Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 2 de agosto de 2008

"Sabado de detalle..."

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Como de costumbre, para mañana pondré la imagen completa de este detalle en varias versiones.




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miércoles, 30 de julio de 2008

"De impresion de huellas y pastelitos..."

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PonchI me dio una respuesta que me hizo quedar boquiabierta, muda y con los ojos abiertos. No me esperaba lo que me dijo. Sin andarse con rodeos y sin tampoco darle mucha importancia, secamente me respondió, “Sí”.
Se hizo una pequeña pausa puesto que no supe que responderle. Ross, de alguna manera era su pareja y yo pensé que aunque fuera por compromiso, me respondería que le gustarían más las de ella o quizá me diría que las de ambas le gustaban por igual, aunque fueran diferentes, etc.
Supongo que PonchI intuyó mi desconcierto, y aprovechó mi pasividad para repegarse más a mí. Me besó el hombro, pasó su mano por encima de mi cadera y comenzó a juguetear con mis pelos. Con su pubis me dio un par de empujoncitos en mis nalgas y repitió, “me gustan mucho…” “Pero… Ross… es tuya… ¿No?” Le contesté titubeante. “¿Y qué? Ella lo sabe”. Respondió PonchI con mucha naturalidad, sin dejar de enroscarme los pelos del pubis, y sin llegar a tocarme la piel. Entonces le pregunté si le había dicho eso de que le gustaban más las mías, a lo cual me respondió que “Sí”, tranquilamente y sin exaltarse. Yo tenía los ojos cerrados y escuchaba el chasquido de mis pelos al enrollarlos PonchI, cuando le pregunté, “¿Y que dijo?”. “Nada…” dijo mi amigo, para luego añadir, “… que comprendía perfectamente, y me daba la razón, y que si ella hubiera sido hombre…”, en ese momento PonchI titubeó y finalizó diciendo, “…Mejor no te digo qué me dijo ella…”. La primera parte de la frase me había interesado mucho más que la segunda. Ya sabía de lo que Ross era capaz de decir, y yo no estaba para ocurrencias, ni insensateces en ese momento.
Quería indagar más al respecto en ese momento, pero PonchI soltó una exclamación, algo así como “Iiiiiiiii”, denotando que, o se le había olvidado algo, o que se había acordado de algo. Fue esto último. Recordó que tenía “un objetivo” para ese día conmigo. Se hizo a un lado para luego pedirme que lo siguiera por el mismo camino, pero que me pusiera en cuatro y gateara en reversa. De esa manera, no tocaríamos la mancha de humedad, y a la vez, le pondría el culo en la cara. Así me lo dijo, agregando que le quería dar besitos. Mi cara quedó relativamente cerca de la mancha. Traté de disculparme argumentando “qué fea mancha. Me da pena…” PonchI me ordenó que me callara, que no dijera nada. Esta vez no lo obedecí por completo al agregar que parecía un murciélago. Hizo caso omiso y siguió besándome las nalgas, hasta que se habrá cansado y se acercó a ver la mancha. Se fascinó con la misma y en tono de celebración dijo que parecía una carita sonriente, o incluso, la carita de un payasito. Me tranquilizó saber que no se había arrepentido de su loquísima idea, la cual, siempre he creído que, si bien no habría venido directamente desde la mente de Ross, el convivir tanto con mi orata amiga, habrá influenciado tanto en su personalidad como para llegar a tener ese tipo de ocurrencias.
Tuve la idea de preguntarle si había hecho lo mismo con Ross, o si cuando menos lo había intentado, cuando PonchI salió con una ocurrencia más… Quitó la sábana de la cama; Me pidió que me recostara bocarriba con las piernas bien abiertas y con las rodillas dobladas, y procuró que la mancha quedara cerca de mis genitales, sin embargo, estos quedaron cubiertos por tela relativamente seca, y presionó en mi vulva con su mano para que se impregnara de mis fluidos.
Cuando comprendí lo que intentaba, con la mirada busqué sus ojos como para preguntarle la razón o el motivo. Al ver la duda en mi cara, mi amigo se limitó a decir, “mejor dos que uno…”
Se mantuvo presionando como quien pega una calcomanía. Cuando terminó y me pude enderezar, vio ambas manchas, las cuales, como ya mencioné arriba, estaban muy juntas gracias a que PonchI así lo había buscado. Al ver la nueva, me dijo que era mi “huella vaginal”, que así como había huellas digitales, también las había vaginales, y que muy pocas mujeres en el mundo las tendrían impresas en alguna parte. (Por cierto, no puedo entrar mucho en detalles, sólo diré que esa idea se me grabó y que tiempo después, cuando pasábamos la noche en casa de alguna de mis amigas, nos salíamos a un jardín lateral, vestidas únicamente con alguna bata, sin ropa interior, nos contábamos relatos personales cachondos, nos sentábamos en una banquetita de cemento e “imprimíamos” nuestras huellas vaginales. Y con la misma humedad, cada quien escribía su nombre propio con la yema del dedo. Al día siguiente salíamos para verlas a la luz del sol y eran casi imperceptibles, sólo las involucradas sabíamos lo que ahí había ocurrido). Agregó que parecían dos paréntesis con un una línea en medio (!), y también, que parecía un panecito o un panquecito, o un pastelito relleno de crema, y señalando en donde estaría el orificio vaginal dijo que por ahí se rellenaba.
Le pregunté si había hecho lo mismo con Ross. Me respondió afirmativamente y, agregó que muchas otras cosas más pero, que no me las diría porque no le correspondía a él como hombre, que le preguntara a ella, que si ella me decía, él no se molestaría…
“¡¿Muchas otras cosas más?!”. ¡Me despertó la curiosidad, aún más!




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martes, 29 de julio de 2008

“De preparar un Hot Dog a la risa franca…”

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Dejé de sentir su peso en mi espalda, acumulándose más en mis nalgas. Así que, aunque no pude ver nada, supongo que echó todo su peso sobre sus rodillas, incorporándose un poco, y comenzó a darme empujones aún más fuertes. Sentía como me la sacaba toda, o casi toda, y me la metía de un solo empujón, como si quisiera levantarme el trasero con la verga. De hecho, me imagino que lo lograba, pero como si quisiera levantarlo a la altura de su cara. Yo estaba con los ojos cerrados y con la cara clavada en la almohada. No podía ver nada pero, he visto situaciones similares cuando he estado en tríos de dos mujeres y un hombre, y le hacen eso a la otra chica. La mujer siempre gime mucho porque es en extremo doloroso y placentero. Les levantan el culo casi hasta la altura del ombligo del hombre, con el consiguiente gemido de la mujer. Cuando lo has visto en otras, te es más fácil imaginarlo en ti, aunque no tengas ojos en la espalda…
Es placentero, sí, pero para ambos, por lo mismo, PonchI logró con sus arremetidas salvajes hacerme venir en pocos instantes. Y él, tampoco tardó mucho. Me vine primero yo, creo que gimiendo, no lo recuerdo bien, y él se vino con un grito fuerte y con voz grave.
Al terminar, volvió a colocarse sobre de mí. Relajé lo más que pude la vagina para mantener su pene dentro de mí el mayor tiempo posible. Eso siempre lo he visto como una cortesía de mi parte, el no contraer la vagina para no expulsar hacia afuera al miembro. Sin embargo, mientras PonchI continuaba dándome besitos en la mejilla y lamiéndome la oreja, como mi vagina seguía punzándome, el pene de mi amigo fue deslizándose hacia afuera poco a poco. Lógicamente no podría durar para siempre dentro de mí, aunque me atrevo a asegurar que en ese preciso momento, ambos lo hubiésemos deseado.
Su verga ya había abandonado totalmente mi interior, cuando a PonchI se le vino a la mente una ocurrencia mucho más “Rossiana” que “PonchIana”, incluso, tanto por las palabras como por el tono de voz que usó. Yo ya me había acostado de lado y mi amigo se había colocado atrás de mí. “Haz un hot dog”, me dijo tratando de introducir su pene semi flácido en medio de mis nalgas. “Al cabo el pan ya tiene mayonesa”,Lo obedecí, le atrapé el miembro y apreté las nalgas cuanto pude. Le provoqué un grito muy agudo que retumbó en mi oreja. Un “¡Ayyyy!” salió desde el fondo de su garganta. Me extrañó mucho puesto que no pensé que con mis nalgas lo fuera a lastimar, cuando menos no como para provocarle ese gritote; Entonces me dijo, “Con lo nalgona que estás, me apretaste parte de los huevos”. No pude contenerme y solté una carcajada franca, liberando su verga y sus huevos del medio de mis nalgas. Mi risa lo contagió y con ello, se rompió un poco “el encanto” del erotismo que podíamos sentir en el aire, sobre esa cama y en nuestros cuerpos. “Me estiraste el pellejo de los huevos…” Agregó en tono, ahora de risa abierta, alargando el momento hilarante aún más.
La risa no detuvo a PonchI para apretarme las nalgas y picarme el ano someramente con la yema del dedo. Volvió a apretármelas con mayor fuerza exclamando, “¡Ay! ¡Como me gustan!”. Comprendí que era el momento perfecto para irme introduciendo en el tema, e ir aclarando muchas dudas que tenía al respecto, así que pensé rápido y con un tono de voz de lo más pícaro, y claro, sin verlo a la cara le pregunté: “¿Más que las de Ross?”…



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lunes, 28 de julio de 2008

“Comiendo de su mano en el charco de las ranas…”

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Después de soltar esa risita maliciosa y pícara, que como he dicho, no le pertenecía originalmente a él, comenzó a sacármela suavecito. Sentí como la cabecita se atoró ligeramente en mi orificio vaginal hasta que lo abrió lo suficiente para salirse, sin embargo, como yo tenía las piernas cerradas, lo seguía aprisionando con los labios. Solté un gemido ahogado o un gritito semi abierto, no recuerdo bien, y empecé a sentir como su verga me recorría todos los labios de manera ascendente hasta que por fin pasó por el clítoris y quedó libre por completo.
Supongo que esa sensación tan aturdidora me habrá hecho expulsar algún otro gemido. Entonces se creó un corto silencio, en el cual, yo esperaba su siguiente orden y creo, él estaba ultimando detalles respecto a lo que planeaba hacer. Fue una pausa corta. Al término de la misma, PonchI, después de haberse dado un respiro, me pidió que me volteara. De manera muy pícara le pregunté, “¿De a perrito?” Alargando la última sílaba para enfatizar mi picardía. PonchI no se quedó atrás en picardía y emitió un sonido como “A-Á” denotando negación y con una dosis también de alegría. Esta alegría y picardía se me contagiaron y le repregunté en el mismo tono, y con cierto morbo (Y quizá con una leve sonrisa), “¿De…Ranita?”. Esta vez PonchI emitió suavemente un sonido afirmativo, algo así como “A… Jáaaa”. Y agregó “Es de las que más te gustan ¿Verdad?” Por toda respuesta me mordí el labio inferior y levanté las cejas en un par de ocasiones.
No esperé a que me lo volviera a pedir. PonchI puso una rodilla en la cama y con el otro pie puso la planta, formando un arco por abajo del cual pude voltearme hasta quedar tendida bocabajo. Entonces mi amigo me dijo: “Levanta las nalguitas”, lo obedecí de inmediato, así que agregó, “Y ábretelas, mamacita”. De nuevo hice lo que me pidió al instante mientras le recordaba, “Nomás no te vayas a equivocar de agujero, ¿Eh?”. “No, de ninguna manera, respeto mucho tus ideas, y además espero que algún día me lo des tu solita”.
De inicio puso la punta del miembro en la entrada del ano, ahí se la sentí. No dije nada confiando en él. No me equivoqué. Lo hizo sólo como una guía. De ahí fue bajando en línea recta por mi área perineal. Sentí toda esa corta trayectoria, hasta que encontró mi orificio vaginal. Esta vez sí me arremetió con cierta fuerza, metiéndola casi toda de un solo golpe. Pegó su pubis y su bajo vientre a mis nalgas y se abalanzó hacia adelante. Su peso me hizo volver a pegar mi vientre a la superficie de la cama. Entonces, puso su cara junto a mi mejilla y a mi oído. Algo me dijo, no recuerdo qué. Y como yo me había volteado muy rápido porque me excitó la idea de hacerlo de ranita, no puse atención si ya habíamos logrado lo que PonchI deseaba, así que cuando tuve su boca casi en mi oído, en voz baja le pregunté si ya había logrado su objetivo. En pocas palabras me dijo que sí, así que de manera algo suplicante le pedí, “Entonces dame a mí, ¿Sí?”. “¿Quieres que te coja fuerte?” Me respondió. Y con una mezcla de tono suplicante y pícaro le respondí afirmativamente.
PonchI comenzó a arremeterme con toda la fuerza y hasta violencia de la que podía ser capaz, aunque no fuera su costumbre. Pero esta vez, era yo misma quien abiertamente se lo pedía. De hecho, se lo suplicaba. Cerré los ojos y empecé a dejarme llevar y disfrutar de ese placer que sólo viviéndolo se puede comprender a cabalidad. Además, de que si un defecto tiene, para mí, la posición de ranita es que no tienes libertad para ver nada. Sientes todo, pero no ves ni madre… Así que lo mejor es cerrar los ojos y dejar que el macho haga todo el trabajo…Pero debo decir que, la sensación de aprisionamiento que experimentas, es un delicioso suplicio. Por eso siempre me ha encantado.
Al muy poco tiempo (para mí) PonchI me advirtió que ya sentía ganas de venirse. Asentí con la cabeza para condescender con él, ser recíproca en su sempiterna amabilidad, aunque a pesar de haberme hecho venir dos veces, sentía que quería un poquito más. Así que le dije, “Dame todo lo que tengas (o lo que te quede, no recuerdo bien)”, y PonchI comenzó a moverse más fuerte, al grado que la vulva comenzó a punzarme y volví a gemir, está vez de forma desbocada…
En este momento en el que escribo, solté una carcajada… Me puse a pensar que, con razón, PonchI traía a Ross comiendo de su mano…



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domingo, 27 de julio de 2008

Muy, muy recientes...

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Afortunadamente, de nuevo pude cumplir. Las imágenes son recientes, y durante la semana pude avanzar bastantito en la cronología. Sólo me faltaría ponerme al corriente con aquellos lectores que tienen blog y me han comentado aquí, e ir a pagarles la cortesía. No lo he hecho, por los motivos multimencionados, y por lo cual me disculpo. Espero que en las próximas semanas todo se normalize.
Por lo pronto, aquí están las imágenes, en varias versiones y durarán, como es costumbre, hasta la noche del Domingo -05:00 G.M.T.

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Daguerrotipo.





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Color Antiguo.




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Blanco y Negro Alto Contraste.




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Filtro.




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Pd. Por cierto, la pose, que realmente no es una pose sino una postura de descanso, de estas imágenes, la adopté porque recordé lo que sigue en la cronología. Aquellos que alcancen a ver estas imágenes y lean mañana mi post lo comprenderán mejor.

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Actualización:

Ya las quité.



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