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Siguiendo la tradición, la cual lleva más de un año, cuando dejo unos días de escribir la cronología, resubo los últimos dos o tres posts para refrescar la memoria del lector. En esta ocasión, hoy subiré el penúltimo, y mañana el último para dar paso a los posts nuevos.
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"Una loquísima diablilla..."
Llegó el día siguiente y mi trabajo transcurrió sin muchas consecuencias, cinco o seis servicios rutinarios de clientes que me levantaban en la plaza, Si mal no recuerdo, un servicio a Tontón y otro a Don Abarroto, además de dos o tres manoseos previos. A la mitad de la jornada, me encontré con Ross y nos dirigimos hacia el punto donde V.G.T.1 nos había citado. Durante el camino, ella me venía repitiendo que se iba a portar lo más coqueta posible para que el viejito la aceptara. Ante estas palabras, se me vino a la mente lo peligroso que eso podría ser y de la manera más sutil que pude, le dije a mi amiga que tomara las cosas con calma, que hombres como V.G.T1 y su compañero eran diferentes a hombres unos veinticinco años menores como Don Abarroto, Tontón e incluso, a Don Sienes. Le advertí suavemente que nuestros futuros clientes se podrían infartar.
Ross no tuvo la oportunidad de responderme nada porque mientras yo le decía lo anterior apareció ante nuestra vista el punto de reunión. Caminamos unos pasos más y pude ver a V.G.T.1. Mientras yo traía ropa más bien casual, Ross vestía un minivestido cuya falda llegaba bastante arriba de la rodilla, de tirantes y con un estampado como de tigre o leopardo. Yo sabía que con sólo verla, V.G.T.1 le daría el visto bueno. Sin mencionar esa sonrisa que prácticamente nunca la abandonaba, que la ayudaba a hacer amigos y fundía la voluntad de los hombres, enmarcada por esos ojillos pícaros que parecían tener luz propia. No me equivoqué. Cuando los presenté, V.G.T.1 pareció maravillado, contestó la sonrisa de Ross con la misma magnitud y el “mucho gusto” mutuo se oyó de forma sonora, alegre y sincera.
Como era conmigo con quien ambos tenían más confianza, el hombre se dirigió más a mí. Lo primero que le pregunté fue que qué tenían en mente él y su amigo. Me respondió de una manera como si mi pregunta fuera tonta, “¿Pues para qué crees creatura? Somos dos hombres y dos mujeres” En vez de hacerme sentir tonta, insistí preguntándole claramente si iba a ser un “cada quien con su cada cual” y me extendí al decirle que cualquier otro tipo de cosas se cobraría más caro. Era evidente que no estaba muy acostumbrado al lenguaje que se manejaba en nuestro oficio, ni estaba muy enterado de la variedad de servicios que podíamos ofrecer por las cantidades correctas.
Mientras todo esto ocurría, Ross con una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a acercársele al viejito, hasta que casi le rozó el brazo al viejito con sus pequeñas tetillas. Obviamente el hombre no pasó por alto este hecho, aspiró profundo y exclamó halagos al buen olor de Ross, quien casi sin descomponer su sonrisa, agradecía abiertamente.
Primero V.G.T1 respondiendo a mi pregunta de, entonces quien quedaría con quien, me había dicho que estando en la casa de su amigo nos pondríamos de acuerdo pero, después de unos minutos en que mi loca amiga lo rondaba literalmente como una gatita a los pies del amo, exclamó, “Se me hace que voy a querer a esta pinga”. Luego señalándola con el dedo dijo con voz festiva, “Es una diablilla, se nota”. Sonreí levemente, inhibí mi risa para no hacerla evidente a la vez que pensé: “No sabes cuánto…”
Todo iba muy bien, el viejito había más que aceptado a Ross y nos habíamos puesto de acuerdo en lo económico y evidentemente los clientes no serían muy demandantes en cuanto esfuerzo físico para nosotras, era un trabajo hecho. Sin embargo, seguía latente el problema de que la intensidad de Ross en la cama podría provocar situaciones desagradables. Así que cuando nos despedimos del viejito, regresé al tema. Insistí en que debería de ser menos fogosa con ellos. Entonces me dijo algo que me dejó congelada y me paralizó los pies…
Ross: “Tienes razón, entonces vamos a tener la ropa muy a la mano. Si alguno de los dos viejitos se infarta, nos vestimos hechas madre (A gran velocidad) y nos salimos de ahí corriendo…”
“¡Pinche loca!” me dije…
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