Tina Marie

Diario íntimo de una mujer joven ex prostituta

sábado, 15 de diciembre de 2007

Detalle con pixeles

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viernes, 14 de diciembre de 2007

"En este oficio, cada minuto, una sorpresa..."

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Como dije antes, el amigo no traía encima la suma total que me debía. Don Abarroto le completó… Tiempo después, a decir verdad, bastante tiempo después, puesto que seguía siendo muy novata en ese entonces, llegué a la conclusión que ambos hombres habían llegado a un arreglo entre sí: Ya que Don Abarroto no estaba comprometido a pagarme, se habrían puesto de acuerdo para que ambos pusieran la mitad de mi tarifa, de esta manera serían dos por uno y medio (dado que los tríos se cobran más caros). En el fondo todos saldríamos ganando si el par de viejos no hiciese nada más allá de lo acordado. Como sucede a menudo en esos ambientes, los hombres tienen experiencia gracias a la abundancia de chicas que hay disponibles. Era de esperarse que lo que habían hecho conmigo, lo hacían con cierta frecuencia con otras, incluyendo a Ross.
Ya me había guardado el dinero en el pantalón y el amigo estaba expectante a que me levantara la blusa para mostrarle los senos. Así lo hice, luego me aflojé el brassiere para que mis senos quedaran libres y a la vista. Como lo había esperado, me los tomó de la parte de abajo, los levantó, acercó su cara y comenzó a besármelos. Para no estorbar y que acabara de una vez, levanté los brazos todo lo que pude y el viejo continuó chupándome los pezones tomándome de la cintura. Fue subiendo sus manos hasta posar sus dedos atrás de mis hombros, colocando sus pulgares en mis axilas. Al mismo tiempo iba subiendo su boca por mis senos hasta llegar casi al cuello y descender nuevamente hasta el punto inicial.
Luego fue bajando sus manos hasta la pretina de mi pantalón y comenzó a desabrocharlo. Una vez que lo aflojó, me lo bajó y dejó de mamarme los senos para concentrarse en bajarme el calzón. Como me encontraba de pie, no le fue fácil maniobrar, así que se limitó a hurgar entre mis pelos hasta que pudo abrirse paso someramente y llegar a la unión de mis labios mayores. Empujó un poco y logró meter algo así como medio dedo entre los labios menores. No me dedeó gran cosa. Se conformó con sacarme el dedo y llevárselo a la nariz. Después de lo cual me pidió que le diera la espalda y que me empinara un poco. Le di gusto y me apretó las nalgas, luego me las abrió. Sentí que me las tenía abiertas por unos momentos aunque no sentí que hiciera nada más. Sólo las estaba observando a ellas y lo que contenían en el medio.
Sin soltarlas, las dejó que se unieran nuevamente y comencé a sentir que me las besó para después darle unas mordiditas. Reaccioné levemente al pedirle que no me mordiera, no me dolía gran cosa pero era necesario ponerle un ligero freno. Después de un buen lapso de volverlas a besar y lamer, me las soltó. Con ello me dio a entender que ya había desquitado mi paga.
Inmediatamente me subí la ropa y me puse la blusa y el calzón. Volvieron a decirme respecto al trato que habíamos hecho. De nuevo les respondí afirmativamente y me dirigí a la tienda para irme de ahí. No quise ni siquiera usar el baño para lavarme para que no “se les ofreciera” algo más.
Probablemente en ese mismo día, más tarde, o quizá un día o dos después, saliendo de la tienda para ir a casa después de trabajar bastante, tomé el camino opuesto a donde cogía el transporte urbano. Quise rodear y no pasar por el depósito de Tontón para evitar clientes que me demorarían demasiado.
Iba caminando frente a una casita que se veía muy antigua y escuché el típico sonido para llamar la atención un “shhht”, volteé y en una especie de porche de esos de las casas antiguas, muy pequeño, como si fuera un cubículo de un metro cuadrado, más o menos, se encontraba un viejito que se veía mayor de edad que cualquiera de los que había tratado en ese barrio, incluyendo a Don Farma y a Don Abarroto, haciendo una señal con la mano para que me acercara. Ya que se encontraba atrás de una reja y yo en la banqueta a plena luz del día, me aproximé a él, quien me haría una pregunta…



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jueves, 13 de diciembre de 2007

"Sin correr riesgos es mejor..."

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Mientras me acomodaba bien el calzón y el pantalón puse mi cara seria y les repetí, dirigiéndome a Don Abarroto que necesitaba hablar con ellos. Trataron de suavizar el momento pero como vieron que me puse firme tuvieron que ceder.
Con voz algo grave el tendero me dijo que pasáramos al patiecito del fondo. Una vez que los tres estuvimos ahí, les dije que me había parecido muy peligroso hacerlo atrás de los anaqueles porque me podía quemar yo, además de que la gente podría decirle a la esposa del comerciante. Ambos se disculparon y me dijeron que había sido “urgente” y que si bien no podrían asegurarme que no volvería a pasar, si tenían la certeza de que eso sería de excepción y no lo regular.
También les aclaré que lo que había ocurrido era un servicio más caro y les expliqué la razón. Les dije que cuando los dos hombres participaban tal y como lo habían hecho se cobraba más por cada uno y que, si bien a Don Abarroto no podía cobrarle, al amigo sí (Por cierto, en el patio y bajo la luz del sol pude ver que el amigo era también un hombre que rondaba los cincuenta años). Mis palabras pusieron a pensar al amigo, quien me preguntó si ya había hecho tríos. Le respondí afirmativamente pero que sólo daba el servicio oral-vaginal. Me preguntó si por una buena suma me animaría a hacer el vaginal-anal, a lo cual respondí con una negativa, entonces me cuestionó si me animaría a un anal en un “mano-a-mano”. Tampoco acepté. Me interrogó el porqué y le contesté que yo por ahí no y que no me insistiera, que si tanto lo deseaba, posiblemente habría muchas chicas en la placita que estarían dispuestas por la suma adecuada.
Regresé al tema que nos tenía ahí y me respondieron que cuando volviese más tarde por mis cosas para irme a casa, me darían la cantidad que estaba exigiendo. Tuve que confiar en su palabra, así que acepté. Entonces el amigo me dijo que le gustaría que sesiones de tríos, como en ese día, se repitieran y que, desde luego, fueran ahí en el patio. Como no me convenía negarme rotundamente además de que sería un muy buen dinero extra, le respondí que sí, siempre y cuando me pagaran por adelantado y que realmente sucediera en el patiecito y no en plena tienda. Ambos asintieron pero, Don Abarroto exclamó que cuando tuvieran mucha “necesidad” yo me portara accesible al cabo no pasaría nada. Me quedé callada pensando que si no fuera demasiado seguido, muy probablemente podría manejarlo.
El amigo aprovechó el momento para decirme que, “ya que nos habíamos entendido” y como no había tenido mucha oportunidad, le diera la ídem de sacarme los pechos para vérmelos. Sobreentendí que no se limitaría a mirármelos, así que le exigí que me pagara lo que ya me debía en ese momento. Después de varias insistencias de su parte y al ver que no cedería, se metió la mano en la bolsa y sacó algo de dinero. Al ver que no completaba, le pidió al comerciante, quien puso el resto. Me dieron el dinero, lo conté y me lo metí en la bolsa del pantalón. No correría el más mínimo riesgo, además de que dudaba que se conformara incluso con sólo besarme los senos…



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miércoles, 12 de diciembre de 2007

"Cuentas pendientes..."

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Todavía no sentía la punta de su miembro en mi orificio vaginal cuando Don Abarroto me sujetó firmemente de los hombros y con más fuerza aún me tapó la boca para que entrara más el paño. Entonces le dijo a su amigo, “Ahora si puedes cogértela bien”. Sentí temor y presentí lo peor. No se había dirigido a mí sino a su amigo demostrando algún grado de complicidad, tanto en el tono de voz como con sus palabras explícitamente.
El amigo me la empujó de un golpe y comenzó a cogerme con fuerza. Después de unos segundos, Don Abarroto se acercó a mi oído y trató de tranquilizarme usando tanto palabras como tono de voz que quería transmitirme ternura. Me decía cosas como “No hagas ruido, mamacita” o, “Aguanta chiquita”, etc.
El otro hombre seguía arremetiendo con fuerza, recuerdo que se la sentí gruesa y a pesar de la lubricación anterior, además de la actual, me estaba lastimando, sin mencionar la sensación por sí misma de que te la empujen sin piedad para luego sacártela y volvértela a empujar.
Como el viejo dueño de la tienda, me sujetaba los hombros y me tapaba la boca con energía, no pude hacer otra cosa más que exhalar por la nariz. Esta acción, por supuesto, producía algún ruido al cual el viejo comerciante quería evitar, así que se me acercaba más y me seguía instando amablemente a reprimirlo.
A cada empujón del amigo, le seguía un ruido mío, ya fuera nasal o gutural, o ambos, a lo cual el viejo tratando de apaciguarme emitía el típico sonido “Shhh” seguido de palabras como, “tranquila muñeca, no hagas ruido preciosa”, etc.
Súbitamente, Don Abarroto nos pidió que diéramos un par de pasos atrás, ya que mi cabeza estaba casi frente a la parte posterior de los anaqueles. Entonces el comerciante se paró frente a mí y volvió a bajarse la ropa. Inclinándose adelante me dijo que soltara el pedazo de tela y que a su vez se la mamara. Agregó que cada vez que su amigo arremetiera contra mí, se la chupara con fuerza. No era momento para discusiones, así que acepté. A cada empujón del amigo correspondía una chupada muy fuerte de mi parte al miembro del viejo tendero. Como acababa de venirse, no se le paró pero si se le estiró bastante de nuevo.
Recuerdo que, eventualmente, el amigo le dijo a Don Abarroto, “Quiero echárselos en el culo”. No escuché que éste le respondiese nada y como el único panorama que podía ver en ese momento era su bajo vientre, no supe si le respondió con alguna seña o algo así.
El otro tipo me la sacó de un golpe, mientras que El tendero me sujetaba de los hombros para que yo no me pudiera incorporar. En segundos, comencé a sentir un escurrimiento caliente y húmedo rodando por en medio de mis nalgas.
Don Abarroto me soltó y pude enderezarme en el momento que me dijo que no me preocupara y que me pagarían por el servicio extra. Sin responderle nada, me subí la ropa y les dije que necesitaba hablar con ellos, especial con el viejo de la tienda. Eso último no había sido un servicio “normal”. Cuando dos hombres intervienen de forma erótica, se le considera un trío y, por los tríos se cobra más. Es decir, todavía cuando Don Abarroto me sujeto de los hombros y me tapó la boca, no se podría considerar trío pero al momento de meterme la verga por la boca, ya había un elemento erótico con alguien que no se suponía que interviniera, sin mencionar que la eyaculación externa no está dentro de lo pactado y, o se habla de antemano, o se le pregunta a la mujer si lo permite, o simplemente se cobra más caro.
Habían quedado cuentas pendientes…



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martes, 11 de diciembre de 2007

"De un susto a otro..."

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Cuando Don Abarroto me la había sacado por completo, se recargó encima de mí para que no me enderezara y hablándome bajito al oído me murmuró que su amigo deseaba mis servicios. Como lo tenía sobre de mí, únicamente pude mover la cabeza y alcancé a decirle, “pero…”, a lo cual me interrumpió y me dijo que el otro hombre estaba dispuesto a pagarme. Seguía empinada y aprisionada por su peso, aún así traté de espetarle algo, ya que yo no sabía si el tipo estaba enterado de mi tarifa y temía que me quisiera pagar menos como “Tontón”. Don Abarroto siguió encima de mí y tratando de convencerme al decirme que cuando regresara a la tienda para recoger las cosas que siempre le encargaba ya para irme a mi casa, me daría lo del amigo. No me quedó más remedio que aceptar: Con las nalgas de fuera y para arriba y, con un hombre encima de mí y otro con los calzoncillos al tobillo a mi lado, me era muy difícil negarme, incluso podría ser peligroso, sin mencionar que podría perder la facilidad y comodidad que me daban los servicios de Don Abarroto.
Me pidió que se la mamara al amigo, por mi parte, le pedí a Don Abarroto que se quitara de mí para sacar un condón de la bolsa. Así ocurrió. Vi que si bien no la tenía totalmente parada, si la traía engrosada, probablemente debido a que se había excitado al vernos tener sexo.
Me hinqué frente a él, le coloqué el condón y se la succioné con fuerza para que se le estirara por completo. Por lo mismo, no tardé en parársela. Lo primero que pensé fue en darle una mamada especial para que el coito no durara prácticamente nada pero luego me vino a la mente que, por experiencia sabía que con ese tipo de mamadas, los hombres emiten muchos sonidos, sin mencionar el lenguaje sucio que podría proferir el amigo. No lo conocía y no sabía como podría reaccionar. Así que le di una buena mamada sin llegar a “torturarlo” demasiado, sólo para que se le parara a tope y un poquito más.
Como ya he mencionado, cuando le haces oral a un hombre, no escuchas mucho en el exterior, los sonidos prominentes provienen de tu propia boca y garganta, aún así, alcancé a escuchar al amigo decirle a don Abarroto algo así como “¡Qué buena mamadora!” No escuché ninguna respuesta del tendero.
Cuando dejé de chupársela para colocarme en la misma posición en que estuve con el comerciante, volví a escuchar con claridad los ruidos del medio ambiente, la mezcla de sonidos de los parroquianos preguntando precios, etc. y los autos y la gente del exterior del local.
Cuando sentí las manos del amigo en mis caderas, me preparé mentalmente para recibirlo, era lo lógico. Volví a morder el paño, sin embargo, de nuevo hubo algo que me sobresaltó…


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lunes, 10 de diciembre de 2007

"Del alivio al panico..."

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Una vez empinada y de espaldas a Don Abarroto, lo primero que sentí, como suele suceder en ese tipo de posiciones, fueron sus manos en mis caderas. Cuando las sientes, ya sabes que lo que sigue es la cabeza del miembro del hombre en tu orificio vaginal y te preparas mentalmente para sentirla y para recibirlo en general a él. Así fue, sin embargo, como se le había parado mucho y se encontraba “desesperado”, me la metió con fuerza y de un solo golpe, lo que me hizo soltar un gemido que traté infructuosamente de reprimir. Al escucharlo, Don Abarroto me tomó de la boca e incluso, me apretó la nariz para que mis exhalaciones no fueran muy sonoras y se inclinó hacia delante hasta poder susurrarme al oído pidiéndome que mordiera con mayor fuerza el paño y procurara no hacer ruido. Me encontraba sometida y empalada, no pude ni pensar que, si el hubiese podido aguantar un poquito, hubiésemos podido ir al patiecito, donde “les cobraba” a las chicas por sus servicios.
El hombre siguió empujando, sacando y metiendo con una mano en mi boca y procurando apretarme la nariz. Lo primero se lo permití, sin embargo, lo segundo lo evité al mover mi cabeza de un lado a otro.
Después de algunos minutos, en que comencé a lubricar bastante o simplemente mi vagina se acostumbró a su pene, pude contener de mejor forma los gemidos; Así lo sintió el viejo y se convenció de dejarme la cara en paz. Por mi parte, como de todos modos sentía con fuerza sus arremetidas, yo misma me tapé la boca. De esta manera pude ahogar mejor los sonidos que provenían desde mi garganta.
Antes de la eyaculación, se comenzó a mover como electrificado, es decir, no la sacaba y la metía toda sino que la tenía hasta donde me topaba y casi sin sacarla, comenzó a moverse muy rápido. Se seguían escuchando los sonidos de la calle y lo que era peor, los de la tienda; Seguía habiendo gente del otro lado de los anaqueles.
Sentí un gran alivio cuando el viejo terminó. Afortunadamente no fue de manera muy aparatosa ni escandalosa. Sin embargo, este alivio se convirtió en pánico… Cuando sentí que se le estaba bajando, todavía dentro de mí y comenzaba a sacarla, por instinto o sin ningún motivo que pueda explicar, se me ocurrió voltear sobre mi hombro izquierdo. Quedé congelada cuando lo que vi se trataba de un hombre, con el pantalón hasta abajo y su verga y sus huevos ante mi vista, a la altura de mi cara. Fue tal mi impresión y hasta temor, que ni siquiera le puse atención cuando Don Abarroto me sacó la cabeza, lo cual es algo muy sensible para cualquier mujer.
Atrás de esos anaqueles, con los pantalones y los calzones hasta los tobillos, empinada y sin que nadie supiera que yo estaba ahí, temí lo peor…


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domingo, 9 de diciembre de 2007

Cumpliendo con la tradicion...

Como dije ayer, ahora coloco varias versiones completas. Es algo prácticamente sin pose y sin mucho chiste pero para seguir con la tradición. Las imágenes durarán hasta la noche del Domingo. -06:00 G.M.T.

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Daguerrotipo.

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Color Antiguo.

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Platino.

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Glamour.

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Cámara de Cajón.



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Actualización:

Ya las quité.


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