Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 5 de julio de 2008

Detalle de imagen reciente...

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Para mañana colocaré una imagen reciente. No es muy elaborada pero, como ya hace algunas semanas que no coloco ninguna reciente, prefiero mostrarla, en varias versiones, que dejar pasar el día.
Por ahora muestro un detalle de la misma.




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jueves, 3 de julio de 2008

"Sin escape..."

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Mi amiga insistió en que le hablara en ese mismo instante. Me negué diciendo que estaba a la mitad de mi trabajo en la placita y que me distraería y me desconcentraría al hablar con él. A Ross no le importaron mis razones, agregó que entre más temprano lo viera, más tiempo tendría para “atenderlo”. Sabiendo que de poco me serviría alegar con ella, saqué mi celular y le llamé a su casa; No hubo resultados. Nadie respondió a mi llamado. Cuando se lo dije a Ross, ella reaccionó diciendo, “¡Ah! Sí”, como recordando que PonchI no estaría en casa en ese momento. Cada vez era más obvio que su relación iba más allá de lo profesional y que ambos conocían muchas cosas íntimas y personales del otro.
Sacó su propio celular, y lo saludó en ese tono de voz inconfundible que tenemos las mujeres cuando hablamos por teléfono con un hombre que nos interesa. Entre coqueta, alegre y con un dejo de cachondez. Sin olvidar que el volumen, por lo general, también se baja un poco y se fija la mirada en objetos inanimados, tratando de esquivar la de la personas que tengas físicamente contigo. Miraba al frente, al piso y, al cielo. Veía sus zapatos y, eventualmente, pateaba alguna pequeña piedrita. Todo ello sin dejar de sonreír. Olvidé mencionar que se contoneaba de un lado al otro como barquito en altamar.
Después de saludarlo de la manera descrita, le dijo, “Tengo a alguien que te quiere saludar”, e inmediatamente estiró su brazo al máximo para que tomara su teléfono. Tomé el aparato y, no olvido los gestos que me empezó a hacer, antes de que yo hablara. Con las palmas de las manos hacia arriba, las cuales tenía casi juntas, las agitó, dándome a entender que quería que mi tono de voz fuera alegre, festivo, quizá cachondo, en una palabra, animado. Abrió mucho los ojos y empezó a mover la boca. Esto aunado a lo anterior, quería decirme que empezara a hablar con PonchI. Con esos gestos de su cara parecía muñeco de ventrílocuo. No recuerdo pero, creo que no resistí y tuve que soltar alguna carcajada.
Con un mejor estado de ánimo, gracias en especial, a las caras que me hizo mi amiga, empecé a hablar con PonchI. No recuerdo detalles de lo que dijimos, sólo que pactamos reunirnos en su departamento, aproximadamente unas dos horas antes de lo que habíamos dicho el día anterior. Es decir, una hora más tarde de ese preciso momento. Y casi todo el tiempo que hablé con él, Ross seguía agitando sus manos, abriendo muchísimo los ojos y, moviendo la boca sin cesar. Con esa imagen, es difícil concentrarse con tu interlocutor. Estaba más interesada ella, en que el servicio fuera de primera línea, que ni yo misma, quien era la que lo iba a proporcionar.



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martes, 1 de julio de 2008

“Nos quiere y me defiende a su manera…”


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Por esos días, después de varias piras con los viejitos, y hasta con mis tres amigos, pero antes de que estos últimos me presentaran a nadie más, Ross me dijo que PonchI quería verme y me andaba buscando, que encendiera mi celular porque me llamaría a determinada hora. Tenía muchas cosas acumuladas en la cabeza: Estudios, muchos clientes, los tríos, pero en especial las piras, se estaban dando casi por racimos. Los días que iba a trabajar, era raro que no le diera a servicio a menos de cuatro o cinco, sin contar los “obligatorios”, como “Don Abarroto”, “Tontón”, “DonRa”, etc. Así que, no le di mucha importancia a las palabras de mi loca amiga, y durante el resto del día dejé que pasara el tiempo hasta que llegara la hora señalada.
Cuando ésta llegó, recibí puntual la llamada de PonchI. Me salí de mi casa bajo el pretexto de ir a comprar alguna cosa, y si mal no recuerdo, en una esquina transitada pero, sin gente alrededor, me detuve a hablar con calma con nuestro amigo.
Lógicamente, yo ya sabía para que me quería, aunque la idea de que él tuviera a Ross, como su mujer de planta, me perturbaba. Me decía a mí misma que no había necesidad de que él buscara otras mujeres teniéndola a ella, que incluso, cuando ella obtenía buenas calificaciones, como premio y aliciente, hasta por el culo le daba. Que, según ella misma, al principio, es decir, antes de que se la metiera por atrás, ella oponía ligera resistencia pero, finalmente, no sólo accedía sino que hasta pedía más “energía” en su realización. También me perturbaba la idea de que, prácticamente ella fuera tan excesivamente generosa con PonchI y conmigo, de que prácticamente me echaba con él. Digo que “con él y conmigo” porque al conocerla y tratar de ver el mundo desde su óptica, con respecto a él, él tenía en su cama una mujer que le gustaba (yo). Con respecto a mí, yo daba un servicio donde el hombre me daba un trato de lo más cortés, amable y agradable, además de que me pagaban por ello.
Aún así, hablé con PonchI, quien me insistió en que fuera a verlo al día siguiente. Yo seguía teniendo esa dudita muy en el fondo, de que no fuera a ser que algún día Ross pensara mal. Decidí no asegurarle la cita a PonchI hasta que no hablara con mi amiga. Me dije que al día siguiente iría a la placita y trabajaría normal, y que si la veía y hablaba con ella, y me daba su visto bueno, le hablaría a “su novio” para ultimar detalles y confirmar la cita.
Al día siguiente, después de estar con algunos clientes y antes de otros tantos, me encontré con Ross en la banca de las chicas, en la plaza. Mientras ella movía los pies de atrás hacia adelante, como si fuera una niña, y so sonrisa en la cara brillaba como siempre, le dije que había hablado con PonchI. “Sí, ya sé”. Me respondió. Le informé que no estaba dispuesta a confirmarle la cita a él hasta que primero hablara con ella. Con su sonrisa en la boca, exhalando por la nariz y apretando un poco los labios, asintió con la cabeza, como si todo lo que estuviera pasando le diera un gran gusto. En especial porque una vez más, demostré ser su amiga fiel, y en segundo plano, porque el hombre a quien ella quería o por quien sentía mucho, iba a tener a una mujer que le gustaba mucho llevar a la cama (De nuevo, yo).
Al llegar una chica de un servicio, nos levantamos con el pretexto de ir a comprar unos cigarros. Me dijo que me pedía que le hiciera muy buen trabajo, que le diera una mamada muy buena a su hombre y finalizó, “¡Ah! Y por favor te bañas antes de ir con él, ¿Sí?”, para agregar, “PonchI no es como estos pinches clientes chafas, ojetes, que lloran por tres centavos, ¿OK?, es alguien muy especial y merece un servicio muy especial por parte de la mejor puta con el mejor culo…” Exhalé mucho aire por la boca pensando, “No me defiendas…”.
Las condiciones estaban dadas para que confirmara la cita con PonchI para ese día…



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lunes, 30 de junio de 2008

"El Morbo: Mi gran aliado..."

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Sus semblante cambiaron aún más. Pude percibir la lascivia y el morbo en sus ajadas caras. Uno de ellos me preguntó o prácticamente aseveró que yo prefería siempre estar con más de un hombre al mismo tiempo. No quise ser sincera del todo y decirles que lo prefería porque económicamente me favorecía. Preferí sonreír entre apenada y pícaramente mientras bajaba la cara y me limité a responderles de manera casi inaudible con un “Sí…”.
Los labios de mi vulva seguían unidos en un apretón en forma de pellizco y mis senos copados por las manos de dos de ellos cuando me preguntaron si ya lo había hecho de la forma antes descrita. Asentí suavemente con la cabeza, asegurándome de demostrarles y transmitirles toda seguridad en mí. Hice un gesto de esos que si lo exageras un poco más parecería de fastidio pero, con medida denotas absoluta seguridad.
El morbo seguía apoderándose de ellos al tiempo que me preguntaron si de esa manera me mojaría más. Les respondí que en esa posición la humedad te escurre por los muslos casi siempre hasta las rodillas. Claro que en posición de misionero te escurre por las nalgas y mojas más fácilmente el colchón pero, no quise decírselos para seguir con el tema que tanto morbo les provocaba.
Con los viejitos tenía que ser así. Sembrarles el deseo y que éste creciera por algunos días. De haber sido así con mis tres amigos, simplemente no me dejarían salir de la casa donde estuviésemos porque querrían cogerme de nuevo. De hecho, con ellos, varias veces tuve que servirles dos rondas. Y eso sin que yo hiciera lo más mínimo por “avivar la flama”. Ellos eran hombres que apenas rondaban los cuarenta. Se podría decir que seguían a plenitud. Mientras que con los viejitos, si me fuera de ahí saliendo de bañarme, quedarían satisfechos, comentarían entre ellos solos lo ocurrido, dirían algunas picardías respecto a mi persona, a algunas partes de mi cuerpo, a lo que les acabaría de hacer o lo que ellos recién me hubiesen hecho a mí… Y ya… Regresarían a sus respectivas realidades, con poca testosterona en sus organismos y, por ende, dejando pasar muchos días antes de volver a desearme.
Estaba a punto de irme, cuando recordé aclararles algo más, así que me levanté del sofá y rápidamente volví a sentarme, exclamando: “¡Ah!”. Una vez semi hincada y sentada en un brazo del sofá, les advertí que una pira donde yo estuviera empinada y ellos me penetraran en turnos desde atrás, sólo la aceptaría con ellos y nadie más, que si lo deseaban, podían echarme por delante a “ElOl”, o a los que quisieran, (Aquí aproveché para decirles indirectamente que estaba dispuesta a dar servicio a otros si así lo querían), pero que de la manera antes descrita nada más con ellos. Aceptaron de buena gana. Dijeron que les parecía comprensible.
Su morbo seguía vivo. Mi trasero todavía no se despegaba del brazo del sillón cuando me preguntaron si estando empinada en cuatro, con sólo sentir la verga en mi vagina, yo podría adivinar quien me estaba cogiendo. Para dejarlos locos de morbo, les respondí que ese era uno de los chistes de hacerlo de esa manera, que la mujer tenía la obligación de que, al sentir la verga, supiera a quien le pertenecía. Si mal no recuerdo, se rieron un poco, producto de la emoción que les causaban mis palabras y la idea en sí. La verdad, muchas veces te es más fácil adivinar de quien se trata, cuando los conoces muy bien, desde luego, por la forma en que te agarran de las caderas y los sonidos que hacen al respirar y al gemir, incluso por la forma de empujarte.
La despedida fue como estábamos acostumbrados: De pie junto a la puerta de salida, un beso muy cachondo, de lengua profunda a cada uno, y un abrazo apretadísimo, mientras sentía más pellizcos en mis nalgas y pubis…



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domingo, 29 de junio de 2008

Dos antiguas

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Bueno, ahora cuando menos tuve tiempo de subir dos imágenes antiguas, del año pasado para ser exacta.
Debido a que no he cumplido cabalmente con los textos diarios, y un poco a manera de compensación por ello, iré contra mi costumbre y dejaré las imágenes indefinidamente, aunque las haré más pequeñas para que no ocupen tanto espacio. Espero que se vean puesto que ya he perdido la práctica.
Espero mañana poder continuar con la cronología. De nuevo muchas gracias a todos.



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Actualización:


Ya les cambié el tamaño.




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