Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 12 de enero de 2008

Cuatrocientos Mil.

El día 9 de julio de 2007 este blog alcanzó las trescientos mil visitas. Fue un hecho que me dio mucha alegría. En su momento agradecí a mis lectores por tanta amabilidad. Pues bien, el pasado Domingo seis de Enero llegamos al número de cuatrocientos mil. Cien mil visitas en poquito menos de seis meses. Estoy muy agradecida con todos ustedes por el apoyo que he recibido. Lo he mencionado muchas veces y ahora lo haré de nuevo, de no ser por las visitas y por los comentarios de los lectores, este blog ya hubiera cerrado hace mucho tiempo. Es difícil dedicarle tanto tiempo diario a una cronología que cada vez me cuesta más trabajo recordar. Las visitas y los comentarios me sirven de estímulo para seguir adelante.


¡¡¡Muchas Gracias!!!

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Ahora coloco un detalle de una imagen que mostraré completa en varias versiones el día de mañana.




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viernes, 11 de enero de 2008

“La malta de mi boca a su boca…”

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Regresaron los señores a la sala. Lógicamente V.G.T.1 se sentó conmigo y su amigo hizo lo propio con Ross. Inmediatamente rodeó mis hombros con su brazo. No me molestó, por el contrario, pensé que eso podría ayudarlo a excitarse más y cuando estuviéramos en la cama le sería más fácil lograr la erección.
Con el correr de los minutos, mi cliente comenzó a desinhibirse un poco. En un momento me repitió que debido a su edad no podía darse el lujo de beber alcohol, sin embargo, me dijo que podría beberlo de mis labios, que lo que me quedara en ellos quería probarlo. Sus palabras me hicieron reír y sonrojar un poco. Era evidente que estaba empezando a inyectar dosis de erotismo a nuestro encuentro. Escogió una manera muy original y bastante sutil para hacerlo. Después de un par de besos de bastante duración, retiró su cara de mí y se relamió los labios emitiendo una exclamación de placer al tiempo que me decía así la cerveza sabía más rica. De nuevo logró arrancarme una sonrisa que estuvo a punto de convertirse en carcajada. Sabía besar bien, muy bien y lo combinaba con palabras amables cargadas con una fuerte dosis de erotismo.
Regresó su cara a la mía, sus labios se prendaron a los mías y su lengua comenzó a explorar mi interior bucal. Lo dejé llegar tan adentro como quiso y pudo. Desde luego que no quise empezar una batalla lingual, no con él, no con alguien de su edad. Entonces, no se conformó con besarme y empezó a acariciarme los senos. Se lo permití porque enfrente había una pareja en condiciones similares, es decir, no veía lo que hacían pero el motivo por el que estaban ahí era idéntico, así que no había razón para reprimirse. Cuando el viejito bajó su cabeza para besarme el cuello pude ver a través de sus cabellos gris-plata a Ross y a su cliente que se encontraban haciendo prácticamente lo mismo. Incluso, me pereció ver, por entre los cabellos de mi cliente, que V.G.T.2 ya tenía una mano en el muslo interno de mi loca amiga.
Me soltó para que yo tomara aire, o quizá para que lo tomara él y, me dijo que le diera otro traguito a la cerveza. Así lo hice y procuré dejar algo en mi boca y en mis labios. Cuando él regresó “al ataque” y probó la cerveza de mi boca, volvió a emitir una exclamación de algo más que agrado y continuó besándome. Empecé a comprender, aunque no cabalmente todavía, que los hombres experimentados saber usar mucho la boca y las manos…
Ese juego de la cerveza de mi boca a su boca se repitió un par de veces más. Me estaba preguntando si ahí mismo me sacaría los senos para besarlos o qué más querría hacer cuando por fin me preguntó, muy amablemente, si quería ir a la recámara, mi respuesta fue afirmativa…



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jueves, 10 de enero de 2008

“Preocúpate por otra cosa…”

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Los cuatro nos pusimos de pie y nos dirigimos a la mesita del comedor. Del cajón de un mueble cercano, V.G.T.2 extrajo un mazo de naipes y lo colocó sobre la mesa. Comenzó a buscar por entre las cartas figuras similares de diferente palo. Cuando tuvo las cuatro que necesitaba las separó en dos pares e hizo que las mujeres nos colocáramos en el lado opuesto de la mesa. Luego nos explicaron que para nosotras nos correspondían el color rojo y a ellos el negro. Es decir, para nosotras habría un As y un rey de color rojo y para ellos un As y un rey de color negro. La chica que sacara el As rojo quedaría con el hombre que escogiera el As negro, etc. Nos fue más fácil de entender que para mí de explicar… Las cartas, por supuesto estaban boca abajo. Era una manera muy salomónica de ponernos de acuerdo. A lo largo de mi vida profesional me encontré en situaciones muy similares donde se usaron soluciones, también muy parecidas. Así no habría motivo de queja por parte de nadie, ni de los clientes, ni de las chicas. Todo se dejaba a la suerte… De hecho, no recuerdo qué cartas en sí se emplearon. No importa, siempre y cuando haya una igual de cada color para que se de el emparejamiento.
Una vez que cada quien escogió una carta y que resultó que me volvió a tocar con V.G.T1, Ni Ross ni yo supimos que seguía. Es decir, ¿El servicio lo daríamos ahí mismo en la sala, cada pareja en un sillón? O ¿Una pareja en la sala y la otra en el comedor o en alguna recámara? No sabíamos como estaba distribuida la casa, no teníamos idea de qué procedía.
V.G.T.2 nos conminó a que regresáramos a sentarnos a la sala, agregó que no había prisa y que nos servirían otras cervezas. Para cuando me di cuenta, ya tenía otra cerveza frente a mí, a pesar de que todavía no me había terminado la anterior y a V.G.T.1 sentado a mi lado.
Desde que llegamos, los señores habían tratado de crear una atmósfera íntima y agradable, el lugar estaba limpio y había algún radio encendido. Lógicamente por el nerviosismo de ir a trabajar a un lugar nuevo y en especial, por lo que he mencionado con mi amiga, no me percaté de ello. La música no estaba demasiado alta. En un momento que los viejitos se levantaron y nos dejaron solas, Ross se inclinó hacia adelante y me hizo un ademán para que hiciera lo mismo y en voz baja me sugirió que les hiciéramos un lesbian show “light”. La bebida se me atragantó en la garganta, por enésima vez me congelé con una de sus ideas y, después de unas fracciones de segundo que me parecieron décadas, mi mente tuvo el brillo suficiente para responderle que no sería adecuado porque no conocíamos los gustos de los clientes y podríamos echar todo a perder, nos podrían correr por “cochinas” puesto que ellos pertenecían a una generación y provenían de una época donde cualquier tipo de manifestación sáfica podría ser considerado “aberrante” o “degenerado” y en todo caso, inaceptable. Por supuesto que no se lo dije de manera específica pero con las palabras que haya utilizado esto fue lo que quise decir.
Afortunadamente comprendió al instante lo errático de su propuesta, entonces me sugirió que les bailáramos. Tampoco me gustó la idea. Sabiendo la edad que tenían y que, además de todo, al parecer tenían mucho tiempo sin estar con mujer, o cuando menos con mujer joven, me pareció que podría ser tan peligroso o casi tan peligroso como el llevarlos a tener sexo enérgico. Por otra parte, se veían algo tímidos, con falta de experiencia en estas situaciones, algo fuera de lugar, desubicados… Tratando de ser amables. Así que me negué y le pedí que desechara la idea. Antes de que regresaran, concordamos que lo mejor sería tratar de ver qué cosas les gustaban antes de dar cualquier otro paso y que si íbamos directamente al sexo sería mejor y que en futuros servicios los trataríamos más. Entonces agregué: “Preocúpate por otra cosa… Preocúpate por que estando en la cama se la pares y te pueda coger bien para que quede contento y te vuelvan a buscar…”


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miércoles, 9 de enero de 2008

“Y ustedes ¿Ya escogieron?...”

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A los pocos instantes, nos abrió un señor, que como me había advertido V.G.T.1, era de su misma edad, acaso ligeramente más robusto. Nos miró de arriba abajo mientras que sus ojos se abrían y no podía contener una sonrisa maliciosa. Todo esto en fracciones de segundo porque inmediatamente nos dio la bienvenida de una manera muy cordial y de la misma forma nos pidió que entráramos a su domicilio. Su casa era similar a la de su amigo, pequeña, antigua llena de objetos del pasado, muchas fotos en las paredes… Se notaba que ambos vivían bien sin llegar a poder tener extravagancias decadentes pero si el de darse “cierto gustos” con alguna frecuencia.
Adentro del domicilio ya se encontraba V.G.T1, quien a su vez, también nos recibió de manera festiva, casi a manera de celebración. Después de invitarnos a tomar asiento en la salita, V.G.T1, se levantó discretamente y de la misma manera me llamó por mi nombre de trabajo. Me levanté y fui a su encuentro a un lado del comedor, que en sí, era la misma pieza solamente que se encontraba en el extremo opuesto. Sin decirme nada, me tomó de la mano y me dio un fajo de billetes, entonces se acercó a mi oído y en voz bastante bajita me dijo que fuera al baño, es decir, para que contara libremente el dinero. Con un volumen similar le pregunté “¿Siempre quien con quien?”, a lo que me contestó de forma casi inaudible que al ratito nos pondríamos de acuerdo y que por lo pronto fuera al baño y contara el dinero.
Así lo hice. Me había dado el dinero de ambas. Cuando regresé, desde el comedor miré a Ross y de la manera más sutil que pude, hice un movimiento afirmativo con la cabeza dándole a entender que ya nos habían pagado. Esto hizo que Ross se relajara más aún, si es que eso fuera posible, cruzando las piernas y aumentando la longitud horizontal y arqueada de su sonrisa. Aún así, cuando me senté en el sofá casi frente a ella, quiso asegurarse y con una señal de sus dedos índice y pulgar encorvándolos hasta formar un semicírculo, (Que aquí significa dinero), sin hablar, movió la boca diciendo “¿Ya?”. Esta vez mi señal afirmativa fue cerrando los ojos lenta y discretamente. Con esto ella supo que ya nos habían pagado.
Los dos viejitos trataron (y lo lograron) de ser amables con nosotras. Nos ofrecieron una cerveza y aunque estábamos sin comer puesto que veníamos directamente de trabajar, la aceptamos. Es decir, yo la acepté cuando vi que Ross hizo lo propio sin dudar. Les dije que no había comido y uno de ellos me respondió que aprovechara la vida que él a mi edad… etc. Y que por lo mismo, ellos no podían darse el lujo de tomar demasiado, entre semana y a primeras horas de la tarde, no era momento para beber cerveza.
“Bueno, muchachas y ustedes ¿Ya escogieron con quien quieren estar?” Nos preguntaron los viejitos. Les respondimos con un “NO” alargado y sonriente, agregando que ellos deberían de ser quienes escogieran. Después de un par de minutos de amable discusión y de risas nerviosas de nosotras, los viejitos encontraron la solución de una manera muy prudente…


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martes, 8 de enero de 2008

Seguimos con la cronologia (Ultimo)

Para mañana seguiré con los posts nuevos...


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"Con sus palabras sabía excitar..."


“Al cabo para cuando eso pase, si es que pasa, ya nos han de haber pagado". Seguía diciendo mientras caminaba y me dejaba atrás debido a la inmovilidad que me ocasionaron sus palabras. Al voltear se dio cuenta de que ya estaba unos metros delante de mí, me buscó con la vista hasta que me encontró. Se dio la media vuelta y caminando despacito y sin delito alguno, de manera desparpajada e ingenua me preguntó, ¿Qué? Yo tenía la mano en la boca y me encontraba pensativa. Después de unos segundos liberé un poco la tensión y haciendo un esfuerzo le respondí que se trataba de la vida de una, o quizá dos personas, que no podíamos salir corriendo como si nada y ya. Me respondió que, “ni modo que la policía estuviera tan avanzada como en otros países y tomaran muestras de ADN o de huellas digitales para saber quien más había estado ahí y que además, nosotras no habríamos hecho nada malo”. A sus necias palabras, no me quedó más remedio que decirle que tomáramos las cosas con calma y aprovecháramos que sería un trabajo ligero, que ya estábamos sobresaturadas de trabajos largos y pesados y que en todo caso, si quería algo fuerte, tenía a PonchI y compañía, sin mencionar a los viejos de la plaza. Me respondió con algo muy típico de ella.
Me dijo que si con los jóvenes se calentaba y con los maduros se súper calentaba, con un viejito y por ser la primera vez, se iba a volver loca. “Loca ya estás”, le dije. “Pues entonces más… Imagínate, un viejito adentro y arriba de ti… Mhmhmh…” Me respondió relamiéndose los labios como si estuviera a punto de saborear el más exquisito de los manjares y pestañeando con rapidez.
De nuevo pensé, “Pinche loca… Aunque esta vez tengo que reconocer que tiene algo de razón…” Mi loca amiga sabía como hacer que una cosa aparentemente insípida o simplemente de trabajo rutinario se volviese interesante, erótica, deseable y no se cuántas cosas más… “Un viejito adentro y arriba de ti…” Esas palabras me retumbaron en la mente y las traje por el resto del día laboral. Es una idea perturbadora, en especial a tus dieciocho años. Pinche Ross, siempre sabía sacar lo interesante y erótico de las cosas.
Cuando llegó la hora de ir con los viejitos, le sugerí que antes pasáramos con Don Abarroto para asearnos un poco. Me respondió que no tenía caso, que para qué, “Nos va a querer picar el culo y al final vamos a salir más sucias de lo que entramos, además de que nos vamos a entretener mucho ahí y los viejitos ya nos han de estar esperando". En una de sus esperadas picardías, (esperadas pero a la vez sorpresivas) se refirió a mí diciendo, “a ti te va a querer meter la mano hasta el colon”. No quise decir nada, ni siquiera preguntarle de donde se le había ocurrido eso. Quizá acababa de darle servicio a un médico que le mencionó esa palabra.
Seguimos caminando mientras yo tenía que oír las estupideces que se le ocurrían que harían reír hasta al más amargado. Es más hilarante porque simplemente las está hablando sin que sea su intención hacer reír, muchas de las cuales las dice en serio. Hasta que por fin llegamos a la dirección que nos había dado V.G.T.1… Toqué la puerta y mientras nos abrían, rogué porque Ross entrara, aunque fuese un poquito, en razón…



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lunes, 7 de enero de 2008

Continuamos con la cronología...

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Siguiendo la tradición, la cual lleva más de un año, cuando dejo unos días de escribir la cronología, resubo los últimos dos o tres posts para refrescar la memoria del lector. En esta ocasión, hoy subiré el penúltimo, y mañana el último para dar paso a los posts nuevos.



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"Una loquísima diablilla..."

Llegó el día siguiente y mi trabajo transcurrió sin muchas consecuencias, cinco o seis servicios rutinarios de clientes que me levantaban en la plaza, Si mal no recuerdo, un servicio a Tontón y otro a Don Abarroto, además de dos o tres manoseos previos. A la mitad de la jornada, me encontré con Ross y nos dirigimos hacia el punto donde V.G.T.1 nos había citado. Durante el camino, ella me venía repitiendo que se iba a portar lo más coqueta posible para que el viejito la aceptara. Ante estas palabras, se me vino a la mente lo peligroso que eso podría ser y de la manera más sutil que pude, le dije a mi amiga que tomara las cosas con calma, que hombres como V.G.T1 y su compañero eran diferentes a hombres unos veinticinco años menores como Don Abarroto, Tontón e incluso, a Don Sienes. Le advertí suavemente que nuestros futuros clientes se podrían infartar.
Ross no tuvo la oportunidad de responderme nada porque mientras yo le decía lo anterior apareció ante nuestra vista el punto de reunión. Caminamos unos pasos más y pude ver a V.G.T.1. Mientras yo traía ropa más bien casual, Ross vestía un minivestido cuya falda llegaba bastante arriba de la rodilla, de tirantes y con un estampado como de tigre o leopardo. Yo sabía que con sólo verla, V.G.T.1 le daría el visto bueno. Sin mencionar esa sonrisa que prácticamente nunca la abandonaba, que la ayudaba a hacer amigos y fundía la voluntad de los hombres, enmarcada por esos ojillos pícaros que parecían tener luz propia. No me equivoqué. Cuando los presenté, V.G.T.1 pareció maravillado, contestó la sonrisa de Ross con la misma magnitud y el “mucho gusto” mutuo se oyó de forma sonora, alegre y sincera.
Como era conmigo con quien ambos tenían más confianza, el hombre se dirigió más a mí. Lo primero que le pregunté fue que qué tenían en mente él y su amigo. Me respondió de una manera como si mi pregunta fuera tonta, “¿Pues para qué crees creatura? Somos dos hombres y dos mujeres” En vez de hacerme sentir tonta, insistí preguntándole claramente si iba a ser un “cada quien con su cada cual” y me extendí al decirle que cualquier otro tipo de cosas se cobraría más caro. Era evidente que no estaba muy acostumbrado al lenguaje que se manejaba en nuestro oficio, ni estaba muy enterado de la variedad de servicios que podíamos ofrecer por las cantidades correctas.
Mientras todo esto ocurría, Ross con una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a acercársele al viejito, hasta que casi le rozó el brazo al viejito con sus pequeñas tetillas. Obviamente el hombre no pasó por alto este hecho, aspiró profundo y exclamó halagos al buen olor de Ross, quien casi sin descomponer su sonrisa, agradecía abiertamente.
Primero V.G.T1 respondiendo a mi pregunta de, entonces quien quedaría con quien, me había dicho que estando en la casa de su amigo nos pondríamos de acuerdo pero, después de unos minutos en que mi loca amiga lo rondaba literalmente como una gatita a los pies del amo, exclamó, “Se me hace que voy a querer a esta pinga”. Luego señalándola con el dedo dijo con voz festiva, “Es una diablilla, se nota”. Sonreí levemente, inhibí mi risa para no hacerla evidente a la vez que pensé: “No sabes cuánto…”
Todo iba muy bien, el viejito había más que aceptado a Ross y nos habíamos puesto de acuerdo en lo económico y evidentemente los clientes no serían muy demandantes en cuanto esfuerzo físico para nosotras, era un trabajo hecho. Sin embargo, seguía latente el problema de que la intensidad de Ross en la cama podría provocar situaciones desagradables. Así que cuando nos despedimos del viejito, regresé al tema. Insistí en que debería de ser menos fogosa con ellos. Entonces me dijo algo que me dejó congelada y me paralizó los pies…
Ross: “Tienes razón, entonces vamos a tener la ropa muy a la mano. Si alguno de los dos viejitos se infarta, nos vestimos hechas madre (A gran velocidad) y nos salimos de ahí corriendo…”
“¡Pinche loca!” me dije…


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domingo, 6 de enero de 2008

Primera imagen del 2008 en varias versiones

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Daguerrotipo.

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Van Dyck.

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Vívido Champán.

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Gelatina de Plata.

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Color Antiguo.


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Cámara de Cajón.

Pd. Lo que es la fuerza de la costumbre... Las imágenes traen fecha del 2007 cuando debería decir 2008... Así lo dejaré, nadie es perfecto. =)


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Actualización:


Ya las quité.
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