Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 4 de agosto de 2007

Variante.

Esta semana no me tomé una foto como para el blog, así que meteré una de las que me tomó para Don Q, la cual aquí muestro un detalle en negativo. Para mañana meteré el positivo completo en algunas versiones, las cuales serán pocas porque no me gustó ninguna en realidad.

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Les recuerdo que éste es un detalle, la foto completa la subiré mañana.


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viernes, 3 de agosto de 2007

"No habria exclusividades..."


Desde que empecé está cronología me dije que no hablaría de mi vida sentimental. Sigo pensando de la misma manera. Después de todo, las personas que deben saber al respecto ya lo saben… Pero, hay un pero.
A Don Q le he mencionado muchas cosas de mi vida en general, sin embargo, es imposible que conozca cada minuto de mi existencia. Tendría que pasar unos seis meses con el unas diez o doce horas diarias para poder hacerlo. Esto último también lo había pensado, sólo que no me había a pensar que ciertas cosas de mi vida romántica no se las he comentado.
Es por eso que ahora me detendré para hablar un poco del Señor G. Empezó a ganar terreno conmigo paulatinamente, como casi todos los hombres con casi todas las mujeres, así que yo “casi” ni sentía como él iba avanzando en su camino de erotismo e intimidad para conmigo. No me detendré en demasiados detalles ni en las cosas que son comunes en cualquier pareja, como los besos en la boca o el primer apretón de senos o nalgas. Tampoco mencionaré relaciones sexuales comunes, se empezó como cualquier pareja, poco a poco y se fue avanzando.
Prefiero enfocarme a los hechos poco comunes que viví con él. A los detalles que, sexualmente hablando, me parecen hasta este día en que escribo esto, fuera de lo común en las parejas. Quiero aclarar que no le dedicaré mucho tiempo ni espacio, bueno eso digo hoy. Ni me enfocaré a él hasta agotar el tema. Prefiero ir intercalando anécdotas del Señor G o quizá ésta sea la última vez que lo menciones. No sé como me escuche o me lea pero, puedo decir que, en términos generales fue una buena relación y guardo un buen recuerdo.
Tengo que aclarar que era casado-separado-a-punto-de divorciarse, vivía solo y con cierta frecuencia lo visitaba un sobrino político, de unos veinte años, quizá veintiuno, con quien él llevaba muy buenas relaciones.
Creo no equivocarme si digo que mi experiencia sexual “en público” con el Señor G comenzó de una manera bastante inocente. Cuando estábamos en su casa, sentados en la sala y su sobrino estaba presente, el Señor G acostumbraba poner su mano en mi rodilla. Con el tiempo fue subiéndola hasta que finalmente la ponía en mi monte de Venus, ya que por lo general, llevaba puesto pantalón. Me ponía la mano ahí pero todos actuábamos como si no pasara nada, cuando menos al principio. Conversábamos, reíamos y su mano sin despegar el mencionado monte. Afortunadamente, me fue acostumbrando muy lentamente a que cada vez su mano se posara más arriba en mi pierna y un día antes de ponérmela “ahí”, me lo avisó para que tuviera veinticuatro horas para mentalizarme. Por lo general, los apretones que me daba eran suaves y procurando que el sobrino estuviese distraído de esta forma podía disimular bien alguna excitación.
Con el señor G la intensidad sexual fue subiendo constantemente hasta llegar a grados tales que nunca tuve con, por ejemplo, mis tres amigos. Es todo lo que diré de él, por ahora.



Como Perla y yo no habíamos podido ultimar detalles en el bar, al día siguiente hablamos por teléfono para tal efecto. Me dijo que en esta ocasión, llevara un bikini más sexy y revelador que el que había usado en la fiesta anterior. Le pregunté si ya sabía con quien trabajaría yo o que pasaría si dos o los tres hombres quisieran ocuparme. Me respondió que iba como puta, no como novia, que todos ahí sabían que no habría exclusividades y si uno me llevaba a la recámara y al salir de ahí, otro me ocupar, lo hiciera, que estábamos para trabajar. Le pedí que me aclarara si yo cobraría por servicio o por sesión. Me respondió que obviamente se cobraría por servicio y que teníamos uno garantizado, es decir, si una chica tenía demasiado éxito y dos o los tres clientes la ocupaban y yo me iba en blanco, de cualquier modo me pagarían como un servicio completo, no importaba que no trabajara. Le contesté en son de broma y casi riendo que qué bueno sería. Ella me respondió con una ligera carcajada. Por último me dijo que sería en una casa diferente de la de la fiesta pasada y que dos de los tres clientes habían asistido.
Llegó el día y la hora señalados. Arribé al punto de reunión y ya me estaban esperando Perla y Ricitos de Canela. Hacía sol y calor, buen día para nadar desnuda, aunque sólo deseaba que hubiese algo de sombra en la alberca.


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jueves, 2 de agosto de 2007

"De Regreso a la Realidad."

Al regresar del viaje, tomé varios días de descanso en los cuales casi no salí de mi cama. Algunas tardes-noches nos reuníamos las cuatro amigas para intercambiar impresiones del viaje. A veces, se nos unían más amigas para escuchar lo que contábamos y ya algunas empezaban a hacer planes para las siguientes vacaciones.
Por mi parte, recién regresé y un par de días más, no pensé en nada. Después de eso, tenía como máxima prioridad la escuela, mis estudios y en un segundo plano que no carecía de importancia tenía a mi trabajo, ambos trabajos, tanto el ortodoxo, como el que realmente me hacía ganar dinero.
Había quedado escoriada por el “switching” con los negros. Sola en casa me revisé y vi que me habían quedado dos rayitas, o quizá más a los lados y abajo del orificio vaginal. Mucha crema y unos cuantos días fueron suficientes para que desaparecieran. Me dije que había valido la pena aunque no había quedado satisfecha del todo, es decir, esos chicos satisfacían a cualquiera, sin embargo, yo había deseado una pira, no un switching. También me dije que no había faltado a nuestro trato. Yo no había ido con la intención de coger con alguno que se me presentara en las vacaciones. No. Yo había ido con la intención de cumplir algo que quería hacer desde hacía bastante tiempo y no se me había hecho. Con la rusa, además de ser, como dije antes, cien por ciento nacional, no era hombre, así que todas cumplimos.
Pasaron algunos días más y comenzó la escuela, al igual que mi trabajo “normal”. En esos días, me llamaron PonchI, para vernos a solas, ÁngelU, invitándome a sus tentadoras piras y Perla, para que regresara al trabajo en varias de sus modalidades. Esta última se ofreció a darme “la variedad” que le había pedido casi desde que nos habíamos conocido.
Así que además de las vacaciones, dejé pasar unas dos semanas desintoxicándome del sexo. Al pasar este período de tiempo, comencé a sentirme de nuevo lista para el trabajo arduo y remunerador, o para recibir a mis tres amigos.
Una mañana, saliendo de clase, recibí una llamada de Perla, quería que nos viéramos en un bar para conversar. Mi mente ya había vuelto al trabajo y ya me interesaba de nuevo lo que tuviera que decirme. Nos vimos en el bar en el que ya habíamos estado pocos meses atrás. Me dijo que esperaba que al regresar yo nos hubiésemos visto para que le contara como me había ido en el viaje. Lo único que se me ocurrió decirle fue que había llegado en extremo cansada y que a los pocos días habían empezado las clases y que además mi trabajo “convencional” me absorbía mucho.
Le pregunté por la señora y la casa en sí. Me dijo que ella le preguntaba mucho por mí y que cuando volvía al trabajo, además de que la casa estaba a reventar esos días porque todo mundo había regresado de vacaciones. Había tanta clientela que a veces hasta en las mañanas hacían cola para ocupar recámara. También me mencionó que muchos de los hombres de la fiesta a la que había asistido, habían preguntado por mí y se habían “apuntado” como clientes míos. Me alegró oír eso. En cualquier oficio siempre es agradable saber que tienes la promesa de tener clientes, no importa qué servicio proporciones.
Yo seguía teniendo una duda. Desde hacía tiempo, Perla me había dicho que me tenía más opciones para trabajar y que me las diría una vez que me adaptara a lo que ya tenía. Desde el momento que a ella le urgía hablar conmigo, pensé que sería una ocasión inmejorable para que cuando menos me dijera de qué se trataba la idea, aunque no se fuera a realizar de inmediato.
La dejé hablar antes de preguntarle lo que quería saber. Comenzó a decirme de “otra fiesta”, sólo que esta sería más privada. En dicha reunión, seríamos tres mujeres y tres clientes. Cada hombre escogería a una chica, no se trataba de nada “especial”. Sonreímos cuando mencionamos que para nosotras lo “especial” era prácticamente cotidiano y sin embargo, poquísima gente lo había probado. Agregó que sería similar en cuanto a que estaríamos alrededor de la alberca y muy probablemente después de unos tragos, nadaríamos o cuando menos chapotearíamos en pelotas. Nada de lo que me estaba diciendo me alarmaba o estaba fuera de mis límites, así que simplemente la iba siguiendo mientras asentía con la cabeza.
Súbitamente fuimos interrumpidas por un caballero. Era el mismo hombre que semanas atrás nos había abordado en el mismo bar. Estábamos tan relajadas y a gusto que no tuvimos la energía suficiente para deshacernos de él. Antes de que me diera cuenta, se había sentado en nuestra mesa. De ahora en adelante, si acaso lo vuelvo a mencionar, lo llamaré “Señor G”.
Como en un principio de esta cronología dije que no hablaré de mi vida sentimental, únicamente de la sexual, creo que a Señor G no lo volveré a mencionar, o si acaso muy poco. Nada más diré que era un hombre en el inicio de sus 40’s, interesante, no feo pero tampoco atractivo en extremo. También diré que con Perla quedé de vernos al siguiente sábado para asistir a la fiesta.
Por su influencia, dejé de trabajar en eso por algún tiempo. Llegué a tener sexo con él. Sexo intenso y alocado. Por el conocí, entre otras cosas, el sexo en público o como una especie de show. Con Señor G tuve una relación romántica.

miércoles, 1 de agosto de 2007

"Dolor, lágrimas, placer... Nueva experiencia cumplida"



Este segundo chico siguió moviendo su cadera tan atrás como podía para después empujarla hacia adelante buscando causarme el mayor dolor posible. Cuando menos así lo recuerdo en retrospectiva, no creo que se moviera así para causarse placer sino para causarme dolor. Para este momento, yo le apretaba la verga lo más que podía, aunque mis esfuerzos de aminorar los impactos eran inútiles.
De repente se detuvo. Iban a cambiar posiciones de nuevo. Ya estaba muy aturdida por el dolor así que no se la solté a tiempo y cuando jaló para sí casi me traigo todo el condón con la mano.
Hicieron el switching varias veces. Ambos fueron toscos, rudos, enérgicos, aunque más el segundo chico. En una de esas veces, cuando yo ya había logrado un orgasmo, nos las sacaron y nos pidieron que nos pusiéramos en cuatro. En esta postura nos cogieron haciendo cambios unas dos veces nada más. Recuerdo bien que lo último de esta posición fue que quedé con el segundo chico que no se conformaba con metérmela hasta topar con el rencor antes mencionado, sino que me tomaba de las caderas y me jalaba hacia sí, para que el impacto de la punta de su verga en el fondo de mi vagina fuera aún mayor.
Ocurrió algo a lo cual en el momento no le presté atención. Ambas estábamos gritando descompuesta y sonoramente mientras nos cogían de a perrito. Marthis le dijo a su compañero que era suficiente. Ya no podía, le estaban escurriendo las lágrimas por las mejillas.
El que estaba conmigo me pidió que me recostara sobre mi estómago, pensé que simplemente lo harías de ranita y ya. De nuevo estaba equivocada. Se acostó sobre mí, sí, como para ejecutar esa posición pero se recostó sobre su lado derecho y me jaló para que yo también quedara de costado dándole la espalda. Era una posición que yo casi nunca había probado. Me gustó la idea porque las nalgas no le permiten al hombre metértela toda. Por decirlo de alguna manera, sirven de colchón o de protección.
El negro se movió algunas veces causándome mucho placer, sí me la topaba pero, de verdad mis nalgas me servían de algún tipo de bloqueador. Entonces, el primer chico se recostó de costado frente a mí. El de atrás seguía moviéndose y el de enfrente se preparaba a penetrarme. No me dio miedo, me dio pavor. Lo primero que pensé sería que me harían sándwich para una doble penetración. No tengo nada en contra de las dobles penetraciones, sin embargo, no estaba dispuesta a tener sexo anal.
Levanté un poco la cabeza para ver a Marthis que se había colocado a mis pies como para tener mejor ángulo visual y algo le dije respecto a que no quería que me la fueran a meter por el ano. Recuerdo muy bien su reacción. Me enseñó las palmas de ambas manos y repitió suavemente la palabra “no” varias veces. Lo dijo de tal manera que me daba a entender que ellos no tenían esa intención y de que me relajara, como si ya hubiera pasado por esa experiencia con ellos o como si se hubieran puesto de acuerdo los tres de antemano respecto a lo que me harían.
No muy convencida dejé seguir el transcurso de las cosas. A cada empujón del de atrás, le seguía un grito mío, no eran realmente gemidos sino verdaderos gritos. Súbitamente, se detuvo, comencé a sentir como su pene se deslizaba fuera de mí sin perder la dureza. Cuando me la sacó toda, me tomó de las nalgas y me las abrió hasta causarme escozor en el ano, entonces el chico que se encontraba frente a mí, se me pegó más, se tomó la base del miembro y con la punta buscó mi orificio vaginal. Cuando lo encontró, me la fue metiendo poco a poco. También me topó pero esta otra posición tampoco permite que la penetración pueda ser demasiado violenta y franca.
Me abrazó por completo como para aprisionarme y empezó a moverse mientras me lamía el cuello y el oído. Mientras todo esto pasaba, comencé asentir que me penetraban el ano. Era una sensación conocida, así que no me alarmé más que al principio. Se trataba de un dedo. Por el grosor lo comprendí. El chico lo movía como si me explorara por dentro. Sus movimientos eran circulares. Tanta sensación me hizo explotar. Mi cerebro estalló en un orgasmo que me arrancó varios gritos acompañados de una abundante cantidad de lágrimas.
A partir de ese preciso instante, no pude dejar de llorar. Después de un par de minutos más de esa moción verga-dedo vagina-ano, se detuvieron y lentamente comenzaron a sacarme sus respectivos apéndices. Entonces me pidieron que me volteara para quedar frente al segundo chico y darle la espalda al primero. Así lo hice. Aquel, poco a poco comenzó a penetrarme y una vez que lo logró, hizo lo mismo que su amigo, me abrazó para aprisionarme y lamerme el cuello. Acto seguido, su compañero me abrió las nalgas y metió su dedo en mi ano.
Seguí llorando aunque comprendí que de nada serviría pedirles que se detuvieran. No muchas veces en mi vida me he sentido tan húmeda, no sólo del cuerpo sino hasta de la cara. Una cosa es que sudes de todo tu cuerpo y otra que entre el sudor, las lágrimas, la saliva de ellos y la propia tu cara esté empapada. De esta manera alcancé mi segundo orgasmo, esta vez más ahogado y menos enérgico que el primero.
Los negros me habrán visto que ya no podía más. Se detuvieron y me sacaron pene y dedo respectivamente. Sin hablarme, me voltearon boca arriba y el segundo chico se hincó a los lados de mi cabeza, mientras que el primero hizo lo propio pero entre mis piernas. Éste me tomó de las corvas y me levantó las extremidades lo más que pudo hasta que el que estaba en mi cabeza lo relevó, es decir, me tomó de las corvas para que el otro me soltara.
En esta posición, prácticamente lo único que lograba ver eran los huevos del que estaba en mi cabeza y quizá un poco su verga que con los empujones que yo estaba recibiendo me rozaban la nariz y la barbilla.
Comprendí que el propósito de esta nueva posición era la de que ellos terminaran y que ya sería lo último para mí, así que aguanté, llorando pero aguanté.
El chico que estaba dentro de mí se movió como máquina electrizada hasta que con un grito que me aturdió los tímpanos, logró la eyaculación. Me la sacó e inmediatamente me tomó de las corvas para que no bajara mis piernas y el otro muchacho se colocara en medio de ellas.
La historia se repitió. Este otro chico, se movió dentro de mí usando mi vagina únicamente como una herramienta para lograr la eyaculación. Yo estaba totalmente inmóvil debido a como me tenían entre ambos. El pene del chico que acababa de terminar dentro de mí y ahora tenía sus rodillas a los lados de mi cabeza, seguía emitiendo chorros de semen que caían sobre mi cara, desde la barbilla hasta la nariz.
Con la violencia y energía de este último volví a llorar con fuerza hasta que por fin terminó y me callé.
Durante el trayecto de regreso a mi hotel, los chicos nos pidieron que nos volviéramos a ver. Les dije que sí, aunque ya estaba a punto de regresar a mi ciudad junto con mis amigas pero, no quise discutir con ellos. Ya en el hotel se lo aclaré a Marthis, quien estuvo de acuerdo y le pareció acertada mi decisión. El haber llorado tanto, hizo que se me hincharan los ojos, el pretexto ideal para decirles a mis amigas cuando regresaran al hotel que me estaba dando gripa. Así que me enfundé en una piyama, me recosté en la cama, ya se me había secado bien el cabello porque nos habíamos bañado en la casa aquella y, me tapé.
Ahora sólo faltaba esperar a que llegaran mis amigas, probablemente eufóricas por haber visto la película de culto de más fama en el mundo y todo lo que rodea cada una de sus funciones. La vulva me punzaba pero estaba más que determinada a darle descanso, a pesar de los pesares, incluyendo a la rusa.


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martes, 31 de julio de 2007

"Velada intensa con gemidos estereo..."



Después de una malteada, la conversación de rigor y una que otra sonrisa, Marthis y yo cruzamos miradas y con ellas nos dijimos que ya era hora para que luego no se nos hiciera demasiado tarde y mis amigas no sospecharan nada.
Nos subimos al auto de uno de ellos. Yo iba en el asiento trasero y los cuatro íbamos conversando con toda la tranquilidad del mundo. Una cultura diferente. Las primeras veces que me tocó ir así con mis amigos, iba muy algo tensa y ellos eran quienes hacían la conversación para relajarme.
En este caso, el trayecto era más largo puesto que tomamos una autopista para salir de la ciudad y después de unos quince minutos, habíamos llegado a nuestro destino: La casa de uno de ellos. Eran mayores que nosotras así que ya vivían por su cuenta.
Durante el trayecto me asaltó la duda si Marthis les habría explicado exactamente de lo que se trataba o de que si ellos la hubiesen comprendido cabalmente. No me fuera a llevar alguna sorpresa desagradable o algún chasco.
Entramos a la casa y los muchachos nos invitaron una cerveza. Marthis me miró como preguntándome que hacer, después de todo la que tenía prisa era yo. Moví las pestañas como accediendo. Tampoco sería buena idea que pensaran que estábamos ahí por necesidad de sexo. La razón por la que yo estaba ahí, en realidad, era por probar algo que había quedado pendiente, hacía ya mucho tiempo y no para tener sexo por el sólo hecho de tenerlo.
De cualquier manera, no se cumpliría cabalmente mi deseo pero sería lo más cercano que podría estar en esas vacaciones, por lo tanto estaba decidida, aunque como ya dije, trataba de no aparentar ansiedad por hacerlo.
Nos tomamos la cerveza entre bromas y risas. Cuando Marthis y yo colocamos los envases vacíos en la mesita, se formó un corto pero pesado silencio. Después de todo, no es tan fácil ni para el hombre ni para la mujer dar el siguiente paso, es decir, se puede perder el encanto si la mujer es la que lo da y cuando los hombres son jóvenes no saben cómo darlo.
Para la falta de imaginación del hombre, la picardía y creatividad de la mujer. Marthis mencionó algo que el dueño de la casa tenía en su recámara y nos invitaron a verlo.
Fuimos los cuatro a la recámara y en pocos segundos, nos estábamos desvistiendo. Cuando el que estaba conmigo quedó desnudo, se la pude ver. Realmente parecía una víbora negra. Como era tan negro, su miembro no lo era más que él, sino igual. Le colgaba y campaneaba mientras se quitaba la ropa. Me dio un poco de miedo porque sabía que todavía le podía crecer más, aunque no tenía idea de cuánto…
Quedé desnuda y sentí la espalda de Marthis junto a la mía. Nos pusieron espalda con espalda. El chico se hincó frente a mí y comenzó a lamerme los genitales de manera muy directa. Hizo que arqueara mi espalda hacia adelante, de tal modo que Marthis y yo quedamos culo con culo y nuestras nalgas se presionaban mutuamente.
Como mis senos quedaron colgantes, me los agarró de lleno y metió mis pezones entre sus dedos para pellizcarlos. Logró excitarme bastante rápido.
Entonces, dejaron de hacernos oral y los chicos se pararon uno junto al otro. Me hinqué frente al que me la había mamado y que voy viendo ese tronco negro semi erecto, casi apuntando a mi nariz… Me armé de valor y lo comencé a chupar. Estaba un poco desconcertada, no decidía que técnica usar, hasta que por instinto, comencé a mamársela sólo para excitarlo y terminar de parársela. La tenía prácticamente igual de grande que el otro. De esos que después de un rato te duelen las comisuras de la boca de tanto que la tienes que abrir para entre.
Los gemidos de ambos chicos estaban a la par y en su máxima expresión cuando sentí un codazo de Marthis. Con una seña de su mano, me instruyó a que ocupara su lugar para ella hacer lo propio. El pene del otro ya estaba bastante erecto. Marthis también había hecho un buen trabajo.
Se la mamé de la misma manera que al primero… El concierto de bramidos de ambos machos estaba a toda su expresión. El chico al cual se la estaba chupando, se retiró de mí y se dirigió a un mueble. De un cajón extrajo un par de condones y con una seña, nos pidió que nos acostáramos en la cama. Marthis me lo dijo expresamente. Le pregunté como y me respondió que boca arriba.
Con la seña del negro y las escasas palabras de Marthis comprendí lo que debía hacer. Me puse viendo al techo y abrí las piernas lo más que pude. Vi al primer chico por entre mis senos y en medio de las piernas y con un pene tan duro que sólo le veía la cabeza abajo del condón. Me dio miedo, tanto que pensé muy rápido: Se la agarré y solita me la dirigí al orificio vaginal. Recuerdo que cuando ambos empujaron dentro de las respectivas vaginas que les tocaban, Marthis y yo soltamos un grito al unísono. A pesar del dolor, no se la solté. Cuando el chico me la metió hasta topar, le quedó de fuera gran parte de la verga, tanto así que toda mi mano la tenía agarrada y todavía le sobraba un poquito hasta la raíz.
Comenzó a moverse con fuerza casi desde el principio y yo no podía evitar que me lastimara mucho al topar. Todo lo que le agarraba de verga le quedaba de fuera cuando me la metía hasta el fondo.
Me hizo gritar, o más bien, nos hicieron gritar a todo pulmón. A pesar de que estaba lubricando muchísimo, el dolor no cesaba. Cuando más gritaba y movía las caderas buscando un ángulo donde me lastimara menos, me la sacó para ser reemplazada por la de su amigo. Éste chico era más enérgico aún. Comprendí porqué Marthis había estado gritando como loca. Era un pistón humano pero con un verdadero ariete entre sus piernas.
Me la sacaba toda aunque no puedo decir que me la metía toda. Me la metía hasta topar pero, lo hacía como con coraje, con rencor, con verdadera furia. Supongo que nuestros gritos los excitaron más.
Unos pocos segundos después, comencé a escuchar un sonido muy peculiar. Una especie de squirt o splash de cuando andas muy húmeda y al metértela con fuerza, sale a presión líquido vaginal. Pocos segundos más tarde estos sonidos ya eran estereofónicos, es decir, Marthis estaba pasando por lo mismo.
Esta sería una velada rápida pero muy intensa. En pocos minutos pasaría por varios estados de excitación de modo que ni me hubiese imaginado…

lunes, 30 de julio de 2007

"Tan largas sus piernas como sus..."

Por fin llegamos a la cuidad donde había estudiado y donde tenía mis amistades. En realidad llegamos a una ciudad cercana porque nos hospedamos en hotel. Ninguna de nosotras quisimos dar molestias y las personas de la casa donde viví, digamos, mi familia postiza, tuvo que aceptar la situación.
De cualquier manera la ciudad donde se encontraba el hotel pertenecía al área conurbada y por supuesto que pasábamos gran parte del día, con mis seres queridos. A mis amigas les presenté a Marthis y en su momento, a Mark, PR ya no vivía ahí, así que la idea de la pira con sus amigos negros se había diluido. Cuando menos por ese viaje.
En una ocasión, en que todas fuimos a un mall cercano, Marthis y yo nos separamos del grupo. Quería comentarle aunque fuera a grandes rasgos mis experiencias con PonchI y compañía. Sus ojos se abrían cada vez más conforme le iba narrando algunos de los hechos que había vivido. (Obviamente no le mencioné que ya me estaba internando en el mundo profesional). Me recordó que ella ya me había advertido que yo podría con situaciones de esa naturaleza. Me dijo también que yo era muy afortunada al haber encontrado hombres maduros para eso. Ella ya había estado en Gang Bangs, sin embargo, había sido con chicos jóvenes. Inexpertos sin el sabor y el savoir-fair que tenían mis amigos. Que tendría que ser muy diferente hacerlo a la americana, como si fueran a preparar comida rápida para llevar y listo.
Sus palabras me hicieron ver la suerte que tenía. Cierto que ya lo apreciaba pero no había reflexionado a fondo al respecto. Entonces le dije que el motivo principal de mi presencia era el de saludarlos a todos y que además, tenía la idea de hacer una pira con negros, que sentía que eso me había faltado como experiencia antes de ir a casa. Me respondió que algo se podría preparar, que le tomaría algunos días porque al ser vacaciones muchos andaban fuera de la ciudad.
Desafortunadamente, yo no tenía ya demasiado tiempo disponible. Andaba cansada, gastada y hasta adolorida de las caminatas y paseos.
Luego me preguntó qué tenía planeado, es decir, como había pensado en hacer la pira si me acompañaban tres chaperonas o, si acaso ellas también estarían incluidas en todo ello. Le contesté que ellas eran totalmente ajenas y que uno de los motivos por el que me habían seguido hasta ahí era que se habían entusiasmado en ver la película Rocky Horror Picture Show y que había pensado que cuando ellas la fueran a ver, yo me excusaría con cualquier pretexto para no ir con ellas y llevarla a cabo.
Más tarde, estando todas juntas en uno de los pasillos del mall, Marthis me agarró del brazo para que nos retrasáramos unos metros y me dijo que ya se le había ocurrido algo y que en la casa me lo diría.
Estando en casa, dejamos a mis amigas en la sala conversando con algunas personas mientras Marthis, Shae y yo subimos a la recámara de esta última, la recámara donde dormí por mucho tiempo. Esta última se disculpó por un minuto, lo cual nos dio pie para que Marthis y yo pudiéramos hablar en español. Me dijo que lo que se podía hacer era que animáramos a mis amigas a que a la medianoche del día siguiente fueran a ver la función y que yo usara cualquier pretexto para quedarme en el hotel y que ahí me llevaría a dos amigos negros, no para una pira pero sí para un switching. Agregó que las animáramos diciéndoles no sólo lo de la película sino por todo el show que hace la misma gente que asiste, porque era una de las películas donde más show se hace por el público asistente. (Aquellos que la hayan visto sabrán a que se refería mi amiga.)
Regresamos a la sala y tocamos el tema. Marthis y otras chicas presentes empezaron a comentarles a mis amigas respecto al buen ambiente que se hacía en cada función de esa película. Desde luego que se empezaron a animar. En cuestión de minutos, la cita se había pactado. La siguiente noche iríamos a ver dicha película. Un factor que me ayudó en gran medida fue que las amigas de Marthis se ofrecieron a pasar por nosotras desde temprano arguyendo que no era conveniente ir a la ciudad tan noche, que era mejor ya estar ahí. Esto nos daría más tiempo a Marthis y a mí.
Al día siguiente vía telefónica ultimamos detalles. Cuando les dije a mis amigas que no iría por estar demasiado cansada y que me dolía la cabeza, Marthis dijo que se quedaría a hacerme compañía. En realidad no importaba puesto que ambas la habíamos visto varias veces.
Así que se fueron y nos dejaron solas. Marthis le habló al celular a uno de sus amigos y en veinte minutos ya habían llegado por nosotras. Como teníamos algo de tiempo disponible, Marthis y yo pensamos en lo más adecuado: No ir directamente al sexo sino que primero iríamos a tomar una malteada.
Cuando los vi en el auto, eran exactamente como quería que hubieran sido. Negros muy negros. Esa era la idea. No sé si me había explicado muy bien con Marthis o simplemente ella por casualidad llamó a dos amigos de esas características.
Cuando llegamos al restorán de comida rápida por la malteada y bajamos todos del coche, los vi mejor. Eran altísimos. Yo les llegaba al hombro y Marthis, si acaso, al pecho. Si así estaban de largo en cuanto a carrocería ¿Cuan largo tendrían lo otro? Y… ¿Lo sabrían usar? ¿Serían considerados o salvajes? Me hice todas estas preguntas al verlos caminar a nuestro lado.



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domingo, 29 de julio de 2007

Varias versiones. Por fin una que me agrada

Este Domingo subo varias versiones en positivo del negativo de ayer. Por fin logré un blanco y negro de alto contraste como hacía meses no lo lograba. Esa es la que me gustó.

Las versiones estarán hasta la noche del Domingo. -06:00 G.M.T.
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Daguerrotipo.

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Van Dycke.

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Color Antiguo.

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Plata con Albúmina.
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Palladium


Blanco y Negro. Alto Contraste.
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Esta es la foto que se ve en la pared del lado derecho. Mucha gente me ha insistido via mail que los saque de la duda. Servidos. La mostré en Enero de este año.
La foto, al igual que las otras, durará hasta la noche del Domingo.




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Actualización:

Ya las quité.
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