Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 19 de enero de 2008

Detalle sin pixelar.

Mañana mostraré la imagen completa en varias versiones del detalle que hoy coloco.


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viernes, 18 de enero de 2008

La Décima Nube.

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Ross se metió a bañarse y por un segundo quedamos V.G.T.2 y yo solos. De forma sigilosa y discreta, incluso haciéndose de delito, volteando a ambos lados y asegurándose de que su amigo seguía en la recámara vistiéndose, me preguntó si podría verme a solas en alguna otra ocasión. Mi mente se encontraba todavía muy dispersa, no sólo por la tremenda experiencia sexual que acababa de vivir, sino por la tremenda curiosidad que el gesto de mi amiga me despertó. Así que sólo acerté a preguntarle si no la había pasado bien con Ross. Los ojos del hombre se abrieron, arqueó las cejas y con un tono extremadamente pícaro con matices de mucha sensualidad me respondió, “Claro que sí…” terminando con un guiño que me decía muchas cosas y a la vez, ninguna con la claridad que mi curiosidad demandaba. Luego me dijo que de todas maneras le gustaría verme a mí. Ya que eran clientes y no novios o algo por el estilo pensé rápido y le di el número de la tienda de Don Abarroto. Lógicamente lo conocía y era de esperarse que realizara ahí algunas compras. Me dijo que en unos días más me llamaría ahí.
A pesar de que, como mencioné más arriba, eran simplemente clientes, comencé a experimentar una sensación algo rara, ya que no sabía como reaccionaría Ross al enterarse de esa conversación. Mientras ella se bañaba llegué a pensar que había cometido un error. Afortunadamente, ese sentimiento de culpa se disipó parcialmente cuando, una vez que estuvimos todos en la sala y nosotras a puntos de despedirnos, alguien mencionó que en otra ocasión podríamos hacer un “calabaceado”. Ese término jamás lo había oído en el oficio, aunque lo entendí muy bien porque en la vida cotidiana se usa cuando la gente está bailando y se hace un intercambio de parejas. También cuando un chico tiene novia y la engaña con otra se dice que “le dio calabazas”.
Cuando salimos de esa casa, Ross comenzó a caminar de forma muy acelerada, de hecho, andaba así, V.G.T.2 la dejó acelerada. Su sonrisa característica se encontraba ausente y en su rostro había un dejo que nunca había visto en ella. En sus ojos había un brillo como de sorpresa y además de desconcierto. El servicio con ese hombre le había afectado más que a mí, era más que evidente. Traté de seguirle el paso y después de un par de cuadras traté de preguntarle como le había ido con su maduro cliente.
“Estoy bien”. Se limitó a responderme. Esa respuesta me alarmó porque no era lo que le había preguntado. “Sí pero… ¿Cómo te fue con V.G.T2?” Le cuestioné. Aceleró el paso mientras asentía con la cabeza, gesto que consideré que me trataba de decir que le había ido bien, sin embargo, esa reacción no se la conocía. Insistí, volví a preguntarle como le había ido. Por fin respondió algo más: “Sólo te diré que me dio como mil vueltas”. Su respuesta no me aclaraba nada. Posiblemente vio en mi cara la duda y mientras seguíamos caminando a paso muy veloz volteó a verme, con ojos de susto y asintió varias veces con la cabeza para reforzar la idea de que le había ido bien.
Faltaba una cuadra para llegar al lugar donde tomaríamos un taxi o el camión colectivo y sin decirme nada se detuvo y dijo que quería fumar un cigarro. Ambas encendimos uno y le di tiempo para que se calmara un poco. Su cara estaba frente a la mía mas no me estaba mirando realmente, tenía la vista algo ida como si pudiera ver a través de mí y, después de soltar una bocanada de humo me dijo, “¡Que bárbaro! ¡Ese pinche viejillo!” Alcancé a distinguir un pequeño movimiento de negación de su cabeza. Tuve que preguntarle qué le había pasado. “¡Como sabe hacer cosas y hacerlas bien!” Sus palabras me tranquilizaron. Comprendí que simplemente V.G.T.2 le había dado una súper cogidota y solté una muy leve risa. Empezó a decir que ni Don Sienes ni otros que mencionó le habían hecho las cosas como V.G.T.2. “¡Claro!” Le respondí, “Mientras Don Sienes tiene como cuarenta, V.G.T.2 tiene como sesenta. Veinte años más de experiencia…” Agregué.
Fue algo muy interesante para mí. En sí, toda la sesión pero más ver la reacción de Ross; Ni Don Sienes, ni seguramente PonchI, GusG, o ÁngelU, ni ninguno otro la habían llevado a ese nivel. La palabra era “sorprendida”, Ross estaba sorprendida. Como cuando alcanzas tu primer orgasmo, pruebas tu primer pene en la boca o te la meten por primera vez. Andaba en una nube y tardaría en bajar.
Una vez más comprobaba lo importante que era el sexo para Ross. Desde luego que yo me sentía como eufórica después de la sesión sexual tan excitante que había tenido recientemente, sin embargo no andaba en la décima nube como ella. Si acaso en la segunda o en la tercera… Decidí que no era momento para comentarle que V.G.T.2 me había dicho que quería verme a solas…



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jueves, 17 de enero de 2008

"Existen juegos preliminares… Y posteriores…"

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Al terminar de eyacular, que como ya mencioné antes, fue suave y sin demasiados aspavientos, V.G.T.1 recostó su cabeza sobre mi hombro y su cara sobre mi pecho. Su miembro se fue deslizando suavecito hacia afuera de mí. Ni siquiera sentí con fuerza la cabecita al salir. Casi siempre se siente “raro”, cuando sale la cabeza del miembro de tu vagina, con él no fue así en esa ocasión.
A diferencia de muchos hombres que cuando han terminado ya no quieren saber nada de ti, el señor siguió besándome el cuello y las mejillas con mucha suavidad. Ocasionalmente bajaba al nacimiento de mis pechos, sin llegar a acercarse a los pezones.
Cuando se bajó de mí, hice el intento por incorporarme pensando en ir a bañarme y vestirme, V.G.T.1 hizo un movimiento de mano para detenerme y con voz suave y amable me dijo, “Espera…”, entonces de la misma manera me pidió que me volteara boca abajo. Así lo hice. Inmediatamente empezó a recorrer mi espalda utilizando únicamente las yemas de sus dedos. Al llegar a mis nalgas, sólo sentí una yema recorriéndolas de manera muy sutil: Se limitaba a rozar la piel sin ejercer presión sobre la carne. Era como si simplemente estuviera describiendo mi silueta. Después de varios “trazos” en ambas nalgas, entonces sí empezó a sobarlas con un poco más de fuerza hasta que las llegó a apretar, sin causarme dolor en ningún momento. Por mi parte estaba bastante satisfecha, debido al placer que me había causado, además de que me había ido bastante bien ese día y había trabajado mucho. Aún así, sus caricias me eran muy agradables y las estaba recibiendo con gusto. Al poco tiempo, comencé a sentir una especie de necesidad de que pasara su dedo en medio de las nalgas y me frotara. No sé como pero el hombre pareció adivinar mis deseos y comenzó a hacer justamente lo que mi cuerpo me pedía. Quizá gracias a su experiencia, con ese masaje me hizo desear lo que ya me estaba dando. Me frotó con más fuerza toda la línea. Supongo que emití algunos sonidos que denotaban placer porque en un momento me preguntó si me estaba gustando y con vigor le respondí con una afirmación.
Siguió con su masaje erótico por un tiempo, cuando llegaba a mi orificio anal restregaba con un poco más de fuerza aún, sin llegar a lastimarme para después regresar por el mismo camino de forma ascendente.
Cuando me liberó del yugo del placer anal-externo, me preguntó si estaba cansada, le dije que si y entonces me respondió que imaginara como estaba él con su edad. Sonreí por compromiso y postré mi cabeza en la cama por un par de minutos.
Entonces me levanté y le pregunté si me podía bañar, su respuesta fue positiva y muy amable, me asomé por la puerta para ver si el camino estaba despejado y podía salir desnuda con la ropa en las manos. En el instante que vi que sí podía hacerlo, corrí hasta el baño.
Después de bañarme a conciencia, salí en el mismo momento que Ross y su cliente salían de la recámara. Pasó algo curioso. Cuando la vi a ella, la primera impresión que me dio no fue su rostro sino su olor… Cuando tienes sexo, no te hueles a ti misma pero cuando te acabas de bañar y otra chica ha tenido sexo te llega el tufo con fuerza. Entra por la nariz y te llega hasta el fondo del cerebro.
De cualquier forma, traté de pasar por alto ese punto para concentrarme en la cara de mi amiga. Quería ver de primera mano cual había sido su impresión. Al pasar junto a mí, emitió un sonido silbante con los labios exhalando, con los ojos muy abiertos. Con eso me daba a entender que había pasado por una experiencia que había disfrutado mucho, que quizá no esperaba y que se moría por contarme…


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miércoles, 16 de enero de 2008

“Lo que es la experiencia…”

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Su dedo ya se encontraba libre, entonces lo dirigió hacia mi ano. Pegó la yema a mi esfínter y comenzó a hacer movimientos circulares. Poco a poco me fue abriendo, a la vez que la sensación que me enloquecía me hacía mover el trasero de un lado a otro. En ningún momento trató de forzar la entrada, fue metiendo una falange, después la mitad de su dedo y en menos que me di cuenta, ya lo tenía adentro casi por completo.
Puse mis pies en la superficie de la cama para levantar mi trasero, según yo para darle mayor libertad. “¡No!, no…” Me dijo. No le pareció mi idea. Entonces me pidió que volviera a doblar las rodillas y que levantara las piernas lo más que pudiera. Hice lo que me sugirió y comprendí que tenía razón. Su dedo se deslizaba en mi interior con mayor facilidad. De la misma manera salía. Sin embargo, optó por volver a los movimientos circulares, aún con todo su dedo dentro. Me erizaba la piel la sensación que me brindaba. Seguí pujando y gimiendo con mayor fuerza. El cosquilleo lo llegué a sentir tan adentro como a la altura de mi ombligo. Supongo que mis intestinos se estaban estremeciendo. Algunas lágrimas me recorrieron las sienes y hasta se me tapó un poco la nariz. Sentía como me tallaba el recto con su yema. Los pezones se me pusieron duros casi como piedra y ya no pude más… De nuevo logré el orgasmo con un grito que me dejó sorda a mí misma. De nuevo le pedí casi rogando que cesara, lo cual hizo después de que le insistí varias veces.
Después de que me sacó el dedo del ano, noté que su pene seguía bajo. Ahora pienso, lo que es la experiencia… VGT1 me había mandado a las estrellas varias veces mientras él todavía no se empezaba a excitar realmente…
Su experiencia no terminó ahí. Cuando me dijo que se la mamara, yo pensé que iba a querer, ya fuera él de pie o yo hincada, o en todo caso, él boca arriba y yo entre sus piernas. No. Se recostó de lado y me pidió que hiciera lo mismo con mi cara a la altura de su verga. Así le sería más fácil lograr la erección y para mí sería menos esfuerzo en el cuello y la garganta. Le puse el condón justo antes de empezársela a mamar y al chupar, le creció inmediatamente. Le apreté la base para hacer más presión en la verga y que se le endureciera más y en pocos segundos ya estaba listo.
Me dijo que rápidamente me pusiera boca arriba con las piernas abiertas. Ahora sé que me lo dijo así para no perder la erección. Me coloqué, las abrí tanto como pude y una vez que estaba en medio de mí, estiré la mano para agarrarle el miembro. Le puse la punta justo en la entrada de mi orificio vaginal y con un ligero empujoncito de su parte me penetró con cierta facilidad.
Todo el tiempo se movió con muchísima suavidad, casi de cámara lenta. A veces ni siquiera la sacaba toda, cuando mucho la mitad. Aún así fue tan placentero que logró llevarme al orgasmo una vez más, con gemidos y uno que otro grito. Lo único que podía ver en ese momento era el techo de la pequeña recámara y no lo recuerdo en absoluto…
Su eyaculación fue tan tranquila y apacible como toda su cogida. No recuerdo que haya habido movimientos bruscos o gritos altisonantes. Había pasado por una experiencia totalmente nueva para mí: Sexo con un hombre de casi sesenta años…O quizá más de sesenta años, qué más da... Todavía me faltaba algo interesante, ver como le había ido a Ross, ver su cara, sus expresiones faciales y verbales…


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martes, 15 de enero de 2008

“Dedos tan magistrales como la lengua…”

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Sabía o más bien, presentía lo que me esperaba, así que respiré hondo y mientras miraba al techo cerré los ojos. Comencé a sentir su lengua, quizá al principio sólo era la punta que me rozaba la unión de mis labios en su parte más alta. Poco a poco comenzó a deslizarla hacia abajo por el centro exacto hasta que llegó a mi orificio vaginal. No permaneció mucho tiempo ahí porque regresó por el mismo camino en sentido ascendente. Después comenzó a lamerme las comisuras entre los labios mayores y menores.
Para ese momento ya estaba gimiendo y sin proponérmelo doblé más las rodillas y las abracé para facilitarle el acceso al viejito de lengua experta. Me decía palabras de alabanza que ahora no recuerdo del todo, respecto al aspecto y olor de mis intimidades. La verdad, lo que yo quería era que siguiera con su trabajo, que dejara de hablar y siguiera haciendo lo que sabía hacer tan bien.
Después de recorrer toda mi vulva con su lengua durante varias veces, me pidió que levantara aún más mis piernas. Hice todo lo que pude, entonces escuché de nuevo una exclamación de aprobación y agrado. No me dijo nada, sobraban las palabras para entender que entre más partes íntimas de mí veía, más le gustaban. Algo me dijo de que le hubiera gustado tener no sé cuántos años menos para tener fuerza y levantarme mejor, aún así, comencé se sentir la frescura de su lengua y en especial de su saliva en mi ano. Sentía las cosquillitas tan particulares que se sienten cuando te lo lamen, sin embargo, se sentía algo diferente, como ya he mencionado, era un experto con la lengua. Supo desesperarme hasta que empecé a mover el trasero de un lado a otro. Así, con su lengua como lanceta en mi ano, me provocó el primer orgasmo.
A pesar de mis gritos de que cesara continuó con su labor de hacerme enloquecer al grado que llegué a sentir algunos centímetros de la punta de esa lanceta de carne en el interior de mi mayor intimidad. Después de condolerse de mis peticiones, por fin dejó en paz la parte trasera de mi cuerpo y regresó para darme de nuevo el cunnilingus. Esta vez fue más como si tratara de dejarme limpia o simplemente lamerme para recordar mi sabor, el caso es que me pasó su lengua despacito sin dejar ninguna partecita seca.
A estas alturas, ya había olvidado que tenía una amiga llamada Ross y que se encontraba haciendo más o menos lo mismo bajo el mismo techo.
Se alejó un poquito de mí para hacerme la pregunta, “¿Te meto el dedo?” No le respondí, únicamente cerré los ojos en señal de aceptación y consentimiento. Me metió un dedo en la vagina describiendo círculos pequeños. Instintivamente, de nuevo traté de levantar, e incluso, abrir más las piernas. La sensación que me provocó fue indescriptible. También sabía usar los dedos con maestría. No me lastimaba en lo más mínimo por el contrario, me estaba causando mucho placer.
Mientras me estaba causando gemir y un poquito pujar, me sacó el dedo de la vagina, pude abrir los ojos y lo miré. Contestó mi mirada con una especie de guiño, más bien subiendo y bajando las cejas entrecanas como diciéndome que me preparara para lo que seguía…

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lunes, 14 de enero de 2008

"Supo prepararme..."

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De manera discreta se separó un poco de mí para que pudiésemos incorporarnos. Cuando lo hice volteé de reojo a ver a la pareja que se encontraba frente a mí, vi que V.G.T.2 ya tenía su mano en una ubicación muy comprometida entre los muslos de Ross, a la cual no le podía ver la cara porque su cliente la estaba besando.
Seguí a V.G.T1 hacia la recámara. Lo hice casi como autómata. No recuerdo más que el ver su espalda y seguirlo. No se me grabaron las paredes, ni los adornos que pudiera haber en la casa. Entramos al cuarto e inmediatamente se me acercó, me volvió a besar en la boca y hablándome bajito al oído me pidió que me quitara la ropa y me recostara en la cama. Así lo hice y fue con tal rapidez que ya me encontraba boca arriba mientras que el hombre seguía de pie en el extremo de la cama despojándose de las últimas prendas. No quise verlo, mejor dirigí mi mirada al techo mientras pestañeaba un poquito. Las casi dos cervezas que había tomado habían surtido efecto en mí.
A los pocos momentos se recostó a mi lado. Hasta cierto punto, podría decir que me tomó por sorpresa y por lo mismo, me encontraba con los brazos pegados al cuerpo. Estiró una mano para empezar a apretarme un seno y al mismo tiempo volvió a besarme en la boca. Después su mano comenzó a bajar por mi vientre hasta posarse en mi monte de Venus y empezar a juguetear con mis pelos. Todo esto sin dejar de besarme más que para tomar un poco de aire el cual inhalaba hasta por la boca.
Después de revolotear un lapso algo prolongado en mi pubis, sus dedos comenzaron a abrirse paso por entre mis labios mayores. No tardó mucho en encontrar los menores e incluso el clítoris. Con la yema comenzó a hacer suaves movimientos circulares, lo cual me hizo abrir instintivamente las piernas.
Empecé a humedecerme y a sentir que su yema resbalaba mejor a lo largo de mis labios menores y como recorría cada rincón de mi intimidad. De forma casi irreflexiva, estiré la mano que estaba del lado del cuerpo de V.G.T1 para agarrarle el miembro. Lo logré pero cuando él lo sintió, con un movimiento decidido me la retiró. Comprendí que todavía no quería ningún tipo de estimulación a su pene. Me dijo que le gustaba lo rápido que me mojaba y lo abundante de mi humedad. A pesar de que hubiera sido recomendable responderle algo picaresco para aumentar su grado de erotización, me sentí algo apenada y no supe que responderle, me quede callada.
Mi silencio le hizo esbozar una sonrisa, la cual le correspondí, entonces se subió encima de mí. Me dio un par de besos de los llamados de pico y comenzó a bajarse lentamente, besándome la garganta, el cuello, cada seno y en medio de ambos, etc. Al llegar a mi ombligo, abrí las piernas un poco más doblando las rodillas. Mi vulva quedó oprimida contra su pecho, lo cual lo hizo exclamar, “¡Ay que rico, ya me embarraste el pecho!”. De nuevo logró apenarme un poco. No sé como habré reaccionado.
Aún recuerdo que cuando sentí que me abrió los pelos de los labios mayores me preparé mentalmente a recibir una mamada especial, la de una lengua experta…


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domingo, 13 de enero de 2008

Primer Domingo del 2008.

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He aquí las primeras imágenes del dos mil ocho, las cuales, como siempre durarán hasta la noche del Domingo -06:00 G.M.T.


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Daguerrotipo.

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Color Antiguo.

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Kallitype.

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Cámara de Cajón.

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Van Dyck.



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Actualización:

Ya las quité.
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