembre de 2007

"Con sus palabras sabía excitar..."

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“Al cabo para cuando eso pase, si es que pasa, ya nos han de haber pagado". Seguía diciendo mientras caminaba y me dejaba atrás debido a la inmovilidad que me ocasionaron sus palabras. Al voltear se dio cuenta de que ya estaba unos metros delante de mí, me buscó con la vista hasta que me encontró. Se dio la media vuelta y caminando despacito y sin delito alguno, de manera desparpajada e ingenua me preguntó, ¿Qué? Yo tenía la mano en la boca y me encontraba pensativa. Después de unos segundos liberé un poco la tensión y haciendo un esfuerzo le respondí que se trataba de la vida de una, o quizá dos personas, que no podíamos salir corriendo como si nada y ya. Me respondió que, “ni modo que la policía estuviera tan avanzada como en otros países y tomaran muestras de ADN o de huellas digitales para saber quien más había estado ahí y que además, nosotras no habríamos hecho nada malo”. A sus necias palabras, no me quedó más remedio que decirle que tomáramos las cosas con calma y aprovecháramos que sería un trabajo ligero, que ya estábamos sobresaturadas de trabajos largos y pesados y que en todo caso, si quería algo fuerte, tenía a PonchI y compañía, sin mencionar a los viejos de la plaza. Me respondió con algo muy típico de ella.
Me dijo que si con los jóvenes se calentaba y con los maduros se súper calentaba, con un viejito y por ser la primera vez, se iba a volver loca. “Loca ya estás”, le dije. “Pues entonces más… Imagínate, un viejito adentro y arriba de ti… Mhmhmh…” Me respondió relamiéndose los labios como si estuviera a punto de saborear el más exquisito de los manjares y pestañeando con rapidez.
De nuevo pensé, “Pinche loca… Aunque esta vez tengo que reconocer que tiene algo de razón…” Mi loca amiga sabía como hacer que una cosa aparentemente insípida o simplemente de trabajo rutinario se volviese interesante, erótica, deseable y no se cuántas cosas más… “Un viejito adentro y arriba de ti…” Esas palabras me retumbaron en la mente y las traje por el resto del día laboral. Es una idea perturbadora, en especial a tus dieciocho años. Pinche Ross, siempre sabía sacar lo interesante y erótico de las cosas.
Cuando llegó la hora de ir con los viejitos, le sugerí que antes pasáramos con Don Abarroto para asearnos un poco. Me respondió que no tenía caso, que para qué, “Nos va a querer picar el culo y al final vamos a salir más sucias de lo que entramos, además de que nos vamos a entretener mucho ahí y los viejitos ya nos han de estar esperando". En una de sus esperadas picardías, (esperadas pero a la vez sorpresivas) se refirió a mí diciendo, “a ti te va a querer meter la mano hasta el colon”. No quise decir nada, ni siquiera preguntarle de donde se le había ocurrido eso. Quizá acababa de darle servicio a un médico que le mencionó esa palabra.
Seguimos caminando mientras yo tenía que oír las estupideces que se le ocurrían que harían reír hasta al más amargado. Es más hilarante porque simplemente las está hablando sin que sea su intención hacer reír, muchas de las cuales las dice en serio. Hasta que por fin llegamos a la dirección que nos había dado V.G.T.1… Toqué la puerta y mientras nos abrían, rogué porque Ross entrara, aunque fuese un poquito, en razón…

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jueves, 20 de diciembre de 2007

"Una loquisima diablilla..."

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Llegó el día siguiente y mi trabajo transcurrió sin muchas consecuencias, cinco o seis servicios rutinarios de clientes que me levantaban en la plaza, Si mal no recuerdo, un servicio a Tontón y otro a Don Abarroto, además de dos o tres manoseos previos. A la mitad de la jornada, me encontré con Ross y nos dirigimos hacia el punto donde V.G.T.1 nos había citado. Durante el camino, ella me venía repitiendo que se iba a portar lo más coqueta posible para que el viejito la aceptara. Ante estas palabras, se me vino a la mente lo peligroso que eso podría ser y de la manera más sutil que pude, le dije a mi amiga que tomara las cosas con calma, que hombres como V.G.T1 y su compañero eran diferentes a hombres unos veinticinco años menores como Don Abarroto, Tontón e incluso, a Don Sienes. Le advertí suavemente que nuestros futuros clientes se podrían infartar.
Ross no tuvo la oportunidad de responderme nada porque mientras yo le decía lo anterior apareció ante nuestra vista el punto de reunión. Caminamos unos pasos más y pude ver a V.G.T.1. Mientras yo traía ropa más bien casual, Ross vestía un minivestido cuya falda llegaba bastante arriba de la rodilla, de tirantes y con un estampado como de tigre o leopardo. Yo sabía que con sólo verla, V.G.T.1 le daría el visto bueno. Sin mencionar esa sonrisa que prácticamente nunca la abandonaba, que la ayudaba a hacer amigos y fundía la voluntad de los hombres, enmarcada por esos ojillos pícaros que parecían tener luz propia. No me equivoqué. Cuando los presenté, V.G.T.1 pareció maravillado, contestó la sonrisa de Ross con la misma magnitud y el “mucho gusto” mutuo se oyó de forma sonora, alegre y sincera.
Como era conmigo con quien ambos tenían más confianza, el hombre se dirigió más a mí. Lo primero que le pregunté fue que qué tenían en mente él y su amigo. Me respondió de una manera como si mi pregunta fuera tonta, “¿Pues para qué crees creatura? Somos dos hombres y dos mujeres” En vez de hacerme sentir tonta, insistí preguntándole claramente si iba a ser un “cada quien con su cada cual” y me extendí al decirle que cualquier otro tipo de cosas se cobraría más caro. Era evidente que no estaba muy acostumbrado al lenguaje que se manejaba en nuestro oficio, ni estaba muy enterado de la variedad de servicios que podíamos ofrecer por las cantidades correctas.
Mientras todo esto ocurría, Ross con una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a acercársele al viejito, hasta que casi le rozó el brazo al viejito con sus pequeñas tetillas. Obviamente el hombre no pasó por alto este hecho, aspiró profundo y exclamó halagos al buen olor de Ross, quien casi sin descomponer su sonrisa, agradecía abiertamente.
Primero V.G.T1 respondiendo a mi pregunta de, entonces quien quedaría con quien, me había dicho que estando en la casa de su amigo nos pondríamos de acuerdo pero, después de unos minutos en que mi loca amiga lo rondaba literalmente como una gatita a los pies del amo, exclamó, “Se me hace que voy a querer a esta pinga”. Luego señalándola con el dedo dijo con voz festiva, “Es una diablilla, se nota”. Sonreí levemente, inhibí mi risa para no hacerla evidente a la vez que pensé: “No sabes cuánto…”
Todo iba muy bien, el viejito había más que aceptado a Ross y nos habíamos puesto de acuerdo en lo económico y evidentemente los clientes no serían muy demandantes en cuanto esfuerzo físico para nosotras, era un trabajo hecho. Sin embargo, seguía latente el problema de que la intensidad de Ross en la cama podría provocar situaciones desagradables. Así que cuando nos despedimos del viejito, regresé al tema. Insistí en que debería de ser menos fogosa con ellos. Entonces me dijo algo que me dejó congelada y me paralizó los pies…
Ross: “Tienes razón, entonces vamos a tener la ropa muy a la mano. Si alguno de los dos viejitos se infarta, nos vestimos hechas madre (A gran velocidad) y nos salimos de ahí corriendo…”
“¡Pinche loca!” me dije…


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miércoles, 19 de diciembre de 2007

"Ella y sus locas ideas..."

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Además de la inquietante idea que la hipotética presencia de Ross con esos dos viejitos había aparecido en mi cabeza, también me surgió la duda respecto a exactamente que tenía en mente V.G.T1. Le formulé esa pregunta, no fuera siendo que quisiera algo especial como un “switching”, o alguna especie de trío o algo así. Me respondió que serían simplemente dos parejas y que el servicio se daría en la cama… Algo normal. Insistió en preguntarme si tenía alguna amiga bonita y que supiera “trabajar bien”. Le respondí que tenía poco tiempo ahí pero que sí conocía a una que estaría dispuesta y hasta donde yo tenía “conocimiento”, nunca nadie se había quejado. No quise decirle la fiera con la que se toparían, era mejor dar un aire de ingenuidad y poca experiencia. Entonces me repitió que al día siguiente nos veríamos y la cita sería cuando nosotras terminábamos de trabajar, era perfecto. Perfecto porque no nos ausentaríamos del trabajo, los dos hombres no deberían de representar mucho problema físico y además un dinerito extra, nunca estaría de más. No quise preguntar, ni me importaba, quien quedaría con quien. Agregó que para cerciorarse si mi amiga era lo suficientemente bonita, quería que le llevara a la chica un par de horas más temprano, a lo cual respondí que si quería se la llevaría ahí mismo a su casa. Me contestó que no porque era muy posible que estuviera su esposa, así que me indicó una esquina cerca de ahí donde nos encontraríamos los tres. También aprovecharíamos para que nos diera la dirección con mayor seguridad.
A unas dos cuadras de esa casa, le marqué a Ross para decirle que necesitaba verla. Como ambas habíamos estado trabajando mucho y no siempre te puedes bañar cabalmente después de cada servicio, quedamos en vernos en unos minutos en un restaurante modesto que se encontraba en las cercanías.
Una vez en la mesa, comencé a explicarle a mi amiga lo que recién me había ocurrido y luego le mencioné la proposición de V.G.T.1. Como era de esperarse, le comenzaron a brillar los ojitos y me empezó a formular preguntas más específicas, en especial respecto al miembro del hombre. Le dije que se batallaba para parársela pero si se le endurecía lo suficiente como para penetrar a una mujer y que íbamos a tener que esmerarnos en el uso de las manos y en la cuestión oral. Con ojos sonrientes y en plan de broma me respondió, “Me canso que se la paro”.
Luego le pregunté que como era posible que no conociera a V.G.T.1 si ella tenía más tiempo de ir a la plaza que yo. Me contestó que además de que estaba relativamente lejos, es decir, ligeramente fuera del rango de los clientes de la plaza, estaba en el lado opuesto por donde pasaban los transportes urbanos. Para finalizar me dijo que le llamaba la atención ese servicio en particular porque eran mayores que los hombres maduros con los que ella había estado, que incluso Don Abarroto y Don Farma, tenían menos edad que ellos y que al día siguiente cuando los presentara, se comportaría muy coqueta para que V.G.T1 inmediatamente la aceptara. Ante sus palabras, sonreí y bajé un poco la cabeza moviéndola de un lado para el otro. Mi loca amiga y sus locas ideas…


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martes, 18 de diciembre de 2007

"Ante una lengua experta mientras oía el tráfico..."

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Lentamente me la fui desabotonando y los ojos del viejito parecían salirse de sus órbitas. En vez de una sonrisa coqueta, la cual emitiría en una situación similar con casi cualquier otro cliente, permanecí sería enviando la señal de que simplemente estaba haciendo mi trabajo. Seguía algo desubicada por la edad del hombre, además de que de él no tenía ninguna referencia y como no estaba segura, temía que en un momento dado pudiera regresar su mujer o alguien más y nos encontrara en una circunstancia incómoda y peligrosa. Sería incómoda por razones más que obvias pero también peligrosa por que podría hacerse un escándalo, el dueño me podría correr de esa zona e incluso le podrían cerrar el negocio que daba empleo a tantísima gente, en especial a las chicas.
Intuitivamente pensé en todo eso mientras me desabotonaba la blusa y luego me quitaba el pantalón. Seguí adelante con no más convicción que la de no rechazar un trabajo cuando se me ofreciera y que los peligros no fueran de plano inminentes.
Cuando quedé en ropa interior y me llevé las manos a la espalda para aflojar el brassiere, V.G.T.1 se me aproximo hasta casi meter su nariz entre mi busto. Al quitarme esta prenda, supuse que se abalanzaría sobre mí prácticamente sin dejarme quitar el calzón, sin embargo, cuando aflojé el brassiere, se retiró un poco para dejarme deshacer de él e inmediatamente me dijo, “Ahora el calzoncito m’hijita”.
Estábamos prácticamente en la primer pieza de la casa, una salita, si bien las cortinas y ventanas estaban cerradas, del otro lado de la pared se encontraba la calle. Era una casa que no conocía en lo absoluto y ya me encontraba vistiendo por toda indumentaria, únicamente mis zapatos. Si alguien llegaba, no tendría la más mínima idea de para donde correr a esconderme.
Traté de no darle mucha importancia y permití que V.G.T1 comenzara a lamerme los senos. Lo hizo como desesperado. Ahora comprendo que lo más probable es que tuviera mucho tiempo sin estar con una mujer joven. No me mordía, en ningún momento lo hizo, se limitó a lamerme y succionarme con cierta fuerza; Sólo dejaba de hacerlo para tomar aire y emitir algunos halagos para mis senos, los cuales, entonces sí, respondía con alguna ligera sonrisa y un casi imperceptible “gracias”.
Después de unos minutos de “pasear” por mi busto, me pidió que me sentara en un sillón, no recuerdo si fue en el sofá, de hecho, todo el mobiliario era antiguo y nada llamativo, difícil de recordar y, que abriera las piernas. Entendí que quería hacerme oral y lo obedecí. Al momento de hincarse entre mis piernas, empezó a inundar de halagos a mis partes íntimas, con frases como, “Mhmhmh, ¡Que rica!” o, “¡Que peludita la tienes!” o “¡Que cerradita estás!” Hice caso omiso de todo, ya que no supe como reaccionar. Ante un hombre de su edad que decir… Luego me dijo que se iba a quitar “la dentadura”. No comprendí bien lo que me había querido decir hasta que vi que se la quitó y la puso sobre el mueble cerca de mi cadera. El oral que me hizo fue bastante aceptable y de buena duración, después de todo, lo único que el ser humano no pierde con la edad es el “Savoir Faire”.
Mis pujidos y gemidos fueron genuinos y esta vez, tuve que reprimirlos poniéndome una mano en la boca, nunca olvidando que solamente una pared nos separaba de los transeúntes. Fue tan diestra su lengua, que en un momento de desesperación, me tomé de las corvas de las rodillas y yo misma comencé a subir y bajar las caderas, para que aumentara la fricción en mis labios menores. Eventualmente me hizo llegar al orgasmo, ese viejito, de quien menos lo hubiera esperado.
Después se sentó a mi lado y se bajó el pantalón y la ropa interior hasta los tobillos. Su pene es difícil de describir, estaba flácido pero estirado, quizá por la excitación de hacerme oral y en primera instancia, pensé que nunca se lo pararía, menos podría hacerlo eyacular.
Me incliné para estar más cómoda y V.G.T1 aprovechó para apretarme las nalgas. Comencé a jalársela con suavidad y el movimiento no fue el típico de arriba abajo sino como “cuchareando”, algo parecido a cuando bates la clara del huevo para levantarla, sólo que, por así decirlo, en cámara lenta. Me di cuenta de que lo estaba haciendo bien porque el viejito reclinó su cabeza hacia atrás y comenzó a decir con voz lánguida, “Así…así…”, además de que comencé a sentir que se le endurecía. Nunca se le paró tanto como para dar una cogidotas inolvidables pero si como para penetrar y cogerse a cualquier mujer.
Cuando eyaculó no fue como el volcán cuando hace erupción lanzando la lava a la estratósfera, sino como el volcán después de eso y que sigue “supurando” lava por su cráter. Terminé con mi mano llena de una sustancia transparente, casi como agua pero más densa y pegajosa.
Seguía nerviosa, así que preferí únicamente limpiarme con una toalla facial de papel y vestirme inmediatamente. V.G.T.1 me dijo que yo le había gustado mucho, al igual de cómo hacía las cosas. No pude contener del todo una sonrisa de vanidad ante esas palabras pero, al mismo tiempo me estaba diciendo que no volvería a pasar por afuera de su casa porque el riesgo me incomodaba mucho. Sin embargo, el viejito me preguntó si yo tenía alguna “amiga”. Le respondí con la pregunta lógica: “¿Por qué?”, a lo cual respondió que el tenía un amigo de su edad y que nos podríamos ver al día siguiente en la casa de ese amigo debido a que era viudo y ahí nadie nos molestaría y podría haber servicio completo para ambas chicas. Inmediatamente pensé en Ross, aunque luego me dije que mi loca amiga sería capaz de infartar a todo un asilo de ancianos, no sólo a esos dos…


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lunes, 17 de diciembre de 2007

"De Don Abarroto y su amigo a V.G.T. 1..."

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El viejito, a quien desde ahora llamaré “V.G.T.1”, con una actitud sospechosa, como haciéndose de delito, se inclinó un poquito hacia delante y en voz bajita me hizo una pregunta que por su balbuceo no comprendí en absoluto. Le pedí que me la repitiera, se acercó todavía más a mí y señalando hacia donde se encontraba la plaza me preguntó si yo era una de las chicas de la placita. Titubeé por un instante y luego con un movimiento de cabeza y sin hablar, respondí afirmativamente. El nerviosismo de V.G.T.1 se me contagió y al responderle volteé a los lados también de forma sospechosa.
Al ver mi afirmativa, me pidió que pasara al pequeño porche. Como seguía estando a la vista, accedí sin protestar. Una vez dentro me dijo que estaba interesado en mis servicios, que me había visto en la tienda de “Don Abarroto” un par de veces y que de hecho, me acababa de ver hacía unos minutos, sin embargo, nunca me había visto pasar por afuera de su casa. No quise entrar en detalles y responderle que quería rodear varias cuadras para tomar el transporte urbano y no pasar por donde estaban todos los clientes que podrían entretenerme.
Sin responderle nada, me limité a asentir con la cabeza en señal de que escuchaba lo que me decía. Entonces me dijo que requería mis servicios. Le respondí que en ese momento ya había terminado de trabajar y tenía algún asunto pendiente. “V.G.T.1” me interrumpió con voz casi suplicante que lo atendiera porque no se encontraba su esposa pero sólo disponía de un ratito y además no me pediría el servicio completo.
En realidad era raro que no te pidieran servicio completo, así que abrí mucho los ojos en señal de sorpresa. Al ver esto, el viejito me pidió que pasara a su casa “para entendernos mejor”. Lo que sí entendí fue que no era una buena idea permanecer a la vista de los transeúntes y de los automovilistas, así que accedí. Una vez dentro de la pequeña casa, la cual estaba llena de fotografías familiares y de recuerdos en general, me dijo que lo que me pedía era que le mostrara mi cuerpo y podérmelo tocar y que al final yo lo ayudara con las manos. “Cosa de cinco minutos” dijo él. Yo sabía que nunca es “cosa de cinco minutos”, sin embargo, se oía como un trabajo ligero y que sería fácil de realizar siempre y cuando estuviera dispuesto a pagar lo adecuado.
Le insistí que traía prisa, a lo cual me repitió que sería muy rápido. Entonces, para ver si era de verdad, le dije mi tarifa. Me contesto que le hiciera “una rebajita”. Después de un minuto de regateo, llegamos a un acuerdo, al fin y al cabo, no sería servicio completo.
Me sentí algo extraña, ese viejito fácilmente podría ser mi abuelito, así que cuando me dio el dinero en la mano, una sensación de confusión me llegó de golpe a la cabeza. Instintivamente me lo guardé en la bolsa. Al abrir este accesorio, también de manera automática hice por sacar un condón pero me detuve cuando recordé que no habría ni penetración, ni oral.
Ya no tenía más pretexto, era hora de desquitar la paga. Los pequeños ojos enmarcados por cejas entrecanas de V.G.T.1 se abrieron a más no poder cuando me llevé la mano al botón de la blusa…


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domingo, 16 de diciembre de 2007

Sin pose y con prisa...

Así como lo dice el título del post: Sin pose y con prisa pero de nuevo cumplo este fin de semana.
Las imágenes, ya lo saben, durarán hasta la noche del Domingo. -06:00 G.M.T.


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Daguerrotipo.

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Kallitype.

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Palladium.

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Glamour.

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Cámara de cajón.



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Actualización:


Ya las quité.


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